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Voto electrónico: experiencias fallidas

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Sebastián Godínez Rivera

Las nuevas tecnologías son una realidad para el mundo, varias naciones han encontrado la convergencia entre estas y la democracia. Desde finales del siglo XX alrededor del mundo se buscó la implementación del voto electrónico como sinónimo de los nuevos tiempos.

Desde máquinas de votación que datan de 1936 como Brasil, pasando por las pruebas piloto en democracias como Reino Unido, Finlandia y Francia hasta la implementación total como en la India.

El voto electrónico no es uno solo, sino que tiene distintas variaciones según la latitud, por eso es importante abordar desde la política comparada las particularidades. Desde el voto por internet, máquinas sensibles al tacto o mediante escáner óptico son formas en las que se ha implementado este tipo de sufragio. Sin embargo, todas ellas se caracterizan por la diversas de pruebas, diagnósticos y evaluaciones que han  culminado con su implementación o exclusión.

La tecnología ha fortalecido la democracia en algunos casos, puesto que los procesos de votación se han eficientado como en Brasil y la India. Empero, también ha representado la aparición de nuevos retos y amenazas como las fallas técnicas, la desconfianza y desinformación hasta los intentos por hackear los sistemas. Naciones como Escocia, Corea del Sur y Bulgaria lo utilizan como un recurso complementario de la votación en papel.

Mientras que las denominadas democracias consolidadas de Europa como Irlanda y Países Bajos lo han abandonado producto de la desconfianza y la falta de blindaje. 

En 2002 los irlandeses apostaron por máquinas de votación para los comicios municipales, parlamento europeo y un referéndum. Se creó una Comisión Independiente para el Voto Electrónico y aunque se concluyó que el software era de calidad, surgieron otros problemas.

La propia Comisión determinó que no se podían auditar los votos emitidos; además, en 2006 un grupo de hackers demostró que era muy fácil ingresar al sistema y alterar los resultados. El gobierno terminó por eliminar esta medida y regresar al modelo tradicional. La experiencia irlandesa es referente para entender los costos no solo económicos, sino de innovación en los protocolos para que las elecciones se celebren con integridad.

Por otro lado, en Países Bajos, se constató que era posible instalar software malicioso en el sistema específico que el gobierno estaba utilizando y que era posible averiguar qué habían votado los electores. Esto debido a que se observaron las señales electromagnéticas que emitían los monitores análogos utilizados en ese momento (Schwartz y Grice, 2013). En 2007 el gobierno neerlandés determinó el regreso al sistema tradicional.

En la vecina Alemania la Corte Constitucional determinó que las urnas electrónicas contravienen los preceptos constitucionales. Fue en 2009 cuando los jueces determinaron que todos los pasos para votar deben ser revisados y verificados; en el caso de la urna electrónica esto no es posible. Agregaron que la ciudadanía debe tener elementos para revisar su voto al momento de emitir y no solamente confiar en las máquinas de votación.

Finalmente, se mencionó que para los conteos y verificación de sufragios solamente un sector especializado en informática podría comprender los procesos llevados a cabo y no la ciudadanía. En ese sentido los electores desconocen si su voto se está contando de forma correcta o no; por tal razón, las urnas electrónicas sólo pueden ser reconciliadas con la Constitución cuando son usadas bajo condiciones muy estrictas.

Finlandia se sumó en 2017 a la lista de países que dejó el voto electrónico puesto que no se podían verificar los sufragios y tampoco se aseguraba la secrecía del voto. No obstante, hay antecedentes de 2009 cuando en las elecciones municipales se perdieron los sufragios de 233 personas. El modelo finlandés se centraba en tarjetas que debían ser ingresadas a la máquina, luego se seleccionaba la opción política y se presionaba el botón “OK” y se retiraba la tarjeta.

El último caso que expondré es Canadá que desde 1990 implementó tabuladores para las elecciones municipales. Desde los años 2000 el voto electrónico cobró relevancia en la discusión, así como el voto por internet. En 2016 la Comisión para la Reforma Electoral determinó que no debía implementarse este sistema, pero fue en 2017 cuando el gobierno determinó que debido a las amenazas a la ciberseguridad no se implementaría este mecanismo.

Si bien, no se utiliza a nivel nacional, solo la provincia Isla Príncipe Alberto, utiliza máquinas táctiles para la votación. Mientras que a nivel municipal San Juan, Vancouver y Edmonton utilizan la votación por internet, lectores ópticos o máquinas sensibles al tacto. En 2018 Ontario celebró elecciones municipales, empero, la falta de planeación generó una saturación del sistema por lo que muchas personas no pudieron votar, por tal razón, se tuvo que extender a veinticuatro horas la jornada electoral.

Como podemos ver, existen diversas experiencias en las que el voto electrónico ha sido desechado producto de las fallas tecnológicas, el costo en la innovación o porque los gobiernos consideran que no es el momento. Estos casos deben ser referencia para entender las áreas de oportunidad que tendría la implementación en México y si el gobierno está dispuesto a destinar los recursos necesarios para que este se desarrolle con integridad.

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