La pandemia por COVID-19 transformó el método de educación, de una día a otro.
“Estoy en el lugar que siempre quise estar. Recuerdo que de niña sentaba a mis muñecas, simulando un salón de clases y frente a un pizarrón jugaba a la maestra”, dice la profesora María Antonia Gómez Ríos, quien ejerce desde hace 40 años en Xochimilco.
Oriunda de San Lucas Xochimanca, señala: “estar con los niños me da la posibilidad de moldear a un ciudadano, pues tengo en mis manos parte de su educación. Debo enseñarles que ésta vida es para los arriesgados, deben tener actitud con habilidades”, puntualiza.
Tras cuatro décadas de experiencia como docente, comenta que ha visto la transformación de la enseñanza. “Antes era memoristas, es decir: todo se aprendía de memoria, al cabo de un tiempo, muchas instrucciones se olvidaban”.
Actualmente, dice, es constructivista y social: Los niños tienen la posibilidad de expresarse, de interactuar y descubrir sus derechos. De ésta manera, aprenden divirtiéndose, logran controlar sus emociones y convivir en sociedad.
Por su parte, la también maestra desde hace 11 años, Adriana Morones Pulido, recuerda que entre los retos que se han enfrentado en los últimos meses, destaca la pandemia. “El método de enseñanza se transformó, algunas profesoras que no tenían contacto con la tecnología, de un día a otro tuvieron que entrarle, aprender y manejar diferentes plataformas para impartir sus clases”.
“Para los niños, en principio fue novedad, el ver a sus maestras por una pantalla…pero después llegó el hartazgo, y teníamos que hacer algunas actividades para que no se distrajeran”, enfatiza.
La profesora asegura que, entre los mayores retos de hoy, está la reconstrucción del tejido social, lo cual, enfatiza, no se hace en tres años: debe haber continuidad para lograr el objetivo y abatir los antivalores que afectan a la sociedad.
Fotos: Cortesía
