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¿Por qué defender a Adán Augusto?

Por: ARMANDO RÍOS RUIZ

A raíz de la llegada de Morena al poder, cambiaron drásticamente las cosas, obviamente, para mal.

En materia de persecución y castigo del delito, se gestó una manía de encubrimiento de los bandidos, para ponerlos a salvo de las autoridades correspondientes, que hoy están de mero adorno. Se impuso la sentencia brutal del ex Presidente, de exonerar a sus funcionarios con un simple “yo confío en él”. Frase mágica que equivale “a no se metan con él”.

Ayer y hoy, realizar una denuncia en contra de los criminales, aspira únicamente a poner en peligro la vida, porque la de un ciudadano común y corriente vale absolutamente nada, frente a la del denunciado, máxime si se trata de algún miembro del crimen organizado, extremadamente valioso para el gobierno, quizá porque la deuda con su organización es demasiado grande.

Ha sido recurrente que se desoigan a nuestros ciudadanos cuando realizan una denuncia en contra de los funcionarios de Morena. Si antes eran intocables, hoy son lo más cercanamente parecidos a los dioses y hasta se comportan como tales. Como si los mexicanos les debiéramos la vida o como si fuéramos a derretirnos de agradecimiento, tan sólo porque se animen a mirarnos.

El último acontecimiento en contra de un alto funcionario, que flota aún en el ambiente noticioso y que ahí estará durante más tiempo, es el Adán Augusto López Hernández, de por sí de pergeño siniestro, muy enredado en el asunto de su secretario de Seguridad, Hernán Bermúdez Requena, de quien ha pretendido desligarse con argumentos pueriles de que jamás tuvo sospechas de él, hasta que supo de sus andanzas cuando ocupó la Secretaría de Gobernación.

Muy conveniente. Cuando lo tuvo cerca no sospechó y ya demasiado lejos, se enteró. ¿Por qué entonces no lo denunció? No obstante, el gobernador sustituto hizo la denuncia y nadie. Absolutamente nadie lo escuchó. No hubo ningún interés. Tuvo que conocerse que la Interpol lo buscaba, para que don Adán Augusto se perdiera de vista y apareciera cuatro días después, con sus declaraciones de haber bajado los índices de inseguridad en su tierra.

Casi a la llegada de Javier May, fue amenazado por un grupo de encapuchados armados, que lo conminaron a solicitar la renuncia de su secretario de Seguridad, en una jornada de violencia orquestada por el Cártel Jalisco Nueva Generación, alma máter de la organización denominada La Barredora, que capitaneaba Bermúdez Requena.

Hubo ejecutados, quema de vehículos, comercios y gasolineras. Ataques a policías en diferentes municipios. Fueron colgadas mantas con amenazas para el gobernador y se encontraron restos humanos en bolsas, así como poncha llantas a la entrada y a la salida de Villahermosa. Todo un espectáculo jamás visto.

Hoy que se conoce la participación de un alto funcionario del gobierno de Adán Augusto, es posible colegir que la actitud de los miembros del cártel JNG fue una especie de revancha por haber denunciado al líder de esa facción denominada La Barredora. Por lo tanto, es de reconocerse la entereza del gobernador May Rodríguez, quien a la fecha no ha cejado en sus denuncias.

Hoy ya hay preocupación. Hasta un intento de asesinato de Bermúdez Requena. Lo ultimaron en Panamá. Pero la noticia se esfumó tan rápido como su muerte. García Harfuch, anunció la captura del súper peligroso miembro de la Barredora, segundo de a bordo, Ulises Pinto, alias El Mamado o El Pinto.

Pero el periodista Oscar Balmen, especialista en temas de esta naturaleza, califica a este individuo como “un pez bastante mediano que quieren hacer pasar como un peso pesado, porque hay presión para tratar de hacer como que el oficialismo está combatiendo a este grupo criminal”.

¿Qué pretende el gobierno? ¿Encubrir al que realmente le interesa o a don Adán Augusto, al que vitorearon los de Morena durante su reaparición en el Consejo Nacional del partido? ¿Qué ganaría la Presidente Sheinbaum? ¿Reconocimiento de su jefe? Don Adán es más bien un lastre para ella.

ariosruiz@gmail.com

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