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Historias en el Metro | Metro Miguel Campero

Por Ricardo Burgos Orozco
Miguel Campero García es actualmente Subjefe de Línea 1 del Sistema de Transporte Colectivo Metro y también es experto nadador en aguas abiertas desde hace varios años con innumerables reconocimientos y premios. Lo entrevisté hace casi tres años y desde ese tiempo no nos habíamos contactado nuevamente.
Hace poco recibió el reconocimiento del Águila Azteca por parte del Comité Olímpico Mexicano por su actividad deportiva de años. Miguel ha ganado la triple corona en aguas abiertas, que son las tres competencias más complicadas en una distancia arriba de 22 kilómetros: en la Isla de Manhattan, en Estados Unidos; Isla de Catalina, en Los Ángeles, y cruzó el Canal de la Mancha de Inglaterra a Francia. Todo ello en un lapso de sólo 78 días. También tiene un doctorado Honoris Causa por el Colegio Internacional de Profesionistas, por su trayectoria de varios años.
Tiene 45 años de edad y está por cumplir 24 en el Metro. Se graduó de Ingeniero en Electrónica y Comunicaciones, egresado de la Universidad Tecnológica de México. Me platicaba que él no se imaginó entrar a trabajar al Metro y hacer una carrera ahí; ya había hecho examen en una empresa privada, pero su mamá Matilde – que también trabajaba en el Metro — lo convenció de entrar al Sistema de Transporte Colectivo y no se arrepiente, trae la camiseta puesta.
Miguel es un hombre de retos. Ahora como Subjefe de Línea 1 va buscar el siguiente nivel, que es el puesto de Jefe Regulador. Seguramente lo va a lograr porque es un profesional muy capaz y un hombre de retos.
Llegó como Subjefe de Línea a la estación Balderas. Estuvo en computadoras del Mando Central; en Pilotaje Automático. Además, estuvo medio año como instructor de natación en el Deportivo del Metro y luego fue coordinador de la alberca durante otros tres años.
Me platica que para participar en sus competencias no le dan permiso, él tiene que ingeniárselas con días económicos o vacaciones. Ahí me parece que la autoridad del Metro debe aplicar un mayor criterio y darle los permisos correspondientes porque Miguel ha puesto en alto el nombre de México a nivel mundial y no se vale que le escatimen facilidades para competir.
Es curioso, pero a Miguel lo conocí cuando tenía cinco años de edad, todavía iba al kínder. Su familia era vecina; Matilde, su mamá, fue quien primero ingresó a trabajar al Metro y después de ahí le siguieron sus hijos y otros parientes. Prácticamente todos ellos han hecho una bonita comunidad en el Metro. Matilde ya se jubiló hace años.
Por coincidencia, Miguel y yo nos volvimos a encontrar hace tres años, cuando me enteré que era un competidor de alto nivel y trabajador del Metro. Ahora todavía es un hombre joven y con mucho futuro por delante, tanto como empleado ejemplar como deportista destacado. Un buen mexicano a fin de cuentas; de esos hacen falta muchos en esta época.

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