Columnas

¡Al carajo!

Copiadura

Por Galio Guerra

Una vez más el señor presidente de la República ha proferido gritos cuyo significado ofende no sólo al emisor ni al receptor, sino sobre todo a aquellos que están en el radio de acción de su sonoridad.

No estoy en la inteligencia de saber si el solitario de palacio tiene conocimiento de la fuerza o significancia de las palabras en su boca.

Muchas de ellas son tanto sustantivo como adjetivo y por ello devienen en gran responsabilidad al salir de tan ceceante oquedad.

Durante su conferencia mañana el señor López fue inquirido sobre su negativa a acercarse al lugar donde colapsó la infraestructura de la Línea 12 del Metro, con el consecuente resultado de destrucción, sangre y muerte.

Su respuesta, más que indolente fue ofensiva tanto para quienes fallecieron como para sus deudos y todos aquellos que los acompañan en su dolor.

¿Por qué?
Porque, una vez más, el dictadorcito politizó algo que tenía que ser humanamente tratado. Dijo que visitar a las víctimas y sus familiares era de neoliberales y conservadores.

Dios, me preguntó yo, ¿qué tiene este sujeto no en el cerebro, sino en el corazón? ¿Cómo es posible que se atreva a decir que primero los pobres, cuando los humilla y ofende con sus acciones y declaraciones?

¿Y, sabe que fue lo más nefasto? Que coronó su diatriba con un ¡Al carajo! Sí, en verdad. ¡Al carajo!
Ojalá su malignidad sepa el alcance de sus palabras, porque con ellas no sólo mandó al diablo a las instituciones, sino que nos reveló que para él los pobres son sólo una herramienta para llegar al poder y lo describen de cuerpo entero.
Vaya desprecio que siente por el pueblo quien se vale de él para llegar al poder.

Creo que él, al igual que Roger Bartra, también se cansó de ser quien era y ahora es la muestra palmaria de que «el poder atonta a los inteligentes, y a los tontos los vuelve locos».
Palabra del señor.

Arriba