Finanzas

El de Sheinbaum será un sexenio de estancamiento e inflación

Por Guillermo Barba*

El sexenio de Claudia Sheinbaum estará caracterizado por lo que en economía conocemos como “estanflación”, un fenómeno que ocurre cuando la economía se estanca mientras la inflación es elevada o va en aumento. Los más afectados, como siempre, serán las personas de menores ingresos.

El 2 de junio no sólo quedó enterrado el México que conocimos durante el primer cuarto se siglo. Junto con él, los años de inflación “baja y estable” que los caracterizaron también quedarán atrás.

Las promesas de más “beneficios sociales” (transferencias de dinero), nuevas pensiones, aumentos por decreto a los salarios mínimos, los subsidios a las obras que dejará el presidente saliente López Obrador, más la construcción de las nuevas “obras insignia”, etc., condenan a la economía del país a la enfermedad crónica de los déficits fiscales permanentes.

Por eso le digo que no hace falta tener una bola de cristal para saber de antemano que la inflación – o mejor dicho, la pérdida de valor del dinero “del pueblo”-, será la piedra en el zapato para el gobierno que está por comenzar. No hay escape.

Para quien lo sabe ver, la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, nos encendió la “luz amarilla” en su reunión del miércoles con los miembros del Consejo Coordinador Empresarial (CCE).

Y es que ahí declaró que su objetivo es que el déficit público el año próximo llegue a 3.5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), ya no al 3 por ciento como proyectó en marzo la secretaría de Hacienda en sus Precriterios Generales de Política Económica. Una mala señal que apunta a que no está cómoda con la reducción tan fuerte del gasto.

Cabe recordar que el de este año será un déficit histórico que alcanzará el 5.9 por ciento del PIB, el más alto desde el sexenio de Miguel De la Madrid.

Como le digo, las señales –para aquellos que las quieran ver– son más que claras: la nueva presidenta no parece estar dispuesta a recortar el gasto a sabiendas de que no podrá lograrlo por los muchos compromisos que hizo y los apoyos sociales que prometió en campaña.

Promesas de inversiones, promesas son

En la reunión, Francisco Cervantes Díaz, presidente del CCE, anunció inversiones por más de 42,000 millones de dólares tan sólo para respaldar el inicio del nuevo gobierno, y le dijo a Sheinbaum que “son un sello de confianza a su persona”. No hay duda.

¡Pero, ojo, no le extendieron un cheque en blanco! Y es que entre anuncios de inversiones y su materialización puede haber un enorme trecho, un gran paso que dar.

En este sentido, nuestro pronóstico en este espacio es que los dos o tres primeros años del sexenio de Claudia Sheinbaum tal vez parecerán de bonanza debido a los aumentos en los apoyos sociales y, si se concretan, gracias a las multimillonarias inversiones del sector privado nacional.

Pero el problema, insisto, es que Claudia Sheinbaum ya no prevé disminuir el ritmo de los egresos como se había dicho, y la historia económica enseña que cuando eso sucede, cada año es más y más difícil “apretarse el cinturón”. La válvula de escape termina siendo siempre la inflación, y a la larga, una crisis, porque los déficits públicos son una enfermedad económica que debilita los fundamentos macroeconómicos de los países que la padecen.

Hablando de promesas e inversiones, el llamado “nearshoring” o fenómeno de relocalización de empresas de Asia a México, hasta ahora no ha sido más que palabras y buenos deseos.

Como podemos ver en esta gráfica cortesía del economista Robin Brooks, hasta ahora NO EXISTE un auge de la inversión extranjera directa (IED) hacia México. La gran mayoría de la IED de este sexenio son ganancias reinvertidas de empresas que ya están en México, mientras que la nueva IED (barras azules) ha caído a mínimos históricos.

Plan C, ¿disparará o ahuyentará más la nueva inversión?

Las reformas constitucionales que están por aprobarse en septiembre y las que vengan después, difícilmente se convertirán en un catalizador de nuevas inversiones extranjeras y nacionales, como ya se vió en el nerviosismo que generó dicho plan sobre el tipo de cambio tras las elecciones.

Por eso le digo que entre los anuncios y promesas de inversión productiva, y la realidad, hay una enorme distancia que conviene acortar, no hacer más grande.

¿Se puede crecer a una tasa sostenible que permita expandir el PIB general y per cápita, manteniendo un déficit elevado sin atracción masiva de nuevas inversiones extranjeras? La respuesta, es no.

De manera que si bien es de reconocerse una calidad más elevada en la composición del gabinete anunciado esta semana, hace falta mucho más que eso para generar confianza en los inversores y hacer crecer la economía como se requiere para generar empleos, crear más empresas y recaudar más impuestos, indispensables para financiar los “beneficios sociales”.

De acuerdo con el consenso de analistas, los pronósticos de crecimiento económico del país para este año ya están en menos del 2 por ciento anual, y que esto sea tan bajo en un año con un déficit fiscal de 6 por ciento del PIB, es preocupante. En teoría, el déficit debería “estimular” el crecimiento, pero no ha sido el caso.

Gabriel Coutiño, economista director de Moody’s Analytics, publicó en su cuenta de X: “Para aumentar la capacidad productiva hasta lograr un crecimiento de 5% hacia el 2028 (cuarto año del sexenio) se requiere un volumen de IED de aproximadamente 110 mmd en ese año. 6) Así es el tamaño del desafío para la siguiente administración 2024-2030.” No hay duda,

Por lo expuesto en este artículo, queda claro que el crecimiento es una variable que costará mucho impulsar, y que si se sigue intentando con base en la acumulación de déficits, el futuro que nos espera será de estancamiento, expansión de la deuda pública e inflación.

*Economista autor de TOP MONEY REPORT

*Guillermo Barba se posiciona en el Top de Influencers financieros de EUA, España y Latinoamérica

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