Ciencia y tecnología

Volcán Popocatépetl, monitoreado con tecnología de última generación

Cuenta con 11 cámaras y 12 sismómetros -algunos de banda ancha-, estaciones para medir deformación, sensores infrasónicos, estaciones meteorológicas.

El desarrollo tecnológico ha incrementado y mejorado la vigilancia del volcán Popocatépetl, y hoy se cuenta con alrededor de dos mil 400 datos por segundo del coloso, provenientes de instrumentos y comunicaciones como sismómetros, estaciones GNSS (sistema global de navegación por satélite), mediciones de deformación y señales de infrasonido, afirmó Paulino Alonso Rivera, del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).

Tecnología que fue adquirida durante el pasado sexenio, por lo que el estado actual de la instrumentación del volcán consiste en 11 cámaras y 12 sismómetros -algunos de banda ancha-, estaciones para medir deformación, sensores infrasónicos, estaciones meteorológicas y u detector de flujos de sedimento y agua (lahares).

Alonso Rivera habló sobre la prospectiva para los próximos años, y dijo que se planea el mejoramiento de la red de monitoreo geoquímico, incluir otro tipo de sensores para la medición de emisiones de gases y la posibilidad de instalar una cámara térmica de manera permanente. En cuanto al aspecto humano, abundó, se plantea un sistema de alertamiento en conjunto con otras instituciones, «por lo pronto, por el peligro de los lahares».

A su vez, Diana Vázquez, también integrante del Cenapred, explicó que el monitoreo se realiza las 24 horas de todos los días del año, «labor difícil por la logística y presupuesto que implica, por la necesidad de personal especializado para el mantenimiento en campo y laboratorio de los equipos (monitoreo, análisis e interpretación de datos) y para la difusión de la información.

En tanto, José Gilberto Castelán Pescina, de la Dirección de Instrumentación y Cómputo del Centro, detalló que se trata de un conjunto de elementos relacionados entre si para proveer información oportuna y eficaz a comunidades expuestas, y para que las autoridades puedan actuar de manera apropiada y reducir el daño a las personas. «Es un trabajo conjunto con la UNAM, municipios y gobiernos estatales; involucra a todos», dijo.

Por lo que respecta a la capacidad de respuesta, se ha trabajado con las unidades estatales y municipales para la elaboración de planes de operación y evacuación, y sus protocolos, de forma que hoy se cuenta con un solo plan operativo para el volcán, donde cinco entidades tienen establecidos mecanismos de acción.

Expertos del Instituto de Geofísica

En el último cuarto de siglo, el volcán Popocatépetl ha marcado cambios en el país y ha evidenciado el impacto del conocimiento científico en beneficio de la sociedad, especialmente para impulsar medidas de protección, coincidieron expertos en el Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.

Hugo Delgado Granados, director del IGf, afirmó que en este tiempo han tenido contacto con la realidad. “Nuestra ciencia no solamente es físico-matemática o geoquímica, sino que nos permite apoyar a la sociedad con estos conocimientos, y siempre hemos tenido apoyo del Centro Nacional de Prevención de Desastres y de Protección Civil federal”.

Delgado Granados recordó que la primera gran fumarola se registró el 21 de diciembre de 1994, pero desde 1990 el Popocatépetl comenzó a mostrar los primeros signos de activación.

Tras dar seguimiento y realizar investigaciones, los expertos de esta casa de estudios se comunicaron con el entonces coordinador de la Investigación Científica, Gerardo Suárez, quien se contactó con el Cenapred y el Instituto de Ingeniería, para conformar, junto con el IGf, un primer comité asesor y revisar los estudios de gases, muestras de azufre y sismología del volcán.

En tanto, Guevara Ortiz destacó que en estos años el coloso ha marcado el rumbo de trabajo en la protección civil, y en la gestión del riesgo. “Es un volcán que ha estado presente en la historia del país, inspiración de artistas…”.

El Popocatépetl hoy

Carlos Valdés González, director del Centro de Estudios Mexicanos UNAM Costa Rica, recordó que nuestro territorio tiene más de dos mil volcanes, 12 de ellos considerados activos o peligrosos, y cerca de los cuales vive aproximadamente 75 por ciento de la población.

De diciembre de 1994 a 2019, ha presentado más de 83 domos o tapones, lo que implica que hay un equilibrio entre el material que asciende y su destrucción. Además, se han analizado más de cinco mil 500 sismos originados en el coloso, donde la actividad principal se localiza a dos kilómetros sobre el nivel del mar y hasta dos kilómetros por debajo del nivel del mar.

Las mejoras en la instrumentación y los sistemas de monitoreo han permitido revisar en tiempo real la información, además de hacer análisis que permiten tomar mejores decisiones. “Da la impresión de que la actividad va aumentando, pero hay un equilibrio de fuerzas entre la presión que ejerce el edificio volcánico y el material que quiere salir; mientras haya un equilibrio tendremos una situación estable”, aseguró.

Destacó que la actualización del mapa de riesgos del volcán es clave para llegar al medio millón de personas que viven en sus alrededores, “pero es necesario seguir trabajando para hacer llegar la información más precisa a la comunidad”.

 Mejor monitoreo volcánico

En los últimos dos años, la UNAM, el Servicio Sismológico Nacional y el Cenapred han realizado importantes esfuerzos para modernizar la red sismológica y de geofísica del Popocatépetl, destacó Marco Caló, investigador del IGf.

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Esto implicó no sólo la reparación de los equipos que ya no funcionaban, sino la instalación de sensores sísmicos de última generación; colocar equipos de GPS para las estaciones más cercanas al cráter; sensores de monitoreo meteorológico; instalación de video de alta definición y un sistema de transmisión de datos robusto capaz de garantizar el monitoreo también en caso de eventos mayores.

“Todas las estaciones que monitorean el volcán están sujetas a un peligro muy elevado por la caída de balísticos, y si añadimos el peligro de lahares (flujos de sedimento y agua), todas las estaciones podrían ser afectadas en caso de un evento mayor”, detalló.

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La idea era modernizar y hacer más eficientes las estaciones alrededor del volcán, además de tener nuevas estaciones que estén más alejadas, pero que permitan tener control de lo que ocurre bajo el volcán, sin dejar de lado un sistema híbrido de transmisión de datos que aprovechen los sistemas satelitales y los servicios de radio.

Con estos sistemas los expertos esperan conocer mejor la estructura interna del volcán, algo difícil de lograr, pero con los nuevos sistemas se podrá “tener una resolución exhaustiva que permita caracterizar cámaras magmáticas, conductos y estructuras que aún no se conocen, pero que podrían tener una gran implicación en el estudio del Popo”, finalizó el investigador.

Castelán Pescina comentó que hace un cuarto de siglo se contaba con instrumentación analógica, transmisión por radio, unas cuantas computadoras y medios de comunicación escuetos en la transmisión de la información; hoy, cuando ocurre un evento importante, de inmediato se transmite en redes sociales y se solicita información a los expertos.

En 1998, añadió, se detectaban las explosiones con cámaras analógicas, tecnología que permitía ver un destello en la parte superior del cráter y algunos fragmentos incandescentes en imágenes de poca calidad. Con los años mejoró la resolución hasta detectar la actividad eruptiva con gran detalle.

Fotos: UNAM

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