Columnas

TLAHUELILPAN, EL MEMORIAL

Por José Santos Navarro

Ellos, todos están muertos pero sus nombres siguen vivos como si se les pasara lista: Antonio, Beatriz, Gabriel, Edgar, Saray, Norma, Pedro, Osvaldo, Pascuala… Son 136 nombres, 136 las víctimas de Tlahuelilpan. El olor a carne quemada, las teas humanas, el dolor indescriptible; la indignación herida abierta.

Son 136 historias de tristeza y dolor, sólo una de corrupción. La de siempre, donde el pueblo pone los muertos y los gobiernos en turno las condolencias, los memoriales, los ataúdes, los discursos de letra muerta y vivas promesas llenas de “bla, bla, bla, bla…”

Aquel 18 de enero de 2019 hubo voces oscuras y criminales que convocaron, invitaron a la población a ir por gasolina, que había mucha gasolina, que era gratis, que llevaran bidones, cubetas, botes y, la gente, azuzada convirtió aquella tarde en fiesta fatal.

Dicen que fue una desgracia, para otros una trampa. Lo cierto es que muertos, heridos y vivos no sólo en Tlahuelilpan, sino en todo México creen, saben y juran que fue una trampa preparada, una “bienvenida” al nuevo gobierno de la 4T y una demostración de cómo las fuerzas oscuras del pasado pueden desestabilizar al país.

Hoy sólo un montón de sueños quebrados, huérfanos, viudas y cruces con nombre y la misma fecha dan fe de aquella funesta tarde de viernes donde 136 personas pasaron a formar parte de ese raro calendario de tragedias de la Santa corrupción como Aguas Blancas, la Guardería ABC, Acteal, Pasta de Conchos, San Juanico, News Divine, Casino Royale… donde la corrupción e impunidad política han sido la mecha.

Hoy, sólo las víctimas colaterales saben del dolor, mastican la rabia y guardan un recelo contra alguien, no saben contra quién, pero, algún día lo sabrán. Mientras esa misma pena sirve de calmante para el dolor, matiza el recuerdo, pero también estalla el resentimiento y quizá odio, en contra de aquellos que gritaban: “Hay gasolina, vayan, es gratis, lleven bidones, tambos…”.

Luego vino la mano criminal, la que causó la tragedia acompañada de la otra mano, la del discurso de que habrá justicia y ayuda. El panteón de la comunidad de San Primitivo en este primer aniversario de la tragedia, se vio pletórico de flores, cantos, rezos y dolientes. Fue como un día de muertos fuera de calendario. El gobierno de la 4T pagó páginas en diversos medios en memoria de las personas fallecidas. La mano negra se esconde y guarda silencio, no así, familiares de las víctimas quienes afirman que no les ha llegado ni la justicia ni la ayuda.

Hoy, en torno a aquella vieja zanja -arteria de aquel extenso y mortal alfalfar- que sirvió de represa para palear la gasolina, hay cruces con el nombre de las víctimas que, entre todas, dejaron 198 huérfanos y más de cien millones de mexicanos indignados.

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