Salud y nutrición

Académicas de la IBERO reflexionan sobre las ventajas de hacer un alto a la contaminación auditiva

Detente un momento y escucha a tu alrededor. Varios sonidos se mezclan: desde los que provee la naturaleza hasta aquellos que son creados por el ser humano. En todo momento estamos rodeados de melodías, ruidos, murmullos… incluso cuando estamos solos, nuestros diálogos internos nos acompañan. Parece, entonces, que el silencio es un estado inalcanzable.

El silencio ha sido un tema constante en disciplinas como la filosofía y técnicas de meditación como el mindfulness; también forma parte de conceptos como el Ma japonés y en la música, para muchos, las pausas son las que dan vida a la melodía. En la academia, investigadores(as) han buscado proteger la huella sonora de las ciudades y cuidar los últimos recintos para ‘escuchar’ el silencio.

De acuerdo con un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicado en marzo de este año, para 2050 se espera que una de cada cuatro personas presente problemas auditivos y al menos 700 millones de los afectados necesitarán atención otológica para mejorar su audición, así como otros servicios de rehabilitación, por lo que la prevención es indispensable.

Datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) arrojan que el ruido causa 72 mil hospitalizaciones y 16 mil 600 muertes prematuras al año. Mientras que 13 millones de personas de los países miembros de la OCDE, entre ellos México, estarían sufriendo daños fisiológicos y psicosomáticos muchas veces irreversibles a causa de la excesiva sonoridad.

Frente a estos escenarios, se han impulsado el Día Mundial de la Audición (3 de marzo), El Día de la Descontaminación Acústica (12 de junio) y el Día Internacional de la Conciencia sobre el Problema del Ruido (25 de abril), y cada país ha generado sus propias reglamentaciones para cuidar la salud auditiva de los habitantes, aunque muchas veces no se respetan o constantemente se violan.

Para la OMS, cualquier sonido que esté por encima de 65 decibeles se considera ruido. Al superar esta escala, entramos al terreno de lo dañino y doloroso. Apenas en marzo pasado, el Congreso de la CDMX aprobó una reforma en la que cataloga al ruido excesivo como una actividad riesgosa, por lo que se impondrían multas y arresto a quienes hagan ruido mayor a 65 decibeles.

También se ordenó que desde el 1 de enero de 2024 se tendrá que elaborar el primer mapa de ruido en la capital mexicana, a fin de conocer a fondo la situación acústica de cada zona y deberá ser actualizado cada cinco años. El fin es tener un diagnóstico claro que permita tomar acciones y ejecutar políticas públicas sobre este tema.
¿Eres capaz de recrear el sonido de estas máquinas que continuamente invaden las calles?

Defender el silencio es defender la vida

Para la Dra. Jimena de Gortari, coordinadora de Investigación de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y experta en entornos acústicos saturados,  «el silencio nos marca pausas, ritmos, recorridos y establece jerarquías; nos permite ubicarnos en un punto de contemplación donde al estar el ruido ausente, nos estimula a mirar, escuchar y sentir más detenidamente”.

Agrega que los efectos del ruido en la salud pueden ser irreversibles y acumulables. “Los perjuicios en la salud varían desde trastornos puramente fisiológicos, como la conocida pérdida progresiva de audición, hasta los psicológicos, al producir una irritación y un cansancio que provocan disfunciones en la vida cotidiana, tanto como en el rendimiento laboral”.

A decir de la especialista del Departamento de Arquitectura,Urbanismo e Ingeniería Civil, otras afectaciones son la perturbación del sueño, estrés, irritabilidad, agresividad, cansancio, dolor de cabeza, problemas de estómago, alteración de la presión arterial, alteración del ritmo cardiaco y de los niveles de segregación endocrina, depresión del sistema inmunológico, entre otros.

La OMS ha señalado que la contaminación acústica es la segunda causa de enfermedad por motivos medioambientales, después de la atmosférica. Un estudio publicado en 2017 por el Miami Hearing Technologies, The Worldwide Hearing Index, colocó a la Ciudad de México en el octavo lugar de las urbes donde los habitantes sufren mayor pérdida auditiva.

La académica ha sido impulsora del Diario Sonoro, un proyecto que surgió durante la pandemia con el fin de ‘limpiar los oídos’ y escuchar con atención lo que ocurre a nuestro alrededor, y llevar un registro de esos sonidos, sobre todo de aquellos que parecían haber desaparecido o estaban olvidados. También lanzó el Decálogo contra el ruidouna iniciativa para promover el derecho al silencio y el descanso sonoro.

En este sentido, “defender el silencio es defender la vida y encontrar el balance entre el ruido y el silencio es una de nuestras tareas pendientes”, por lo que es fundamental sensibilizar y concientizar sobre este contaminante, el cual se percibe, de acuerdo con la doctora Jimena, como una “condición de vivir en la ciudad”.

Y en el caso específico del Diario Sonoro, “cada persona puede ser consciente de los momentos y los espacios de silencio con los que cuenta, además de lo benéfico que puede ser y de esta forma cuidarlos”.

El silencio, un oasis que debemos buscar

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