Actualmente hay 511 internos que son considerados indígenas
Más de 60 internos del Centro de Reinserción Social Varonil de Santa Martha Acatitla están aprendiendo el idioma tzeltal, en clases que brinda un interno de origen chiapaneco.
Lorenzo Jiménez Méndez, originario de un poblado cercano a San Cristóbal de la Casas, Chiapas, interno desde hace nueve años en el Ceresova, imparte el curso de idioma tzeltal básico, desde hace ocho meses en ese Centro Penitenciario.
El Subsecretario de Sistema Penitenciario de la Ciudad de México, Hazael Ruíz Ortega, explicó que actualmente hay 511 internos que son considerados indígenas en los Reclusorios de la capital.
“Todos ellos reciben apoyo para mantener sus usos y costumbres aun estando en prisión y además se les brinda asesoría a través de instituciones como el Instituto Nacional Indigenista (INI) o la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec) en sus procesos y necesidades”, explicó el subsecretario.
El proyecto comenzó cuando el interno Jiménez Méndez y tres compañeros más que son de la misma comunidad chiapaneca, se encontraron hablando en su idioma y se acercaron otros que no pertenecen a ninguna comunidad indígena y se interesaron por su forma de hablar y le pidieron que les enseñara a hablar tzeltal.
Fue entonces que se acercaron al Centro Escolar del Ceresova y junto con personal de la institución programaron un curso cuatrimestral al que se inscribieron 30 alumnos y ahora comenzaron el segundo curso.
Sus alumnos comentan que inscribirse para aprender tzeltal es también una forma de romper con la discriminación que se tiene en muchos sectores de la población indígena, además de que siendo bilingüe puede llegar una oportunidad de trabajo.
“Todo lo que les enseño en básico, únicamente para lograr mantener una comunicación mínima cuando vayan a Chiapas, tanto verbal como por escrito, pero ya estamos preparando una segunda etapa con un nivel más avanzado”, comentó Lorenzo.
Cuenta que desde los 13 años de edad salió de Chiapas. “Vine por necesidad, allá apenas ganaba 15 pesos diarios por trabajar todo el día en el campo o en el café.
“Fue aquí en la CDMX donde conocí a mis amigos del alcohol, que se juntaban debajo de un puente y ya pasaba mucho tiempo con ellos”.
Hace nueve años alcoholizado fue detenido y acusado de un delito sexual, del cual dice ser inocente pero fue condenado a pasar 14 años interno.
Relata que al principio su estancia en la cárcel era una carga muy pesada y se resistía, pero que a partir de hace dos años se ha dado la oportunidad de cambiar y hacer todo lo posible por ser una mejor persona, empezando por repetir sus estudios de primaria.
“Todos llegamos a tropezar como seres humanos y tenemos la oportunidad de levantarnos”, expresa.
El Ceresova cuenta con una población de dos mil 43 internos, y de ellos la mitad participa en algunos de los 23 talleres extraescolares que se imparten en el Centro Escolar donde también participan 20 internos como talleristas.