Columnas

Deuda más grande que la de Peña

Por: ARMANDO RÍOS RUIZ

El decidido proyecto del Primer Mandatario, de conservar el poder más allá de su ejercicio o de extenderlo por medio de sus incondicionales, lo ha llevado a endeudar al país más que ningún otro presidente, principalmente por el prurito de preservar y aumentar el número de votantes que coadyuven con esa idea, que además lleva al país entero a la destrucción. A la ruina.

No conoce un método diferente para consumar su plan, copiado de otros dictadores de América Latina, concebido a través de muchos años de militar en las actividades políticas como un agitador que lo convirtieron en experto en esa actividad, pero que no le permitieron desarrollar una visión de estadista. Pero sí en el número uno, con mentiras que mantienen la esperanza de los pobres, incapaces de advertir que sólo sirven para ayudarlo a consumar su plan.

Han transcurrido cinco años durante los cuales ha hablado sin cansancio de la herencia del pasado, mientras conduce el país a la destrucción. Su insistencia en combatir la corrupción se ha convertido en un montón de palabras huecas que finalmente se pierden en un pozo sin fondo. Las investigaciones de periodistas que odia con toda la fuerza de su alma lo han desnudado y lo han exhibido de cuerpo entero, como la tapadera de sus hijos y familiares corruptos.

Cómo no va a odiarlos, si tienen la capacidad de investigar los delitos que diariamente comete, desde la violación de la Constitución hasta la protección de criminales y lo que es peor, de los actos de sus propios familiares que se han encargado de hacer una radiografía de todo lo que pasa al interior de la familia real, que dispone de todos los recursos del Estado para hacer dinero a la velocidad de la luz, con la cooperación de altos funcionarios morenistas.

Uno de sus blancos preferidos ha sido el pasado. Para él, representa la herencia maldita que hay que exterminar. Sabe que sus simpatizantes se hartaron del PRI y mantener viva esa fobia proporciona aire a sus alas. Pero en la realidad ha resultado peor que aquellos a los que no se cansa de condenar. Sin embargo, los que lo escuchan son quienes se han cansado de sus repeticiones fastidiosas.

Pero comenzamos hablando de su endeudamiento, que los más pobres no dudarían en aplaudir, de informarse aunque sea un poco, porque gran parte de esas deudas archimillonarias en dólares van a parar a sus bolsillos en pesos y porque ya se hizo pública la decisión de aumentar la dádiva bimensual el año entrante, como pago de los votos para la consentida de palacio.

La cabeza de una nota periodística dice: “AMLO PIDE PRESTADO MÁS QUE PEÑA NIETO”. Se refiere a los “primeros cinco años de gobierno.

No sé si eso de “sus primeros años de gobierno” fue a propósito, para indicar que continuará en el poder. El caso es que la información añade que en ese lapso, nuestro flamante Presidente “pidió prestado a organismos internacionales poco más siete mil millones de dólares, un endeudamiento 11 por ciento al del mismo período de la administración de Enrique Peña Nieto.

La nota agrega que el país de las maravillas —en la visión del Mandatario— acumula hoy 14 créditos con el Banco Interamericano de Desarrollo, Banco de Desarrollo de América Latina, Banco Internacional de Desarrollo y Fomento y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola

Afirma que la mayoría de los financiamientos son para programas sociales, de mejora de la vivienda y de inclusión financiera y digital. Nada para niños con cáncer o para combatir al crimen, a pesar del inmenso presupuesto asignado a la Secretaría de la Defensa Nacional, que permanece de brazos cruzados mientras en territorio mexicano flaquea cada día más, a merced de la delincuencia.

El dinero se ha solicitado inclusive para otros rubros, en donde hasta hoy no han sido notorios los avances a favor de la ciudadanía, ¡Vaya! Ni siquiera para rescatar a Acapulco y a una cincuentena de pueblos afectados por el Otis, que en la óptica del Mandatario, sólo dos merecen su atención.

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