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Central de Noticias Diario Judío
El lunes 15 de julio, a las 13.30 horas, víspera de las conmemoraciones del Roundup del Vél d’Hiv, Léon Lewkowicz, de 94 años, superviviente de la Shoá, llevará la llama olímpica a París.
Deportado a Auschwitz-Birkenau a los 15 años, sobrevivió a las Marchas de la Muerte. Cuando regresó, Léon pesaba 33 kilos. Luego se hizo esta promesa: nadie volvería a aterrorizarlo. Se convertiría en el hombre más fuerte de Francia y así se convirtió, a los 19 años, en campeón francés de halterofilia.
75 años después, todavía aficionado al deporte e incondicional de los Juegos Olímpicos, Léon soñaba con llevar la llama olímpica.
La memoria colectiva de la Shoá desaparece como se desvanece la tinta de su número de deportación, pero él lo afirmó y prometió: “Superviviente de las marchas de la muerte, no son los 200 metros del relevo olímpico los que me detendré”.
¡Seamos numerosos a su lado!
LEON Y LA OSE
Léon Lewkowicz nació en Lodz (Polonia) en 1930. Tenía diez años cuando entró en el gueto de la ciudad, catorce en el campo de Birkenau y quince cuando llegó a Francia.
Léon forma parte del grupo de 426 jóvenes de Buchenwald acogidos por la organización de ayuda a la infancia (OSE) en junio de 1945 en Écouis (Eure), con Elie Wiesel, Meir Lau (futuro rabino jefe de Israel) o Élie Buzyn, que nos dejó el año pasado. Está solo en el mundo, solo con recuerdos que le impiden salir del infierno.
No importa, se lanza a la vida, intenta reconstruirse en las casas seguras y socializadoras de la OSE, donde aprende a sonreír de nuevo: unos meses en Ferrières-en-Brie con los Rothschild, donde conoce a André Glucksmann, un tiempo de absoluta ociosidad, en Bellevue, un desvío por Vésinet, luego Champigny, la casa de su corazón, el de sus primeros amores. Pero sobre todo conoció a Maurice Brauch, el monitor deportivo que organizaba las competiciones internas. Al regresar también de los campos, le enseñó a utilizar sus músculos y a realizar figuras gimnásticas. Muy rápidamente supo hacer dominadas de francobordo con los dedos en Saint-Quay-Portrieux, el campamento de verano de la OSE, supo llevar a una joven en el aire con el brazo extendido. Se le abre el camino de la vida.
Emancipado a los 18 años, hizo suyo el dicho de su madre: “bienaventuradas las manos que se hacen a sí mismas”.
Gracias a su duro trabajo y a su perseverancia, en 1955 se convirtió en campeón de Francia de halterofilia (pero no pudo participar en los Juegos Olímpicos porque aún no era francés) y se especializó en joyería con el título, en 1978, de Maestro artesano rizador, Mejor Obrero de Francia, entonces miembro del Jurado Nacional de Educación Nacional.
Se vengó de la vida, para ser el más fuerte. Su madre puede estar orgullosa de él.
Katy Hazan, historiadora de la OSE
Léon Lewkowicz, Katy Hazan, Abi gezunt, ¡Mientras tengas salud! Memorias de un niño judío polaco, El Manuscrito, 2022