Columnas

Evolución del crimen, herencia maldita

Por: ARMANDO RÍOS RUIZ

Cuando una enfermedad maligna no se ataca, evoluciona hasta el aniquilamiento de quien la padece. Así ha ocurrido este sexenio con el crimen, que dejó de ser un problema para la autoridad, por complaciente y por alentarlo de manera cínica. En cambio, se convirtió en un pesado fardo para el pueblo.

Hace cinco años, el Presidente concibió la idea más descabellada para combatirlo. Con un insulto sin precedentes a la inteligencia más retrasada, que debió ser escuchada por los criminales como un canto de hadas e interpretada como el reconocimiento agradecido a su participación en hechos políticos que se desconocen a ciencia cierta, pero que son fácilmente imaginables.

La designación de la periodista Rosa Icela Rodríguez como secretaria de Seguridad Ciudadana, fue para reforzar una de tantas mentiras. Pero una que vulnera sensiblemente la seguridad de la ciudadanía y la expone a todo tipo de agresiones, sin que encuentre un medio de ayuda. Porque, curiosamente, tampoco hay sensibilidad ni existe la mínima intención de defenderla.

La señora aparece en el teatro de la rendición de cuentas, para explicar que, a pesar de lo que vemos todos los días, la delincuencia disminuye. Como si los ciudadanos normales (no los chairos), no tuviéramos capacidad de juicio. Aprovecha las cifras que reconoce el Inegi en lo que refiere a las estadísticas de crímenes, pero de manera amañada. Como le gusta al jefe.

Luego de mostrar su poder destructivo y de enseñorearse, los criminales agregaron actividades con la venta de protección a los comerciantes. Después se extendieron a la compra forzada de propiedades, a la extorsión de campesinos, a la venta de discos piratas, al control de la prostitución, al control de precios de todo tipo de artículos, al cobro de deudas sin litigio y mucho más.

Todo parece indicar que el gobierno adoptó el dicho: “si no puedes con el enemigo, únete a él”. Aunque las causas de ese cruce de brazos ante este cáncer, obedece claramente a otras circunstancias, que a lo largo de cinco años, el mismo que manda ha dejado ver cada vez con mayor claridad y cinismo.

Las cosas no han quedado ahí. En virtud de que no tiene freno y al mismo Primer Mandatario le vale, la delincuencia ha incorporado a sus actividades el uso de los modernos drones, para aniquilar desde lejos y con precisión impresionante, a quienes se niegan a participar en su favor. Acaba de ocurrir en el estado de Guerrero, en donde, de esta manera dio muerte a una treintena de habitantes del poblado de Buenavista de los Hurtado, municipio General Heliodoro Castillo. No es la primera vez. Ha ocurrido, lo mismo aquí que en otros estados del país.

Pero aquí no acaban las cosas. Las extorsiones han alcanzado no sólo a grandes comerciantes y empresarios, sino a empleados menores. A los que apenas tienen para llevar algo a sus hogares. Estas prácticas alcanzan cada día más estados del país. La defensa a la ciudadanía o la procuración de seguridad, sencillamente han desaparecido de manera absoluta.

Debido al notorio aniquilamiento de un Estado protector, muchas personas en la provincia delegan a los delincuentes la responsabilidad de cobro de deudas, a cambio de un porcentaje. Es más rápido recuperar de esta forma un préstamo y mucho más seguro. La autoridad, bien, gracias.

Existe el caso de un grupo de mujeres que pidió al Mencho Oceguera, cortar las cabeza a un tipo apodado El Rojo, jefe de una plaza en el Estado de Jalisco, por los constantes abusos a que son sometidos todos los pobladores. Es decir, ofrecen más confianza a estos personajes que a la misma autoridad. ¿Por qué? Sencillo: ésta no prestará oídos a ninguna queja.

Además, ya inició una nueva forma de extorsión y seguramente, nuestro gobierno flamante no moverá un dedo. En muchos lugares, los delincuentes ya sometieron a la población a pagarles tributo por habitar sus propios hogares. Pero gracias a Dios, los actos delictivos bajan todos los días, según el Presidente y su secretaria, quienes dejarán a la posteridad esta terrible herencia maldita.

De

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