Los recursos son utilizados para cubrir gastos básicos y no modifican la economía de los lugares de origen de los migrantes
De los 30 mil 652 hogares que se estima reciben remesas en el país, 32 por ciento son indígenas, principalmente de Chiapas, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Veracruz y Yucatán, afirmó Carolina Sánchez García, del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad de la UNAM.
Estos recursos –que se estimaron como el seis por ciento de los ingresos totales por remesas a México en 2014– son utilizados para cubrir gastos básicos: alimentación, vestido, vivienda, salud, educación, deudas y créditos, y no hay un excedentes para el ahorro o la inversión.
“Debido al alto nivel de pobreza, las remesas no tienen una incidencia mayor, no se modifica la economía de manera sustancial en los lugares de origen”, aseveró la especialista durante la primera sesión del año del Seminario de Investigación sobre Sociedad del Conocimiento y Diversidad Cultural.
Durante su ponencia “Cultura, transferencias salariales y migración”, explicó que el envío de remesas tiene una dimensión social, pues con estos recursos los miembros de algunos grupos étnicos participan en la toma de decisiones comunitarias, y el ayudar a cubrir gastos rituales y de las fiestas patronales se constituye como un criterio de membresía ciudadana.
Las remesas, prosiguió, son utilizadas para pagar a otras personas que los sustituyan en un cargo civil o religioso, a jornaleros para que trabajen la tierra. “Las remesas generan empleo y el estatus o servicio social puede cambiar por estas aportaciones al trabajo colectivo”.
Quien ha sido consultora del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), añadió que la pobreza ha impulsado a los indígenas a involucrarse cada vez más en los procesos migratorios y han diversificado sus destinos en Estados Unidos y Canadá, sus rutas y los mercados de trabajo a los que se incorporan: la agricultura, los servicios, la industria de la construcción y la maquila, entre otros.
El censo de población de la Unión Americana, refirió, indica que hay alrededor de 31 grupos étnicos de México en esa nación, con gran dispersión. Los mayas, por ejemplo, están presentes en sus 50 estados, los tarahumaras en 41 y los mixtecos en 40.
Estos indígenas mantienen vínculos con su comunidad de origen, por lo que se requiere repensar los conceptos de territorio, cultura y comunidad, además del sentido de pertenencia.
“De igual manera, tendríamos que considerar cómo impactan las remesas en su cultura, educación, relaciones de género, conocimientos sobre su entorno natural, medicina tradicional, sistemas religiosos y la transferencia generacional del conocimiento ancestral”, concluyó la también integrante de la Red de Antropólogos Iberoamericanos.