Columnas

2020, un año que debemos tener muy en cuenta para no repetir los errores y desaciertos vividos

Por Jesús Sánchez Ramírez

Hay quienes dicen que este año no debería ser recordado. Que ha marcado la peor tragedia de la Humanidad en el nuevo siglo. Que por las muertes y desgracias causadas no debería estar en el consciente colectivo.

Disiento. Por el contrario, debemos poner en un sitial preponderante a estos doce meses que nos trajeron más tristezas que alegrías. ¿Por qué? Porque nos dieron la oportunidad de seguir vivos. De llorar a quienes nos dejaron y porque nos llevaron a un estadio que distaba mucho de nosotros.

Cierto que hemos lamentado pérdidas que dejan huecos inllenables, pero también dejan huellas indelebles en nuestros corazones. No hay que perder de vista que así como hubo seres que nos dejaron también hubo otros que ocupan nuestros corazones. Porque junto a nosotros vienen hijos, nietos, bisnietos y amigos que seguramente- están sufriendo pero también están listos o preparándose para lo que viene-.

Reconozcamos la oportunidad que nos ha dejado la pandemia del coronavirus para que quienes nos anteceden o preceden se aposten ante el futuro con firmeza. Bien plantados.

Es cierto que hemos perdido fuentes de empleo, pero también hay que recordar que el fenómeno nos plantó en el nuevo contexto del «home Office» o trabajo en casa. Nos puso en la mano nuevas tecnologías que, de no pasar por lo que pasamos, hubiéramos tardado años en plantearnos. Sí, este año hemos llorado y mucho a muchos. Amigos, compañeros, familiares y conocidos dejaron de ser rostros conocidos para difuminarse con la luz del atardecer, pero su ausencia hoy es más presente que nunca. Celebremos la vida aunque convivamos con la muerte enmascarada.

Saquemos fuerzas de flaqueza. Encontremos lo bello de cada día. Celebremos la vida que nos nutre con la sonrisa de cada uno de nuestros seres queridos. Porque el Sol regresa luego de regalarnos con su ausencia noches estrelladas. El mundo no se nos ha acabado.

Luchemos juntos a la distancia. Seamos el caparazón que cubre a todos. Tenemos la suerte de lidiar con una plaga que nos ha puesto a prueba y vamos avante. Cuidémonos a nosotros para proteger a los demás. Pero nunca, nunca, olvidemos los tiempos malos que nos ayudan a valorar no lo que tenemos, sino a quienes queremos. Y como dijo Mercedes Sosa: «gracias a la vida».

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