Salud y nutrición

Tiene sobrepeso el 42% de la población en México

Los cambios en las tonalidades de la grasa corporal y las fórmulas en las que inciden en el sobrepeso y la obesidad -problemas de salud pública-, fueron parte de las deliberaciones de una nueva sesión del Programa Salud en tu Vida, Salud para el Bienestar, que esta vez abordó el tema ¿Sabías que hay grasa en tu cuerpo que te protege contra la obesidad?
En un encuentro virtual, puesto en marcha por la doctora Rosaura Ruiz Gutiérrez, secretaria de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación, participaron los doctores Ariana Elizabeth Vargas Castillo con estancia posdoctoral en el “Dana Farber Cancer de la Harvard Medical School” y Roberto Tovar Palacio, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
En su intervención, la doctora Ruiz Gutiérrez planteó que para la obesidad es fundamental la dieta y el ejercicio. Por ello, hay una responsabilidad muy grande en la forma en la que decidimos vivir.
Podemos tener genes ahorradores de energía, una gran capacidad de metabolizar o de digerir harinas, que también ahí hay diferencias genéticas entre las personas, pero no cabe duda que independientemente de nuestra herencia, tenemos una responsabilidad individual en los hábitos que adquirimos. Desde luego, también influye el ambiente familiar, escolar y social, indicó.
El gobierno tiene que orientar y es lo que estamos haciendo ahora en la Ciudad de México: explicar que tenemos un gran problema de sobrepeso y obesidad. Lo vimos con la pandemia, la gente más susceptible a la hospitalización y a fallecer fueron las personas con comorbilidades, como hipertensión, sobrepeso u obesidad, recordó.
Por ello, estamos trabajando en el gobierno en estos temas por instrucciones de la jefa de Gobierno; tenemos que divulgar la problemática con la aportación de soluciones.
En el país, detalló la titular de la SECTEI, en el grupo de población de 5 a 19 años, el 42 por ciento tiene sobrepeso y el 33 por ciento, obesidad. En la Ciudad de México, el problema es mayor, pues el 49 por ciento de ese segmento tiene sobrepeso y el 42 por ciento, obesidad, según datos del INEGI.
Con relación a la población de 20 años y más, en el país hay 39 por ciento con sobrepeso y 36 por ciento con obesidad, mientras que, en la ciudad, las cifras respectivas son 41 y 35 por ciento.
La doctora Ruiz Gutiérrez preguntó en torno a qué parte tiene que ver con la genética y cuál con la ambiental para determinar la obesidad. En respuesta, el doctor Tovar Palacio respondió que se necesitan muchas generaciones para un cambio genético y pueden implicar de 200 a 500 años.
Tenemos que considerar que, en los años 60, apenas el tres por ciento de la población padecía la enfermedad. Entonces, el medio ambiente ha cambiado mucho; si nosotros tenemos genes que predispongan más y aportamos esos factores de medio ambiente para que esa genética se exprese al máximo, pues vamos a hacer tener un problema muy grande, advirtió el también jefe del Departamento de Fisiología de la Nutrición en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ).
En particular, detalló que si el cuerpo se somete a bajas temperaturas reacciona liberando calor, propiciado en primera instancia, por las grasas.
Doctor en Bioquímica Nutricional, dijo que la grasa subcutánea, localizada debajo de la piel, produce adipocitos, células especializadas en almacenar grasas y se clasifican en blancos, beige y pardos. Los primeros, estableció, no generan calor. Los segundos, lo propician de manera moderada, pero los activadores son los pardos.
Con dos estancias postdoctorales en Estados Unidos, sostuvo que la beige se produce mediante estímulos. Para pasar de un adipocito blanco o almacenador de grasa, a uno beige o realizador de termogénesis (liberación de calor), debe existir un estímulo para registrar una conversión denominada pardeamiento.
Si se retira el estímulo, el beige vuelve a convertirse en blanco y entre los factores más comunes están determinados alimentos, subrayó.
“Por ello se recomienda que la gente lleve una dieta balanceada, y que, al elegir, se incline por aceite de pescado, algas, uvas, manzanas, tomillo, menta, chile verde, cúrcuma, té verde, soya, entre otros”.
El pardo se distingue del beige, pues en respuesta al frío y a otros estímulos, moviliza las reservas de grasa y libera energía en forma de calor. Este proceso (termogénesis), resulta muy útil para mantener la temperatura corporal en animales, incluidos los hibernantes.
El también autor de 111 artículos en revistas nacionales e internacionales, destacó que, en el caso de los humanos, durante muchos años se pensó que el tejido adiposo pardo era importante en recién nacidos para regular la temperatura corporal, pero que desaparecía en la edad adulta.
Recientemente, añadió, se descubrió que los humanos mantenemos tejido adiposo pardo en la edad adulta, capaz de activarse para generar calor, utilizando ácidos grasos y glucosa.
Este hallazgo potenció la aparición de proyectos encaminados a identificar diferentes formas de activar la termogénesis para perder peso, mejorando así la salud cardiovascular.
Las bacterias que habitan en el intestino -conocida como microbiota intestinal-, añadió, pueden influir en el pardeamiento y se estima que representan kilogramo y medio de nuestro peso corporal total.
Si esos organismos se exponen al frío harán el pardeamiento y favorecerán la sensibilidad a la insulina y a la termogénesis.
El doctor Tovar Palacio especificó que el tejido adiposo evolucionó como un mecanismo en todas las generaciones desde hace cientos o miles de años; se sabía que podían comer hoy, pero no mañana porque no había alimento. Entonces, se desarrolló un mecanismo para almacenar esa grasa para esos momentos y eso sigue respetándose. El problema ahora es que ya no vivimos de la misma manera como hace muchos años.
Hoy existe una sobre disponibilidad de alimentos y mucha gente excede el consumo de carbohidratos, azúcares o incurre en excesos de grasa y ello hará que el tejido adiposo diga: “pues a mí me hicieron para guardar grasa y es cuando vienen los problemas”.
Frente a la realidad, advirtió, nuestra población número uno en atención son los niños y niñas, y también las y los jóvenes. Si los cuidamos ahora para que no desarrollen sobrepeso u obesidad en su vida adulta tendrán una vida bastante saludable, sin tantos problemas metabólicos.
Por su parte, la doctora Vargas Castillo, quien actualmente realiza una estancia postdoctoral en el Laboratorio de Bruce Spiegelman, Dana Farber Cancer Institute de la Harvard Medical School en Boston, Massachusetts, externó que la grasa recibe distintos nombres según su localización en el cuerpo: parda, en la región del cuello, pecho y tórax; de médula ósea, al interior de los huesos; subcutánea, debajo de la piel; visceral, que envuelve los intestinos; hepática, la que se acumula en el hígado y la epicárdica, en el corazón, entre otras.
Entre las funciones de las grasas están el almacenamiento de energía, la liberación de moléculas a la sangre, el aislamiento térmico y la producción de calor.
Doctora en Ciencias en Neurofarmacología, definió que la obesidad se presenta cuando comemos de más, detalló, y no gastamos esa energía, entonces se acumula y se asocia a muchas enfermedades. Padecerla implica más riesgo de diabetes, cáncer, osteoartritis, embolias, infartos e hipertensión.
El principal tratamiento para atenderla son los cambios en estilo de vida con una alimentación equilibrada, ejercicio regular, y ciertos procesos farmacológicos como ingesta de pastillas, y cirugía bariátrica en casos extremos.

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