Columnas

El Presidente es lo que critica

Por: ARMANDO RÍOS RUIZ

Casi al inicio de la presente administración, cuando el Presidente decidió ocupar el único espacio de trabajo que se le conoce, en conferencias mañaneras desde las cuales inició una andanada de denuestos contra todo lo que se manifiesta en contra de sus desatinos, de sus abusos de poder, de sus actitudes impositivas, de su desprecio a la ley y a las instituciones y más, un analista político cuyo nombre no recuerdo, dijo que es todo lo que critica.

Y en efecto. Por ejemplo, habla de la corrupción de los políticos del pasado y padece la misma enfermedad en casa. Sus propios hijos desmienten que es impoluto y aquello de que no permite ese defecto ni en su familia. Sus hermanos y primos fueron exhibidos con profusión en las redes sociales inmersos en la comisión de negocios que lo contradicen.

Hace apenas un mes, José Ramón, su hijo, el que más ha dado para desmentirlo, celebró el cumpleaños de su hijastra Natalia, en Culiacán. De acuerdo con quienes observaron, fue muy fastuosa. Con invitados distinguidos y con derroche por demás evidente de dinero. ¿Cómo fue posible si no se sabe que haya trabajado jamás? O ¿Quién pompó, como suele decir el padre?

Hace también unos días, dijo que tenía que defender a todos los mexicanos porque es Presidente de todos los mexicanos. No obstante, tuvo la ocurrencia de separarlos y de maldecir a unos y abrazar con el verbo a otros. A los pobres y a los delincuentes. Se refirió a Xóchitl Gálvez, la mujer que hoy lo inquieta hasta el tuétano y por cuya desaparición estaría dispuesto a regalar su alma al diablo.

La señora dijo que los chiapanecos no tienen la cultura de trabajar ocho horas diarias, por lo que no se podría aplicar el mismo modelo productivo entre esa región y otras del norte. Quienes conocen las costumbres del mismo mandatario, aseguran que después de la insistente y aburrida homilía matutina se dedica a hacer nada. Cierto que en las zonas calientes se trabaja menos. Soy costeño y he observado toda la vida a mi propia gente.

En los últimos días y para continuar un desenfrenado acoso en contra de la Suprema Corte, desde que su modelo de Presidente fue desechado por plagiar dos trabajos para obtener títulos de licenciada en Derecho y doctorado, arreció los denuestos, las descalificaciones llenas de hiel y los señalamientos peyorativos acompañados de ocurrencias, como elegir a los ministros mediante un método que le permitiría seleccionar a lacayos incondicionales.

Y si de lacayos se trata, invitó a todos los gobernadores de Morena a darle su apoyo en contra de los ministros de la Corte, que pretenden obstruir fuera de “sus facultades constitucionales a su gobierno”. Demostrado al impedir la distribución de los nefastos libros de texto gratuito sólo porque son un verdadero veneno para las mentes de millones de infantes mexicanos.

El señor está enojado porque la Corte asume el papel responsable que le corresponde, al evitar la distorsión mental de los educandos. También porque ha intentado fallidamente destituirlo. Una mentira que pretende poner en guardia a sus enamorados descerebrados. Pero en la realidad, porque le estorba para sus fines de perpetuidad, ya sea de manera personal o a través de su alter ego.

Propone el desafuero de los ministros y el consuetudinario violador de la Constitución señala que son ellos quienes la violan porque desean poner un poder omnímodo. Resulta superlativamente insultante este señalamiento, si somos capaces de notar que quién desea un poder absoluto es él mismo. Representa al Ejecutivo. Ya tiene al Legislativo y sólo le falta el Judicial. Por eso su propuesta de desconocerlo e implantar uno completamente a su conveniencia.

Se nota que a estas alturas, el inmenso poder presidencial ya hizo su efecto. El que provoca a las almas débiles, que creen merecerlo todo. En este caso, está convencido de que el único que puede hacer y deshacer, es él. La adulación de los incondicionales que diariamente le dicen al oído que es el más bonito, el más inteligente, acabaron por hacerlo tragar la lisonja interesada.

De

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