Columnas

Pesquisa ¿Culpa de quién?

Por: ARMANDO RÍOS RUIZ

El Presidente se queja un día sí y otro también, de la prensa que cumple con su trabajo de informar. Jamás de los remedos que tiene en sus mañaneras, que no se desempeñan en ningún medio y que cobran por ir, en las cuales algunas veces deja entrar a uno que otro real,  para hablar mal de la empresa en la que se desempeña. Para decir todos los denuestos que después son coreados en las redes sociales por dizque periodistas, para deleite de los simpatizantes.

Habla de democracia, pero condena todos los días la libertad de expresión y la libertad de actuar libremente a los legisladores de su partido, a quienes exige obediencia ciega. Condena las decisiones de la Suprema Corte, porque rechaza sus caprichos, sin reparar en que se trata de un poder paralelo. Invita a la ciudadanía a abandonar su intención de sobresalir en la vida gracias al trabajo que dignifica y aceptar la pobreza. Desprecia al periodismo serio, porque señala todos estos actos y los llena de denuestos porque no celebran sus desatinos.

Ha pedido a las empresas sumisas el despido de informadores que ahora se han dedicado a investigar todo lo que concierne a su vida pública, por la razón de que nadie acepta que un poderoso, por el hecho de serlo, someta su actividad  profesional a su servicio, hecho, entre otros, que configura la personalidad de un mandatario que transpira autocracia en su vida y en su modelo de gobierno.

Por otro lado, pregona las mejores intenciones en su mandato, como la persecución de la corrupción, la protección de sus gobernados, un modelo de salud como en Dinamarca, la superioridad de la raza azteca frente a la pandemia y muchos disparates más, que a la postre han resultado un verdadero desastre. Con el paso del tiempo, todo ha quedado reducido a una mentira. Burda y cada vez más cínica. Ausente de la realidad del país que gobierna.

Ha dado en afirmar abiertamente de la pulcritud, de la irreprochable familia que ha formado. Pero como todo lo que concierne a sus presunciones, al desnudo frente a las investigaciones de esos periodistas vilipendiados por su verbo. De quienes conocen el manejo meticuloso de las técnicas modernas de investigación, capaces de meterse en el corazón mismo de instituciones importantes, como la Secretaría de la Defensa, que han arrojado resultados escandalosos aún por ver.

Pero las actitudes de los hijos no corresponden en nada a la descripción. El mayor ha vivido en mansiones prestadas por empresarios que han gozado de jugosos contratos petroleros en Estados Unidos. Sin necesidad de trabajar suele visitar los lugares más elegantes y caros del mundo y ahora habita una casa en México, propiedad de una ejecutiva del diario que más dinero recibe del gobierno.

El que sigue, Andrés, o Andy López Beltrán, fue exhibido como el creador de una red de tráfico de influencias y demandado por diputados de oposición para que se investigue su intervención con el fin de que sus amigos obtuvieran contratos millonarios del gobierno. El solo hecho consuma un acto de corrupción. Pero la imaginación invita a preguntar: ¿Se trata de actitudes desinteresadas de un corazón de veras generoso que desea ayudar a sus preferidos?

Se investiga y se encarcela a otros. Pero se perdona y se cancelan las investigaciones en contra de los cercanos, como las correspondientes a los hermanos filmados cuando recibían dinero en condiciones dudosas y a los parientes que se beneficiaron con contratos millonarios. A los funcionarios se les perdona con la simple expresión: “no es corrupto. Yo confío en él”

Desde luego, los diputados opositores aran en el desierto. Pero dejan plasmada una petición necesaria aunque irrealizable, que debe incomodar, salvo que el cinismo supla a la dignidad.

El diputado de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez, lo dijo de la siguiente manera: “si se está de lado de la transparencia y del combate contra la corrupción, se debe de investigar a Andrés Manuel López Beltrán y la red de corrupción que ha tejido no de ahora, sino de hace varios años”.

¿O este propósito que a diario se pregona no es igual para todos?

De

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