El consumo de queso en México es muy alto, debido a la gran variedad de quesos nacionales -alrededor de 20- como panela, añejo, oaxaca, cotija, asadero, chihuahua o adobera, además de ser un must en la comida típica mexicana, como quesadillas, sopes, tostadas o enchiladas. Los mexicanos consumimos más de 400 mil toneladas de queso, es decir entre 2.1 a 6 kilogramos de queso al año.
Pero, ¿por qué nos gusta tanto el queso? ¿Es por su sabor irresistible o más bien porque es adictivo?
Si eres de los que a todo le agregan queso, los expertos del Hospital Houston Methodist comparten interesantes respuestas a continuación.
Ciertamente, para muchos, pareciera como si el queso pudiera ser adictivo. El queso hace que todo sea más sabroso, incluso las cosas que ya saben bien. Pero “adicción” es una palabra seria, que no debe tomarse a la ligera. La American Society of Addiction Medication lo define como una afección médica que involucra interacciones complejas entre el cerebro, cuerpo, medio ambiente e incluso la genética. La adicción se manifiesta como un comportamiento compulsivo que una persona encuentra difícil de resistir a pesar de conocer las consecuencias. A menudo, también hay síntomas de abstinencia cuando se interrumpe un comportamiento adictivo.
Entonces, ¿comer queso realmente puede convertirse en una adicción?
No. No hay evidencia científica de que el queso sea adictivo o de que afecte significativamente al cerebro de manera similar a las drogas o el alcohol.
Eso no quiere decir que comer queso no pueda afectar el centro de recompensa de tu cerebro, lo que incluso puede hacer que lo anheles de vez en cuando.
¿Qué causa la crisis del queso? ¿De dónde viene el mito de que el queso es adictivo?
Este tema pareció comenzar con un estudio de psiquiatría social publicado en 2015, en el cual se investigó si ciertos alimentos están asociados con comportamientos alimentarios “similares a la adicción”. Y, sí, el queso fue uno de los alimentos examinados.
Se pidió a los participantes que informaran sobre sus comportamientos alimentarios “de tipo adictivo”. En resumen, se les pidió que tomaran decisiones sobre qué tan “problemáticos” encontraban ciertos alimentos, lo que se definió como “tener problemas para reducir la cantidad de alimentos o perder el control sobre la cantidad de alimentos consumidos”.
Curiosamente, si bien este estudio podría ser el origen de la confusión de que el queso es adictivo, el estudio en realidad no sugirió que el queso en sí lo sea. Sin embargo, medios de comunicación que retomaron el estudio dieron a conocer este dato impreciso.
Por lo tanto, los expertos del Hospital Houston Methodist concluyen que la adicción al queso no está probada y nos brindan otra explicación de por qué muchos de nosotros tenemos problemas para resistirnos a comerlo. Como se mencionó, los antojos de comida son completamente posibles.
Para empezar, el acto de comer en sí mismo, especialmente si estás comiendo algo sabroso, como queso, es un comportamiento inherentemente satisfactorio. Y nuestros cerebros están programados para fomentar y ritualizar comportamientos que brinden placer. Esto significa que la razón por la que a veces podemos tener antojos de queso podría ser tan simple como la “euforia por la comida rica”.
Además, las investigaciones muestran que ciertos alimentos pueden activar los centros de recompensa en nuestro cerebro, invocando sentimientos positivos que nos animan a volver por más y más. Estos se conocen como “alimentos muy sabrosos” y generalmente incluyen de aquellas que contienen altas cantidades de azúcares añadidos, grasas saturadas, carbohidratos o sal.
Con sus atributos grasos y salados, no es una coincidencia, entonces, que el queso pueda considerarse un alimento apetecible.
Foto: Flow