Columnas

HISTORIAS EN EL METRO | UN PEDACITO DEL VATICANO

Por Ricardo Burgos Orozco

Era domingo al mediodía y el Metro de la estación Ermita al Zócalo iba tan cargado de gente como suele pasar las últimas semanas después que se han levantado restricciones por la pandemia y que, por fortuna, han disminuido los contagios. En la mañana, van muchas familias a pasear al centro de la ciudad.

Tenía que pasar por un trabajo de imprenta que encargué en uno de los muchos establecimientos que existen desde hace años en la Plaza de Santo Domingo y lo más práctico era en el Metro. Al salir de la estación Zócalo Tenochtitlán vi de lejos la enorme construcción de la réplica de la Capilla Sixtina que se montó en la plancha del Zócalo desde el 19 de abril.

Antes de dirigirme por la calle de Brasil hacia Santo Domingo, la curiosidad me ganó y decidí acércame a la entrada de la muestra. Había una fila grande y el sol estaba muy fuerte; no había ninguna sombra donde taparse. Casi en la puerta – como no queriendo — pregunté a uno de los coordinadores si podía entrar, me comentó que los boletos debía pedirlos previamente por internet. De pronto, “alguien”, un muchacho con una chamarra oscura con el logo del gobierno de la Ciudad de México me dijo: tengo boletos ¿Quiere uno? Claro, le contesté de inmediato.

Dudaba si entrar o no con todo y boleto porque había alrededor de 200 personas delante de mi que estaban haciendo fila y sin tener donde taparse del sol. Pensaba: me voy a asar si estoy mucho tiempo aquí. Por fortuna, a los pocos minutos abrieron el acceso y la gente comenzó a entrar; noté que primero ingresó gente con discapacidad en silla de ruedas.

A los pocos minutos ya estaba dentro. A la entrada, había réplicas de pinturas del Vaticano y después nos ubicaron en otro salón en donde proyectaron un documental de unos 30 minutos de lo que significa la Capilla Sixtina para la historia religiosa del mundo. Muy bien hecho y muy interesante.

En cuanto terminó el documental, nos señalaron que para el siguiente acceso estaban prohibidas las fotos y videos. Yo en lo único que pensé es que la puerta estaba muy pequeña y posiblemente nos íbamos a atropellar a la entrada, pero no fue así, todos entramos con orden. Ingresamos a un gran salón en donde estaba la réplica del trabajo de muchos años, iniciado en 1481, de Miguel Ángel Buonarroti encomendado por el Papa Sixto IV, de donde viene su nombre de Capilla Sixtina.

Cuando leí que en México se iba a presentar una réplica de la Capilla Sixtina, pensé en el costo y el trabajo de traer tantos materiales desde Italia, pero resultó que la copia exacta fue responsabilidad de maestros mexicanos que utilizaron 2.6 millones de imágenes para reproducir la bóveda. Te quedas boquiabierto con la reproducción tan exacta.  Desde que empezó su construcción en 1481 nunca se había concedido permiso para copiar en tamaño natural este tesoro de la humanidad.

En su momento, las autoridades de la Ciudad de México y de la Nunciatura Apostólica en el país informaron que el objetivo de montar tan magna obra en el Zócalo era para celebrar los 30 años del inicio de las relaciones diplomáticas con El Vaticano. Recuerdo que el primer embajador de México fue el profesor Enrique Olivares Santana, secretario de Gobernación en el sexenio de José López Portillo y a quien conocí en aquel tiempo.

Salí de la muestra, caminé hacia la Plaza de Santo Domingo, recogí mi trabajo de imprenta y volví en el Metro a casa por el mismo camino desde la estación Zócalo Tenochtitlan hacia Ermita. Iba maravillado por el trabajo de un grupo de artistas mexicanos para montar una réplica de esa calidad. Estoy seguro que pronto estará en otros estados del país.  

La muestra en la Ciudad de México terminó el 19 de mayo. Las autoridades señalaron que durante un mes la visitaron un millón de personas y la entrada fue completamente gratuita. Excelente que se ofrezca este tipo de cultura y de conocimiento para todos los niveles.

Fotos: RBO

Arriba