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¡CUÁNTO ODIO HABRÁ EN SU PECHO!

Por: ARMANDO RÍOS RUIZ

En cuanto se conoció la noticia del espionaje que sufrió nada menos que la Secretaría de la Defensa Nacional, la que debería de dar cátedra sobre la mejor manera de evitarlos, en el que se menciona que el Presidente sufre de muchas enfermedades, seguramente más otras que no se conocen, comenté con mi hermano sobre su manera de ser, por estar dedicado a criticar en otros, lo mismo que él hace. Pero como todos los que suelen verse en su espejo mágico, piensa que en otros son defectos. En él, virtudes.

Le dije lo que digo continuamente. Que era candil de la calle en esto y en muchos otros actos. Le gustó Julián Assange, un hacker nacido en Australia, fundador de Wikileaks, empresa que se dedicó a espiar los archivos del gobierno de Estados Unidos y a difundirlos por todo el mundo, para defenderlo sin siquiera conocerlo, de las leyes del país del norte. Gracias a eso, hoy es ya amigo de toda la familia.

Inició una especie de campaña para tirar la Estatua de la Libertad en Nueva York y pidió de manera indirecta al Presidente Joe Biden, la exoneración del ciber delincuente. En la Unión Americana, el mandatario corrió inmediatamente, muerto de miedo, a obedecer la orden tajante de su homólogo mexicano, además con una amplia disculpa. ¡Si, Chucha!

Pero no fui el único que pensó de esa manera. Porfirio Muñoz Ledo y otros hablaron del mismo hacker australiano y en que todo lo malo que hace el mandatario mexicano se le revierte. La ley hermética del bumerang (o de Hermes Trismegisto), que consiste en pagar lo malo que se hizo en la vida anterior, opera en el mexicano en la misma vida.

En este momento debe experimentar una rabia inmensa en contra del periodista Carlos Loret de Mola, por su atrevimiento de dar a conocer sus enfermedades. Dicen que el Presidente pidió su cabeza a Televisa, a cambio de dar a la empresa televisiva publicidad. Pero hoy, seguramente ningún político quisiera estar bajo la lupa del comunicador.

Es de suponerse que lo de las enfermedades del Primer Mandatario es apenas la punta del iceberg. Se sabe que, en las manos del grupo Guacamaya, que realizo el hackeo, hay seis tera bites de información sustraída del Ejército. Los conocedores de temas cibernéticos aseguran que en un solo tera bite caben 6.5 millones de páginas de información.

Es decir, los hackers de referencia cuentan con una biblioteca de grandes dimensiones en sus manos. Es obvio que ni el Presidente ni el Ejército contaban con semejante audacia. Tampoco sabemos cómo, los que tienen la información, la administrarán para causar el mayor efecto posible en el ánimo del mandatario, con la idea de obligarlo a renunciar a su cargo. Y todo indica que esta sería la meta de su temeridad.

El grupo Guacamaya publicó en días pasados una amenaza abierta al que manda en el país, con las mismas palabras que éste utilizó cuando pidió su renuncia a Enrique Peña Nieto: “Existe el rumor de que EPN está enfermo. Ni lo creo, ni lo deseo. Pero es una buena salida para su renuncia por su evidente incapacidad”, dijo el 5 de junio de 2014. Sólo que ahora no se sospecha. Se sabe a ciencia cierta que esa agrupación tiene información vastísima.

En el caso del tabasqueño, se vio imposibilitado a desmentir la noticia, sencillamente porque no existe la menor duda de su veracidad. No obstante, desdeñó el asunto de sus enfermedades, aunque las aceptó. Seguramente para decirle a sus babeantes simpatizantes, que es el hombre de hierro indestructible y que hay presidente para rato.

Es más, funcionarios que parecen retrasados mentales, como el secretario de Salud, Jorge Alcocer, se apresuraron a afirmar que el de Tabasco es un hombre fuerte y continuará inalterable hasta el final del sexenio y aún otro más. Del mismo corte, Mario Delgado, presidente Nacional de Morena, habló de la fortaleza de su dios, con el conocido afán de recibir la sonrisa del amo y señor.

Como se trata de un gobierno en el que hay que darle por su lado al dictador y en el que la tónica es mentir igual que el jefe, no resulta difícil predecir que está hecho de granito y puede resistir lo peor. Deberían prestar su bola de cristal para que los mexicanos sepamos a qué le tiramos.

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