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Cabaret demostró que se podía producir un musical con sentido social

La icónica pieza cinematográfica, ganadora de 8 Premios Óscar, fue un rotundo éxito de taquilla, costó menos de 2.3 millones de dólares y en tres meses obtuvo una cifra similar en beneficios netos, recordó Orlando Merino Pereira.

La película estadounidense Cabaret, dirigida por Bob Fosse, en 1972, muestra un aire de libertad en sus personajes, varias capas de profundidad en cuestiones vigentes como la libertad sexual, la homosexualidad y el reto a las convenciones de las clases sociales, así como un respiro ante el régimen nazi, opinó Orlando Merino Pereira, profesor de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas, de la UNAM.

En la década de 1970, cuando habían ocurrido las revueltas estudiantiles de los años 60 en diversas partes del mundo, imperaba una atmósfera de efervescencia por la liberación sexual y el repudio popular a guerras, como la de Vietnam. Este 13 de febrero se cumplieron 52 años de su estreno.

Entonces, pensar en una cinta del género musical, el cual estaba de “capa caída”, parecía trivial y frívolo en tiempos de protesta. Pero al irrumpir en la pantalla grande, Cabaret demostró que se podía hacer un verdadero musical con tintes de sentido social, explica el profesor de guion cinematográfico.

Protagonizada por Liza Minnelli, acompañada por Michael York y Joel Grey, la producción es una adaptación libre del musical homónimo de 1966, de los compositores John Kander y Fred Ebb, quienes a su vez se habían basado en la novela de Christopher Isherwood, Adiós a Berlín (Goodbye to Berlin, 1939), y en la obra teatral I Am a Camera (1951) inspirada en ese libro.

Cabaret obtuvo 8 Premios Óscar, entre ellos los de Mejor Dirección, para Bob Fosse; Mejor Actriz Principal, para Liza Minelli; y Mejor Actor de Reparto, para Joel Gray. La competencia por la Mejor Película fue dura, pues compitió y perdió contra El Padrino, de Francis Ford Coppola, que también logró el galardón de Mejor Actor para Marlon Brando, recuerda Merino Pereira.

El filme fue objetivo de críticas entusiastas y un rotundo éxito de taquilla: costó menos de 2.3 millones de dólares y en apenas tres meses consiguió una cifra similar en beneficios netos. También fue ganadora de numerosas distinciones y se conserva en el archivo de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.

Merino Pereira relató que, históricamente, la trama ocurre en la llamada República de Weimar (etapa de 1918 a 1933 en Alemania, también llamado intraguerras), donde privó una gran libertad en Berlín que se aprecia en la cinta, donde se abordan temas como el aborto, la libertad sexual y el pensamiento abierto.

“Sally Bowles (Minelli) es una camarera de vida libre, con relaciones sexuales abiertas quien, sin embargo, no es juzgada por los demás personajes. Bryan Roberts (York) tiene una dudosa sexualidad y el maestro de ceremonias (Gray) es un homosexual aceptado en el club Kit Kat donde se desarrolla la película”, detalló.

Sobre los personajes, ahondó que en ellos se mezclan la farsa, el melodrama, la tragedia de sublimación, y aparece como subtexto una obra didáctica que revela el virulento ascenso de los nazis al poder en Berlín de los años 30 del siglo XX.

Otro dato que citó el universitario es la banda sonora que se desarrolla a partir de música diegética; es decir, aquella donde la fuente de sonido está presente en la película y es parte del relato.

“Esto es explicable porque el cine musical tiene su origen en el teatro musical, y por ello la banda sonora en el club Kit Kat tiene un protagonismo inolvidable”, apuntó.

“Vista en retrospectiva, la cinta de Fosse da cuenta de lo peligroso que pueden ser los regímenes populistas, presentes en este siglo XXI con figuras como Bolsonaro, Putin y Trump”, finaliza Merino Pereira.

Fotos: UNAM

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