Columnas

TRAIDOR, ¿QUIÉN?

Por: MIGUEL A. ROCHA VALENCIA

Nuevamente lo dijo en la mañanera, no cederá ante reclamos de Estados Unidos y Canadá por violentar el tratado de libre comercio e insistirá en llamar traidores a la patria a quienes no le sigan en su capricho de ignorar las reglas ahí establecidas basado en un discurso patriotero de rescate de la soberanía nacional.

Así como violenta el derecho de amparo con decretazos y pronunciamientos de seguridad nacional para cumplir sus caprichos de obras inservibles o inviables financieramente pero que ordeñan el presupuesto y engordan la deuda externa con más de 2.6 billones de pesos, cancelan inversión pública en infraestructura y la posibilidad de empleo, amén de cerrar paso a mejores cadenas productivas y comercialización que ayudarían al campo y con ello, a mitigar la carestía cercana al 10 por ciento en este mes.

Es decir, el machuchón ya se ungió no sólo como el mesías salvador de México,sino como apóstol de la independencia nacional y sólo le faltará envolverse en la bandera nacional el próximo 15 de septiembre y lanzarse desde el balcón de Palacio Nacional.

Desde luego, no desaprovechará para que en su burda narrativa nacionalista -a su estilo-, lance un severo llamado a defender la soberanía nacional, acusar a quienes no lo sigan en su locura de traidores a la patria y desde luego todo podría ir acompañado de una arenga para defender el territorio y el principio de autonomía y autodeterminación.

El mesías tropical habrá de rasgarse las vestiduras, llamar a sus huestes y aliados a defender la soberanía energética y casi casi declarar la guerra a Estados Unidos y Canadá, representantes del neoliberalismo, saqueadores internacionales con quienes él mismo firmó un tratado que hoy pretende desconocer.

De antemano, que no cuente con este tecleador, me pondré mi chaqueta de traidor y le pediré que cumpla con dicho tratado, que no se asuma como redentor y nos quiera enfrentar a las patadas con los socios comerciales porque en ello van muchas cosas que no se quedarán en el discurso brabucón, sino en hechos que afectarán a millones de mexicanos.

Para iniciar, con que nos cierren un solo paso fronterizo al intercambio comercial como Nuevo Laredo o Ciudad Juárez, reventarán a empresas mexicanas de todo tipo, desde las agropecuarias hasta las de dependientes de tecnologías o trenes fabriles con Estados Unidos.

La interdependencia es enorme a grado tal que una sola industria como la automotriz podría reventar. Pero algo más sencillo: que se cancele el paso de importaciones de granos alimenticios como maíz, trigo, frijol, arroz, oleaginosas como girasol, algodón, cártamo o forrajeros. Son cerca de 40 millones de toneladas.

Bueno tan sólo que les impongan a esas exportaciones los aranceles sin descuento, será suficiente para que los precios de los básicos se vayan a las nubes. O por qué no, que se cancelen las exportaciones agropecuarias mexicanas, por ejemplo, de aguacate, reventaría a productores de Michoacán y Jalisco o las de hortalizas de Sinaloa por más de millón y medio de toneladas, que le pregunten a la CAADES. O las de novillos Mex 1 de Nuevo León, Coahuila Chihuahua.

No tan lejos, el cierre u obstrucción “por revisiones” a mexicanos que trabajan de otro lado de la línea fronteriza y que realizan millones de cruces diarios. Gobernadores de Arizona, Texas y Nuevo México estarían felices.

Nos arriesgará el profeta cuatrotero a una verdadera crisis que pagaríamos no con balas millones de mexicanos, aunque algunos si lo harían con la vida a causa de la inseguridad mayor que se generará por lo económico, por pobreza, ausencia mayor de atención a la salud, insumos médicos y por qué no, hambre.

Y no, no se trata de ceder soberanía, esa que en muchas regiones del país entregó ya el mesías tropical a los cárteles de la droga, tráfico de personas y armas, sino de sostener los compromisos internacionales que además traen inversiones directas no deuda como ocurre actualmente  “gracias” a las políticas irracionales que llevaron al escape y cancelación de decenas de miles de millones de dólares, pérdida de empleos, depauperización de salarios con la generación de 15 millones más de pobres alimentarios y una cantidad similar de mexicanos sin servicios de salud.

Lo que hoy pone en riesgo el tlatoani de Tepetitán es mucho más. En todo caso si hay un traidor a la Patria es él, pues antepone sus intereses personales, tribales y venganzas a los de la Nación, a los de millones de mexicanos que no estarían dispuestos a sumarse a una cruzada contra quienes reclaman el cumplimiento de la ley y que él viola permanentemente sobre todo por sus intereses y otorga impunidad a los suyos cual Dios en el Olimpo.

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