El estudio de la belleza no se restringe al plano estético, sino implica un análisis antropológico y político
En un mundo global, cada día aparecen tendencias nuevas que se imponen en una sociedad ávida de modernidad y formas exclusivas de identidad, en las que la apariencia pesa más que la inteligencia.
El artículo Entretejiendo la belleza y el cuerpo –publicado en el libro Prácticas corporales en la búsqueda de la belleza, coeditado por la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)– recopila una serie de análisis acerca del significado de belleza en diferentes contextos occidentales.
En la actualidad los concursos de belleza, las cirugías plásticas y los tratamientos de belleza tipo spa se entrelazan a los intereses económicos fomentados por la industria de la imagen que ha terminado por gobernar el mundo de la apariencia y el culto al cuerpo.
La blancura de los recién nacidos es alabada, “el buen vestir” fomentado, se reconoce un cuerpo joven y delgado, mientras las pieles morenas, la obesidad o la vejez son menospreciadas, a partir de arquetipos de diferenciación social esculpidos en cada una de las etapas de la historia moderna.
Todas las culturas muestran prácticas rituales de belleza que para el resto del mundo suelen ser cuestionables, por ejemplo los chinos solían vendar los pies de las mujeres para reducir su tamaño provocando agudos dolores que les impedían caminar con libertad; los mayas practicaban la deformación craneana; en África o Nueva Guinea decoran sus cuerpos con escarificaciones en la piel y en Birmania las mujeres acumulan aros en el cuello para alargar su tamaño.
Los doctores Verónica Rodríguez Cabrera y Elsa Muñiz García, académicos de la Unidad Xochimilco de la UAM, y Mauricio List Reyes, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, autores del artículo, aseguran que el estudio de la belleza en relación con los cuerpos no se restringe al plano de lo estético, su comprensión conduce al estudio antropológico y político del contexto en el que se desarrollan.
Los autores analizan cómo el Photoshop transformó la percepción sobre la apariencia de las cosas. Imágenes y autorretratos recorren el mundo a través de las redes sociales, que han servido para modificar la manera como “nos percibimos y queremos que otros nos perciban”; el componente de la belleza se vuelve de autodiferenciación dejando de ser un asunto especial para pasar al plano de lo cotidiano.
El artículo cita a Virginia Wolf, quien dijo: “la belleza era un sueño, un mito, una industria de manipulación y una construcción cultural; sus víctimas eran mujeres y su autor el patriarcado”, para la escritora más que hacer una definición de belleza, es necesario denunciar la existencia de un criterio único y universal de patrones y estereotipos promovidos a nivel global.
Los artículos del libro analizan la belleza del cuerpo, así Juan Francisco Escobedo recupera el caso del embellecimiento masculino; Camille Couvry se centra en los concursos de belleza de la Francia rural; Tania Hoff plantea cómo la publicidad incorporó los cuerpos diferentes para favorecer la expansión del mercado, mientras Maider Tornos Urzainki reflexiona sobre la imagen que devuelve el espejo para ser corregida en la búsqueda eterna de un cuerpo cada vez más delgado.
Sin importar si se tiene éxito o no, las prácticas de belleza influyen en la vida, mientras exacerban el dolor, el miedo a envejecer, la obsesión por un cuerpo fitness y por la aprobación social respecto a los cánones de belleza en turno; sin embargo, el riesgo de una obsesión es que conduce a trastornos psicológicos y alimenticios que provocan anualmente la muerte de miles de jóvenes.