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Otra verdadera joya de la 4T: facilitan la fuga de 3 cómplices del cártel del Chapo

Por Jesús Sánchez Ramírez

Qué duro cuando la realidad te planta una bofetada precisamente donde más te duele. Y vamos a platicar, sí, ya lo adivinó usted, de la corrupción imperante y galopante en la auto nombrada 4T. De cómo en el bastión principal del partido en el poder, Morena, hay funcionarios públicos de todos los niveles coludidos con la fuga de tres cómplices del Cártel de Sinaloa, de Joaquín «El Chapo» Guzmán. Y el sospechosismo recae, antes que nadie, en el juez Felipe de Jesús Delgadillo Padierna, primer sobrino de dolorosa diputada morenista, pues fue quien los sacó de un reclusorio de máxima seguridad y los trasladó a uno común y corriente.

Vaya joya reluciente la que tienen que opacar los personeros de la 4T, aquellos que claman que no tienen un García Luna en sus filas, en el gabinete, pese a que es la segunda ocasión en que «sin querer queriendo» facilitan el camino a la libertad a otros operadores del Chapo Guzmán. Porque no crean que la detención-retención y posterior liberación de Ovidio Guzmán López, quien se burló de la justicia y de todos los mexicanos al obligar, dijo el gobierno en su momento, a dejarlo libre para evitar un derramamiento de sangre.

¿Ahora, a cuántos habrán amenazado con matar los narcos para que liberaran a sus tres compinches? Los hombres son: Luis Fernando Meza González y Víctor Manuel Félix Beltrán originarios de Culiacán, Sinaloa, así como Yael Osuna Navarro, originario de Nayarit. El segundo de ellos es el operador financiero de los hijos del capo protagonista del juicio del siglo en Nueva York, y estaba en lista de ser extraditado a Estados Unidos. Es, además, hijo del consuegro del Chapo, Víctor Manuel Félix Félix, «El Señor», toda una institución en la nefasta industria del narcotráfico y la delincuencia organizada.

Lo peor de todo es que hasta coche y chófer les pusieron a los narcos, por decirlo de algún modo, ya que los ocho custodios detenidos, hasta el momento, les facilitaron no sólo ropa, traslado y conductor, sino que, presumen, les habrían dicho: «pase por aquí señor narco; tengan la bondad, esté es el camino». Ya se puso un cinturón de seguridad en todas las salidas de la ciudad, como si los narcos no hubieran sabido aprovechar las dos horas que tuvieron de ventaja antes de dar la voz de alerta sobre la evasión. ¡Qué tierna ingenuidad!

¡Ah, cómo extraño a aquel Peje que cuando era oposición y eterno candidato, ante casos como el presente pedía las renuncias del Presidente hasta el barrendero! Ahora, muy por el contrario, se apresura en deslindar a la señora jefa de gobierno de la CDMX. Dice que no hay complicidad con altos funcionarios y remata con que él tiene otros datos. ¡Ah qué tiempos aquellos, señor don Simón!

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