Su uso ayuda a mitigar la erosión de no usarlo la producción agrícola global incrementaría las emisiones de carbono como resultado del uso de más combustibles
La Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA por sus siglas en inglés), ratificó que los herbicidas con base en glifosato no son carcinogénicos y que su uso no implica riesgos comprobados para la salud.
Estos hallazgos científicos son consistentes con las conclusiones de las revisiones realizadas por las agencias regulatorias de más de 160 países, así como por los más de 800 estudios científicos y revisiones realizadas por académicos e investigadores de todo el mundo, que en conjunto configuran uno de los compendios científicos más extensivos sobre un producto en la historia humana, y comprueban que el uso del glifosato es seguro.
Recientemente, el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos (NIH por sus siglas en inglés), la Comisión Conjunta sobre Residuos de Pesticidas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO por sus siglas en inglés), y la Organización Mundial de la Salud (WHO por sus siglas en inglés) reafirmaron que el glifosato no causa cáncer. Asimismo, otras agencias regulatorias en Europa, Canadá, Japón, Australia, Corea, y en otras regiones, rutinariamente revisan todos los productos pesticidas aprobados y han confirmado consistentemente que el glifosato no causa cáncer.
En Protección de Cultivos, Ciencia y Tecnología (PROCCYT) consideramos que la confirmación realizada por la EPA es una prueba más a favor del uso de esta sustancia, la cual además de ser inocua para la salud humana es necesaria para garantizar la seguridad de la producción agrícola, cuya demanda se mantiene en continuo crecimiento por el aumento de la población global.
En este sentido, es importante destacar que, por su seguridad al medio ambiente y a la salud humana, la aplicación de glifosato permite que los agricultores no usen otros métodos para la eliminación de malezas como el arado con tractor o el método tradicional roza, tumba, o quema lo cual genera gases de efecto invernadero tanto por el uso de combustible como por el proceso en sí mismo, además de erosionar el suelo.
El glifosato ayuda a mitigar la erosión. Se calcula que, de no usar glifosato, la producción agrícola global incrementaría las emisiones de carbono como resultado del uso de más combustibles y una menor capacidad del suelo para atrapar estos compuestos, lo que significaría agregar 11.8 millones de automóviles por año.
De igual forma, se ha comprobado que la aplicación de glifosato antes de la siembra de un cultivo coadyuva a incrementar el rendimiento de las cosechas entre 25 y 30% gracias al adecuado manejo de malezas que este producto permite. Este incremento resulta relevante si se considera que, de acuerdo con la FAO, anualmente entre el 26% y el 40% del potencial agrícola del mundo se pierde por las malezas, plagas y enfermedades, y esas pérdidas pueden duplicarse sin el uso de prácticas adecuadas de protección de cultivos. Se estima que, si no se utilizara glifosato en la producción de canola, cebada, trigo y maíz de los Estados Unidos, los rendimientos caerían en 22%, lo que traería impactos en el acceso y costo de los alimentos.
Este anuncio de la EPA es tan sólo el más reciente ejemplo de una agencia regulatoria global reafirmando que el glifosato no es carcinogénico. Las agencias regulatorias requieren de más de 100 estudios antes de permitir que un producto ingrese al mercado. Todos los estudios sometidos ante las agencias regulatorias se conducen de acuerdo con estándares internacionalmente reconocidos y auditados. Todos los estudios de seguridad deben realizarse usando Buenas Prácticas de Laboratorio, lo que asegura que las pruebas se lleven a cabo apropiadamente y que los resultados sean confiables.
En esta decisión de la EPA la agencia también destacó que su evaluación sobre el cáncer es “más robusta” y “más transparente” que la revisión de la IARC de 2015, que sólo consideró un subconjunto de estudios publicados incluidos en la evaluación de la EPA, en tanto que su decisión fue tomada a puerta cerrada, y sin comentarios durante el proceso o revisiones externas de pares.
La IARC, Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, cambió la clasificación del glifosato del grupo 2B “posible carcinogénico para los humanos” al 2A “probable carcinogénico para los humanos”. Posterior a ello la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) realizó una re-evaluación del glifosato contemplando más estudios que la IARC y llegó a la conclusión de que es improbable que el glifosato presente un peligro cancerígeno para los humanos.
Foto: Archivo (Ilustrativa)