Cultura

Enhebrar nombres, emociones y sucesos, propuesta del colectivo textil El Deshilache

Todo inicia un 8 de marzo, cuando la artista plástica Flor Alejandra Galindo Aguilar y un grupo de cuatro chicas, todas egresadas de la Escuela de Artes Plásticas y Audiovisuales (ARPA) de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), decidieron realizar una exposición colectiva en donde a través del bordado crearon sus propios discursos para comunicar el sentir de sus cuerpos y las experiencias vividas.

Después de esta primera práctica en la que comprobaron el efecto positivo generado en la comunidad, se empieza a fraguar lo que ahora se llama El Deshilache, convertido en un colectivo de mujeres que comparten el cariño por el bordado que imparten el taller “Incidencia en el cuerpo”.

Este se enfoca en la creación de muñecas de trapo con bordados que puntean las cicatrices del alma, un taller sin restricciones de género y que busca fomentar el conocimiento del yo y la aceptación personal.

Al respecto, la artista Flor Galindo, una de las integrantes del colectivo El Deshilache, comenta en entrevista que el taller tiene el objetivo de brindar una herramienta diferente para que logren conceptualizar temas afines con sus cuerpos, emociones, historias e, indirectamente, se refuerce el bordado como un recurso de arte contemporáneo.

El taller, cuya duración es de tres horas, las cuales pueden ser en una misma sesión o en tres, dependiendo del lugar en el que se imparta, comienza con el planteamiento de cinco preguntas como: ¿Qué sensación habita en tu cuerpo constantemente o qué sensación reconoces? cuya respuesta puede ser una emoción agradable porque el cuerpo puede hablar de muchas cosas, o puede que el cuerpo reconozca la primera que se le venga a la mente, la cual puede no ser muy agradable, destaca la entrevistada.

Es así como, a través de la aguja y el hilo, los colores, las texturas y los sentimientos a flor de piel, se posiciona el bordado no solo como una acción de resistencia, sino también como una forma de pensamiento y subsistencia; siendo así, un hecho artístico que revela el universo simbólico de cada individuo explica la entrevistada.

“Mientras bordamos se abre una burbuja atemporal donde nuestro presente transcurre lentamente, nuestra mente viaja al pasado y a través de nuestras manos creamos una pieza que nos permitirá comunicar nuestro mensaje en un futuro para aquellos ojos que necesitan saber que tienen cobijo”, resalta Galindo.

La idea del colectivo y de los talleres es realizar una exposición de las piezas que nacen como resultado de esta práctica, solo si las chicas así lo permiten y las quieren donar para el acervo.

“Nos ha pasado que les es difícil desprenderse de su pieza, entonces no hemos llegado a tener una cantidad grande, a lo mucho tenemos 10; no esperamos tener muchas por lo mismo, pero quien quiera donarlas será un excelente pretexto para armar una exposición. Generalmente cuando termina un taller mostramos las piezas en la intimidad del espacio en el que las trabajaron”.

El colectivo Deshilache, precisa la artista plástica, realizó una pieza textil, una muñeca de gran formato de tamaño natural, la cual trabajaron entre todas las integrantes, algunas hicieron las piernas, otras la cabeza, a otras les tocó el torso, las manos y las unieron. Esta se ha expuesto en algunos espacios y también la muestran cuando se imparte el taller.

En esta muñeca se bordan frases fuertes, llenas de poder o de dolor que las chicas comparten en sus respuestas que dan en la intimidad de su asiento cuando decide tomar el taller.

“En el Deshilache nos hemos planteado como objetivo general entender y compartir todas las afecciones que como individuos generamos y encarnamos con nuestro cuerpo a lo largo de nuestras vidas. Esta propuesta visual intenta ayudar a percatarnos de la forma en que se construye la diversidad, que nos ofrece entenderla y reconocernos junto con ella, teniendo un centro, el cuerpo”.

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