Columnas

Triste panorama electoral en 2024

Por: RICARDO BURGOS OROZCO

El 2 de junio de 2024, que está a la vuelta de la esquina, se llevará a cabo el proceso electoral más grande en la historia de México. Habrá elecciones para presidente, 128 senadores y 500 diputados, a nivel federal, mientras que en materia local estarán en juego nueve gubernaturas y en la mayoría de los estados se renovarán congresos locales, presidencias municipales, sindicaturas y regidurías.

Cuando menos en cuestión federal, el panorama luce muy triste para los ciudadanos porque las y los candidatos carece de liderazgo, han dejado mucho que desear como gobierno o como legisladores y las alternativas en general son muy pobres. Muchos “grillos” y “chapulines”.

En las elecciones para presidente o presidenta hasta ahora están Claudia Sheinbaum Pardo, del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, de una coalición de partidos integrados por Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y lo que queda del de la Revolución Democrática (PRD). Falta el candidato que designe Movimiento Ciudadano, que se quedó sin aspirante cuando Samuel Ruiz se arrepintió porque el Congreso local le designó, de acuerdo con la ley, a un gobernador interino de oposición. A lo mejor va a quedar como candidato el dirigente de MC, Dante Delgado.

Veamos el panorama para la presidencia. Xóchitl Gálvez irrumpió como una lideresa con fuerza y arraigo en junio pasado cuando Andrés Manuel López Obrador la destapó como aspirante. Se convirtió incluso en un fenómeno mediático por su historia de vida, que viene de la cultura del esfuerzo, vendía gelatinas para subsistir, titularse como ingeniera y llegar a ser una empresaria exitosa. Muchos ciudadanos la vieron con una opción real de arrebatarle el poder a Morena.

Xóchitl se ha estado desinflando paulatinamente. Su discurso gastado de haber sido pobre ya no pega; tampoco hablar con groserías para sentirse más cerca de la gente o creer eso; sonreír, parecer una mujer sencilla y vestirse con trajes típicos regionales ha dejado de impactar; ha cometido varios errores políticos como elegir a personajes que proyectan más tonos grises y de derrota que de triunfo como Santiago Creel, Josefina Vázquez Mota y Maximiliano Cortázar.

Otro error es haber elegido a sus dos hijos para que le coordinen una parte de su campaña en el aspecto de medios digitales y redes sociales. Ella que se queja del nepotismo de López Obrador.

Claudia Sheinbaum es una mujer sin liderazgo, gris, opaca, pero para no cometer errores se la ha llevado prácticamente “nadando de muertito”, como dicen, con una amplia ventaja en las encuestas. Además, tiene el respaldo abierto, sin ningún recato y muchas veces al margen de la ley electoral de López Obrador, que la apoya en todo.

Si Claudia llega a ser presidenta seguramente su principal asesor será el ahora primer mandatario, siguiendo estrictamente la línea de la Cuarta Transformación, que ha sido un desastre en distintos aspectos, sobre todo en seguridad, transparencia, el uso indiscriminado de las Fuerzas Armadas dedicadas a tareas distintas a su razón de ser y, aunque presume de austeridad por un lado, por el otro, derrocha recursos en obras de ocurrencia como una refinería, un aeropuerto, una línea aérea, un tren, por señalar algunas en la cuales se ha gastado miles de millones de pesos, sin que existan posibilidades de rentabilidad a corto y mediano plazo.

En lo que respecta a la elección de senadores y diputados federales, el panorama también es muy triste porque de Morena se ha visto que están supeditados ciegamente a las instrucciones de López Obrador — para nada que siguen órdenes del pueblo como afirma el discurso presidencial constante —, mientras los partidos de oposición se están peleando entre ellos por un poder que cada vez es más chiquito, pero son “huesos” nada despreciables, sobre todo para los líderes impresentables Alejandro “Alito” Moreno, del PRI; Marko Cortés, del PAN, y Jesús Zambrano, del PRD.

Debemos votar, ejercer nuestro derecho, eso no tiene duda, pero la disyuntiva es ¿Por quién? La decisión está en cada uno de nosotros. Hay que elegir lo mejor para el país, no darle todo el poder a un solo partido para que asi las fuerzas estén equilibradas y no corramos el riesgo de caer en el absolutismo.

De

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