Columnas

EL NUEVO MODELO EDUCATIVO

Por: ARMANDO RÍOS RUIZ

Parece que la última intención del gobierno es trastocar la mente de los niños en futuros prohijadores de aplausos para las causas que emprenda el mandatario, dado que su mente es perfectamente moldeable para propósitos necesarios, desde la adoración al ídolo hasta la misma enajenación, que aterrizará en la devoción sin condiciones y sin raciocinio, a un dios de barro puro.

Para llevar a cabo una empresa dedicada a la formación de los educandos en mejores hombres capaces de enfrentar el futuro siempre incierto y más ahora, que la competencia ha ampliado su horizonte, se antoja necesario el concurso de hombres avezados en el tema educativo, conocedores a fondo del mismo y encabezados por un eje rector de todas las ideas que las encause hacia las conclusiones más aprovechables y positivas.

Desde el momento en que la misma secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez, da a conocer los nuevos lineamientos de adoctrinamiento, se vislumbró el prurito de llevar a los niños a un corral de borregos, en donde serán educados con ideas caducas, dignas de la Edad Media, para complacencia de los hombres que manejan el destino del país.

Lo anterior obliga a pensar que, quienes deberían ser adoctrinados, pero para bien de México y no para servir a los que mandan, son los mismos gobernantes. Estos han insistido a lo largo de los casi cuatro años en el poder, en exhibir su miopía y su ignorancia, que no puede brillar porque de por sí es oscura y lo único que produce la oscuridad, es más oscuridad.

Los principales gobernantes no se cansan de exhibir ese defecto que tiene remedio si el que lo posee se preocupa por encender su luz interna. No es así. Desde el púlpito mañanero se escuchan todos los días elucubraciones carentes de todo raciocinio. Dictámenes que sólo sirven para incomodar la inteligencia de la gente que piensa. Pero también para cosechar el aplauso de la que no piensa.

La señora Delfina Gómez ha hecho alarde de una ignorancia que vuela por su propia ligereza. No se le pueden atribuir valores porque no se le ven. Nadie podría explicar que fue colocada en ese cargo por sus virtudes intelectuales. Sí por causas que nada tienen de morales, como exprimir a sus empleados en la alcaldía de Texcoco, para dar vida a un proyecto político. Ese es su mérito.

Ni siquiera la entrega de dádivas pecuniarias es positiva. Están convertidas  en el propósito insano dedicado a la compra de los votos más caros de la historia de México, que se sumarán a las hordas de niños que un día se convertirán en jóvenes sin voluntad, con el ánimo de servir al patrón, de acuerdo con la intención educativa más regresiva que alguien haya ideado.

Obviamente, diferentes voces del gobierno la defienden, porque es una manera de quedar bien. Si el Presidente dice que su táctica de abrazos a los delincuentes es la mejor, se la aplauden. Si dijera que los periodistas que no concuerdan con él deben ser de plano asesinados, hasta surgirían ideas de sus súbditos sobre la mejor forma de asesinarlos.

Como si tuvieran una bola de cristal, ya vaticinan que los nuevos planes de estudios fabricarán niños y adolescentes “felices. Críticos del mundo que los rodea”. Pero este modelo se sumará al que ya se aplica en todos los ámbitos infantiles, en donde se han agregado más sexos, además del femenino, masculino y el que tiene otra definición.

El idioma sobre el sexo ha cambiado a tal punto, que ahora se han agregado un sinnúmero. Hoy, los infantes ya no saben cómo decidir. Se habla de amanecer con ganas de ser hombre, de cambiar mañana a homosexual y pasado mañana a ambos y de otras incoherencias que ya hacen mella en las conciencias infantiles, para nada maduras, que se antojan moldeadoras de confusiones.

Pero son las ideas modernas, traídas a cuento sin pensar en lo absoluto en la verdadera educación, que sirva para forjar realmente hombres de provecho. Sobresalientes y competitivos en un mundo que así demanda.

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