Columnas

FIESTA POR UNA FARSA

Por: ARMANDO RÍOS RUIZ

El Presidente debe haber pasado buen tiempo frente al espejo ensayando su mejor sonrisa. ¿Con qué objeto? Para hacer ver a sus fieles simpatizantes que la farsa que organizó, llamada revocación de mandato, le fue favorable. 

Para esto no necesitaba ninguna gesticulación forzada. Con decirlo bastaba para preservar ante quienes no hacen el mínimo ejercicio de informarse con precisión, que es el más bonito, el más inteligente y en suma, el mejor mandatario del mundo.

No le funcionó nada. Ninguna estrategia tramposa de las que se pusieron en práctica. Como el hecho de ofrecer 700 pesos por credencial, a personas humildes, como a la señora que trabaja en la casa de un servidor, que no por ser humilde quiso prestarse a hacerle el juego al mejor presidente de todos los tiempos. Como la oferta de mil 300 pesos a taxistas, a cambio de acarrear gente a las casillas y regresarlas a sus casas y como otras prácticas.

Se ha dicho que el evento tuvo un costo de mil 500 millones de pesos, tirados directamente a la basura y que el INE fue el culpable de que no prosperara. No obstante, esta institución hizo su mejor esfuerzo para acomodarse con el dinero que el gobierno quiso darle. Pero este argumento servirá para justificar la desangelada participación ciudadana y para, de aquí en adelante, soltar una andanada de denuestos en contra, con la intención de desaparecerla.

No conviene tenerla erguida. Es una calamidad para el aspirante a dictador, porque hasta hoy se ha negado a plegarse a sus órdenes y su actuar con respeto a la ley, se contrapone con la vocación del mandatario, de mandarla siempre al diablo, junto a las instituciones que, en su sentir, no sirven para nada.

Aún no se conoce la cifra –tal vez no se conozca, porque es difícil hacer el cálculo−, de lo que gastó Morena en todo el país, para comprar votos. Los gobernadores instados hasta con amenazas, a auxiliar a Morena, se vieron rebasados por la abstención y no lograron un resultado que valga la pena. Su operación política demostró que no sirven para eso, o que el pueblo se cansó rápido del supuesto dios que en 2018 se hizo con la Presidencia de México.

Hay que tomar en cuenta que la votación se hizo exclusivamente con la participación de Morena. Los partidos opositores insistieron todo el tiempo en que sus simpatizantes no fueran a votar. En estas condiciones, con nadie enfrente, es lógico que el partido del Presidente obtuviera mayoría. Es un razonamiento de lo más simple. Aunque a pesar de ello, los chairos no lo registren.

Para precisar, en la Ciudad de México, la jefa de gobierno dijo triunfalista que su partido obtuvo un millón y medio de votos, que sólo representaron el 19.74 por ciento de los electores. No veo qué festejó. También hay que advertir que la capital es un sitio donde la izquierda ha tenido ventaja desde hace más de 20 años. Lo que acaba de ocurrir, quiere decir entonces, que la señora que gobierna es una nulidad en materia de operación, para servir al patrón y a su partido.

En todos los estados en donde gobierna Morena ocurrió lo mismo. En Guerrero, en donde se esperaba un tumulto insuperable, sólo obtuvo 24 por ciento. En Michoacán, 13.9 por ciento. En Baja California, 13 por ciento. En Campeche, casi 28 por ciento. En Puebla, 19 por ciento. En Nayarit, 19 por ciento. En Morelos, 18 por ciento. En Quintana Roo, 21 por ciento. En San Luis Potosí, 16.7 por ciento. En sonora, 19 por ciento. En Tlaxcala, 25 por ciento, en Veracruz, 25.8 por ciento. En Zacatecas, 14 por ciento. En Tabasco, 35.9 por ciento.

Si perder 15 millones de votos, respecto a la elección presidencial es para mostrar actitudes exultantes, entonces los morenistas no están en sus cabales. Quiere decir que con gestos y fiestas desean revertir la realidad. ¡Claro! Sabemos que estas conductas sirven para que los delirantes e ignorantes seguidores continúen enamorados de su guía y maestro.

Acabamos de comprobar que las encuestas arrojan las cifras que paga el contratante. Los resultados de este evento demostraron cuál es la mejor. ¿Arriba del 60 por ciento? ¡Pues tómenla para que aprendan!

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