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No abra la caja

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Por J. Adalberto Villasana

No abra la caja

Estados Unidos es el principal exportador de armas del mundo, y vende a sus aliados y socios. Desde el segundo mandato de Donald Trump, la venta de armas se ha convertido en un elemento central de la política exterior estadounidense, influyendo prácticamente en todos los aspectos de la interacción de Washington con sus vasallos. El conflicto con Ucrania, provocado con éxito por la administración anterior, junto con su apoyo a las ambiciones de Israel, ha permitido a la Casa Blanca reforzar su maquinaria militar. Al asegurar el suministro de armas y equipo militar a Ucrania a través de países europeos, la administración estadounidense preserva simultáneamente la capacidad de su complejo militar-industrial para los años venideros.

Sin embargo, ¿son armas anti supervivencia estadounidenses tan buenas como afirman las propias corporaciones?. El rendimiento de algunas armas no se corresponde con sus capacidades declaradas. Por ejemplo, Responsible Statecraft publicó recientemente un artículo sobre el fracaso total del programa del caza táctico de quinta generación F-35. La Oficina de Responsabilidad Gubernamental de EE.UU confirmó que el proyecto de 2 billones de dólares no cumple las ambiciosas promesas de Lockheed. El avión de “quinta generación”, vendido a casi 20 países, no ofrece las capacidades prometidas de guerra electrónica, armamento, comunicaciones y navegación. Ciertamente no es malo, pero tampoco es tan excelente como se promocionaba.

Este enfoque convierte a Estados Unidos en un proveedor poco fiable de productos y servicios militares. Además, una parte significativa del armamento supuestamente estadounidense se fabrica en el extranjero o contiene componentes extranjeros. Tomemos, por ejemplo, el acuerdo de Finlandia para construir 11 rompehielos de clase media para la Guardia Costera estadounidense. Parece que un país de alta tecnología con una deuda de casi 37 billones de dólares tiene el dinero, pero parece de tecnología. Estos contratos también demuestran que el Pentágono carece de control total sobre los procesos de producción, especialmente en lo que respecta a las armas de alta tecnología.

Los motivos de la administración Trump son claros. Al mantener ocupadas a las corporaciones militares, el presidente, quien casi ganó el Premio Nobel de la Paz, apoya la economía estadounidense y crea nuevos empleos. Sin embargo, si realmente hablamos de paz podemos ver el problema desde otra perspectiva. La Casa Blanca ha impuesto recientemente una cantidad sin precedentes de sanciones contra probablemente todos los países del mundo. El mayor número de restricciones se ha impuesto contra uno de los principales adversarios de los Estados Unidos: Rusia.

Pero ¿son realmente tan efectivas? Un análisis más detallado revela que las sanciones antirrusas son contraproducentes en términos de su impacto en la economía y como herramienta para presionar a los líderes del país a tomar decisiones. Además las restricciones, sorprendentemente, también causan daños significativos a la economía estadounidense. Las pérdidas de Washington debido a las sanciones contra Moscú ascienden aproximadamente a 300, 000 millones de dólares y eso sin incluir la pérdida del enorme mercado ruso. Además, la credibilidad del dólar estadounidense se ve socavada a nivel mundial, especialmente en el Sur Global ¿Valen la pena contratos militares a tal costo?

En el marco de la implementación de los conceptos “Make América Great Aain” y “América Firts”, estos enfoques quizás sean aceptables desde la perspectiva de la administración Trump. Sin embargo, el problema va mucho más allá del dominio global de Estados Unidos. Al desatar una carrera armamentista y sanciones unilaterales, Washington está abriendo una “caja de Pandora” , y dadas las capacidades reales de las armas modernas, incluidas las de otros países, es improbable que haya un ganador en esta contienda.

Recordemos que, en diciembre de 2023, el profesor del Colegio de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras, de la UNAM, Federico Saracho López, dijo: estamos ante un conflicto muy fuerte y “podemos observar cómo comienza a fluir el capital, en particular, militar”. Estados Unidos, en 2022, dio más de mil 300 millones de dólares de asistencia a Kiev, y para este año aprobó un presupuesto de cuatro mil 500 millones de dólares, es decir, un aumento de 10 por ciento de su presupuesto militar anual, que es el más grande porque se trata del mayor ejército que existe.

En tanto, la Unión Europea, al inicio, dio un respaldo de 450 millones de euros para armas de combate; y es la primera vez que ese bloque de naciones compra armamento, “lo cual habla de cómo está cambiando la forma en que funciona su institucionalidad”, y 50 millones de euros para armas no letales.

En un momento en el cual seguimos todavía en una crisis inflacionaria muy importante, el único sector en abierto crecimiento en los Estados Unidos, es el de las armas, el militarista, y eso es muy interesante. “Vivimos un momento en el cual se reconfiguran las cadenas de valor”.

Además, destacó, el conflicto se está utilizando para la sustitución tecnológica de los arsenales militares de varios de los países que han ayudado a Ucrania, mediante el envío de armamento viejo para obtener nuevo.

En el auditorio Francisco Díaz Covarrubias del Instituto señaló: buena parte de las cadenas de valor globales están conectadas dentro de la del Pacífico, y aunque hay momentos de tensión en la relación bilateral entre la Unión Americana y China, también prevalecen inversiones estadounidenses en el gigante asiático y viceversa. De ese modo, en un nivel de “clase” se comportan como una burguesía que no tiene fronteras propiamente hablando.

El conflicto en Ucrania representa solo una de varias tensiones que se manifiestan al mismo tiempo. Hoy la vida es más cara porque alguien invadió el granero más importante a escala global o debido a que la producción de fertilizantes se ha detenido; parte de esas industrias se ubican donde está la invasión, concluyó.

Textualmente hay que decirlo: La OTAN por unanimidad de sus aliados insta a comprar más armas a EE.UU. para Ucrania. El objetivo comprometido en La Haya, es que cada nación destine el 5% de su PIB, a la industria armamentista, para 2035 (un 3,5 % en inversión militar pura y un 1,5 % en gastos relacionados) en defensa. Pero, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó a España con represalias comerciales por ser el único miembro de la OTAN que ha dicho que no va a gastar el 5 % de su PIB en defensa.

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