Este modelo de dejar ir a las mejores piezas del equipo se dio en este mercado; justo después del subcampeonato contra Seattle Sounders en la Concachampions.
Por Carlos De Marcelo Balderas
Parece ser, que las transferencias que se realizaron en este verano para el Club Universidad han sido las mejores que se han visto en años, pues llegaron jugadores que eran estelares en sus equipos y que tenían los reflectores.
La solvencia económica no era el fuerte del equipo del Pedregal, pues siempre se padeció de contrataciones “bomba”, contrataciones que rompieran el mercado en el futbol mexicano. Pumas casi siempre era el equipo que después de dar un gran torneo, cedía o vendía a sus mejores elementos a otras instituciones.
Este modelo de dejar ir a las mejores piezas del equipo se dio en este mercado; justo después del subcampeonato contra Seattle Sounders en la Concachampions, ya se hablaba de los diferentes jugadores que podrían dejar al equipo auriazul.
Posterior a la final internacional, que Pumas jugó en territorio estadounidense, y a la eliminación en el repechaje de la Liga MX, ya se vislumbraban las próximas salidas del equipo, cosa que enojó a la afición universitaria, pero que de alguna u otra forma, ya estaba malamente acostumbrada.
José Rogerio, Washington Corozo, Sebastián Saucedo, Favio Álvarez, Alfredo Talavera y Alan Mozo fueron los elementos que salieron del Club Universidad, siendo Talavera y Mozo los jugadores que más enojo causaron entre la afición, ya que ambos tenían un rol fundamental en el desarrollo del juego y del vestidor, además, eran de los jugadores con los que la afición más se encariñó.
El panorama lucía desolador de cara al próximo torneo. Aun así, la directiva tenía que hacer su trabajo y traer a jugadores que cubrieran las posiciones de los jugadores que salieron.
En primera instancia se tenía que buscar un portero que le hiciera competencia a Julio González. Fue así que llegó la contratación de Gil Alcalá, portero que ya tenía recorrido en la primera división del futbol mexicano y que llegaba ilusionado a Pumas.
Cesar Huerta se encontraba en el radar universitario, pues Andrés Lillini requería a un jugador con sus características. La llegada de Huerta no gustó a gran parte de la afición, pero aun así se firmó su llegada.
Adrián Aldrete fue otro de los refuerzos que también dividió opiniones, ya que muchos creían que ya no daba el ancho y otros pensaban que sí iba a rendir en los partidos.
Gustavo Del Prete fue en su momento el jugador que más ilusionó, pues llegaba al equipo con una trayectoria respetable, siendo el “10” de Estudiantes de la Plata con grandes actuaciones en el terreno de juego. Era el jugador que ilusionaba con la dupla Dinenno-Del Prete.
Después de la presentación de los primeros cuatro refuerzos, la afición no se encontraba del todo convencida, hasta que llegó el rumor de que Eduardo Salvio, el “10” de Boca Juniors, podría llegar a la Universidad. Con el tiempo, el rumor se volvió realidad y Salvio aterrizó en la institución azul y oro, causando un pensamiento más que positivo, algo emocionante.
Parecía que la llegada de Salvio cerraría las contrataciones de Pumas con broche de oro. Después vino lo que nadie se esperaba.
Desde Brasil se informaba que el histórico jugador Dani Alves tenía posibilidades de llegar al conjunto universitario. El rumor fue tomando fuerza, y cuando se dio el acercamiento por parte de la directiva, las expectativas crecieron. Al final, Alves llegó a Pumas, convirtiéndose en una de las mayores contrataciones del equipo en la historia.
Alcalá, Aldrete, Huerta, Del Prete, Salvio y Alves son los seis jugadores que trajo la directiva, una directiva que hizo un buen trabajo, tratando de encontrar grandes jugadores con una inteligencia deportiva eficiente.
Sin duda Leopoldo Silva, Mejía Barón y Andrés Lillini han hecho un esfuerzo importante por encontrar elementos que aporten potencial a la plantilla, y que más allá de su experiencia, sean líderes dentro del vestidor y en el campo de juego.
Fotos: @PumasMX
