Columnas

CÓMO ELUDIR LAS CULPAS

Por: ARMANDO RÍOS RUIZ

Un guerrerense nacido en la sierra de esa entidad e incorporado a nuevos estratos sociales desde que sus padres decidieron bajar a vivir a otra población enmarcada entre el mar y esa interminable serranía, lamentó que en su lugar de origen o cerca de él, no viviera una persona tan importante como la señora María Consuelo Loera Pérez, madre de Joaquín, El Chapo Guzmán.

Lo anterior, porque es visible el tiempo y la complacencia que el mismo Presidente de la República prodiga y dedica a la sierra de Sinaloa, convertida en punto de visita asidua del mandatario, en donde se le ha visto en videos, departir cordialmente en reuniones y festejos, con quienes viven o “trabajan” en el rumbo.

También, por la reciente visita que realizó el fin de semana, para supervisar la construcción de la carretera Batopilas-Guadalupe-Calvo, de los estados que convergen en el punto conocido como Tríangulo Dorado: Sinaloa, Chihuahua y Durango y en donde deambulan convertidos en dueños absolutos, grupos de delincuentes que pertenecen al Cártel heredado a sus hijos por Guzmán Loera.

Aunque Guerrero también es punto que atrae al Presidente –allá anunció una posible amnistía a los grupos de narcotraficantes, lo único que le falta concretar−, por ser bastión de Morena debido a la cantidad de votos que sus habitantes le pueden aportar, no tiene una razón poderosa, como la presencia de la madre de El Chapo, que lo obligue a viajar a las partes serranas.

No se vislumbra hasta hoy, que se le haya ocurrido aún construir carreteras que pueden coadyuvar a la salida de mercancía diversa, incluida la droga, cuyas ganancias son necesarias para la supervivencia de las bandas y de muchos habitantes del lugar. Tal vez con esto callaría la boca de los conservadores, de los neoliberales, que hasta eso critican.

Carreteras que unan la costa con la zona de la Tierra Caliente, habitada en un cañón formado por la sierra que sube desde la cercanía del mar hasta la parte que baja y vuelve a subir, son sumamente necesarias. Quizá poco importe que los que viven en las partes altas, las demanden con premura para sacar sus productos a partes más pobladas, como derivados de leche, de la caña de azúcar y muchos más. Tal vez lo importante sea facilitar el trasiego de los productos prohibidos. De todas maneras, servirían para ambas actividades.

El señor puede ir cuando quiera. En automóvil o en helicóptero. Pero deberá tener mucho cuidado en enviar también en aparatos voladores a la prensa que lo acompañe. Él puede hacerlo como quiera y sentirse plenamente seguro, como respondió a preguntas de reporteros. No lo afecta en nada y si la sierra de El Chapo no lo inquietó, seguramente ninguna otra lo haría.

Los periodistas corren el riesgo de ser retenidos hasta identificarse plenamente, como parte del evento que cubrirá las actividades del mandatario. Podrían inclusive sufrir algún atentado por motivos que no conocemos, porque no ha ocurrido nada aún, que enturbie algún recorrido a lugares que tienen dueño, en los cuales estos pueden exhibirse con uniformes militares.

En la óptica del mandatario, es delito, pero minimizado, portar esos uniformes exclusivos de las fuerzas armadas. Lo mismo portar armas prohibidas y hasta superiores a las que usan los miembros del Ejército y la Marina. Por lo menos eso es lo que hizo notar cuando se le preguntó sobre la situación. Justificó al decir que eso mismo ocurre en el estado de Jalisco. Luego entonces, de este razonamiento podemos inferir que no es un acto ilícito o no tan ilícito.

También es particularidad de los conservadores pensar que los delincuentes tienen el control del país. ¿Qué dicen los videos que exhiben a autoridades municipales señaladas por los criminales como sus jefes? Existe uno en donde presentan a un alcalde como el que da contraorden para que no cuelguen de un puente a un mando de la Marina.

El mandatario se ha erigido como diestro en materia de sacudirse culpas, con sólo negar los hechos, por más convincentes e irrefutables que son.

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