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Más de 25 artistas transformaron San Simón Ticumac durante la 1ª Bienal de Muralismo Comunitario

* Una iniciativa que articula tradición artesanal y experimentación contemporánea para fortalecer el vínculo entre arte y comunidad

Distrito de Arte Indeleble celebró la primera edición de su Bienal de Muralismo Comunitario, un proyecto que convirtió al barrio de San Simón Ticumac, en la alcaldía Benito Juárez de la Ciudad de México, en un laboratorio técnico de arte público donde artistas y comunidad compartieron oficios, saberes y procesos durante más de dos semanas.

Del 13 al 30 de octubre el espacio público se transformó en territorio de creación colectiva. Más de 25 artistas de México, Argentina, Reino Unido y Estados Unidos intervinieron 15 muros con técnicas de esgrafiado, mosaico y cerámica, abriendo un diálogo entre tradición artesanal, experimentación contemporánea y participación vecinal.

Los artistas participantes fueron: Dan Silva (CDMX), Zamer & Carlos Conde(CDMX), Uneg (CDMX), Laite (CDMX), Florencia Muñoz (ARG), Janin Nuz (SLP), Carrie Reichardt & Tamara Froud (RU), Said Dokins (CDMX), Boquilla Negra (MXL), Melissa Grassie (CDMX), Marcelo Carpita (ARG), Jesús Valenzuela (GTO), Oscar Pérez (CDMX), Abraham Alonzo (CDMX), Paajara (CDMX), Stan (CDMX), Dr. Simio (CDMX), Gallo Morales (GDL) y Kim Wozniak (EU).

Dirigida por Dan Silva (Mezcla InSitu) y Joui Turandot, fundadora de Casa WOMB México, la bienal contó con la colaboración del Comité de Participación Comunitaria de San Simón Ticumac, además del acompañamiento de instituciones culturales, académicas y empresas comprometidas con la sostenibilidad y el arte como agente social.

Una bienal que piensa el muralismo desde la técnica y la comunidad

A diferencia de los festivales de arte urbano que conciben el muro como soporte visual, esta bienal lo entiende como un punto de convergencia entre oficio, pensamiento y comunidad. El laboratorio técnico de arte público, eje metodológico del proyecto, impulsó un trabajo de investigación y práctica que recupera técnicas tradicionales del muralismo para reinsertarlas en el presente con rigor material y sentido colectivo.

A lo largo del recorrido, los muros de San Simón Ticumac reflejan la historia y el presente del barrio. Nuevo mundo, viejas costumbres, de Paajara, recupera la figura del jaguar como emblema de resistencia y memoria, un animal que parece avanzar entre los pliegues del tiempo.

En El origen, Dan Silva convierte la maternidad en un símbolo de raíz y continuidad, mientras que otras piezas devuelven a la superficie los gestos cotidianos —las tlacoyeras, los bailes, los oficios, los juegos de infancia—, proponiendo una narración compartida sobre la identidad que se construye a partir de la memoria y la colaboración.

Madre serpiente, creada de forma colectiva por artistas de México, Reino Unido y Estados Unidos, entrelaza símbolos mesoamericanos con grafismos contemporáneos para repensar el territorio desde la historia y la resistencia.

El uso de cerámica, mosaico y esgrafiado fue clave para permitir que las obras se integraran a la vida cotidiana del barrio.

Talleres abiertos, visitas con vecinos y sesiones de creación colectiva permitieron que cada obra llevara consigo voces y gestos compartidos: desde sueños personales convertidos en mosaicos comunitarios —como en Un sueño colectivo, de Melissa Grassie— o reinterpretaciones de elementos locales como el caballo, el hule o el Nahui Ollin. Así, la bienal funcionó como un proceso vivo donde la técnica se vuelve lenguaje común, el arte una forma de atención y los muros memoria compartida y en construcción.

Cada intervención fue el resultado de un proceso de colaboración horizontal: artistas locales e internacionales trabajaron junto a habitantes, técnicos y aprendices del barrio en obras que hoy dialogan entre sí como parte de un mismo tejido visual. En conjunto, los muros de San Simón Ticumac narran un ejercicio de pertenencia, identidad y memoria compartida que trasciende la pintura para convertirse en acción cultural duradera.

Construir desde lo común

La bienal nació con la convicción de que el arte público puede fortalecer los vínculos sociales y devolver al territorio su potencia simbólica. Durante esta primera edición, las calles funcionaron como taller y foro abierto, donde la comunidad participó activamente en el montaje, las visitas guiadas y las actividades formativas.

El resultado es un modelo de colaboración que demuestra que el arte, cuando se inserta en la vida cotidiana, puede generar continuidad y cuidado más allá de los muros.

Una red que mira hacia 2027

Tras la respuesta entusiasta del público y de la comunidad artística, Distrito de Arte Indeleble anuncia que la próxima Bienal de Muralismo Comunitario se realizará a finales de 2027.

Esta nueva etapa se centrará en fortalecer la red de artistas, técnicos y vecinxs que surgió durante esta edición, profundizando en la investigación técnica y en la formación artesanal aplicada al muralismo contemporáneo.

Más que un evento, la bienal se afirma como un espacio en movimiento: una práctica que une arte y vida, gesto y comunidad, memoria y futuro.

Fotos: Cortesía

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