Columnas

El gringo, el ruso y el mexicano

«La Grilla en Rosa» de Fabio  (versión de chistes sin chiste)

Había una vez un mexicano que se creía muy listo. Se creía tan listo que creía que hacía tarugo al gringo, que solamente se hacía tarugo con las tonterías del mexicano con tal de que fuera su policía fronterizo gratuito, pero muy nacionalista, ante Centroamérica.

Así, el mexicano se burlaba, creía él, del gringo cuando cambiaba leyes a placer, violaba tratados internacionales, empujaba a México hacia el lado más imbécil del comunismo latinoamericano y especialmente, con su chiqueo a los narcos, a los que dejó de perseguir, de decomisar y de enfrentar en cuanto puso las nalgas en la silla presidencial.

Pero llegó el día en que el gringo demostró por qué es el gringo. Harto de la descarada asociación impune entre narcos y el mexicano, el más descarado de todos los mexicanos en su relación con los sombrerudos iletrados que le ayudaron a comprar la Presidencia y que antes habían despachado en México, así que decidió dar el golpe definitivo deteniendo al «Mayo» Zambada y a un hijo del Chapo, todo en silencio y sin avisarle al mexicano, porque éste iba a irle con el chisme del operativo a los capos.

Para sazonar la burla, casi tres semanas después no le han dicho ni media palabra al mexicano de cómo detuvieron a sus patrones en suelo mexicano sin avisarle y sin soltarle información posterior hasta ahora.

El mexicano anda de bocón exigiendo explicaciones, pero esta vez no fue la DEA la que hizo la detención, sino el FBI, que ya se lame los bigotes para ir detrás del mexicano, quien desesperadamente desmiente lo que diga el capo, sin que este haya dicho nada aún, a la vez que recalca que él no fue culpable de las capturas.

El mexicano, que siempre se cree muy listo, se dijo que iba a hacer enojar al gringo por atrapar a sus queridos capos del narco, y por eso invitó al teatro de toma de posesión de la marioneta del maximato al enemigo mayor del gringo: el ruso.

El ruso, que ha estado metiendo las narices hasta en las elecciones del gringo por medio de un cerdo racista de color naranja, y por supuesto en América Latina, gracias a idiotas como el mexicano, hizo el anuncio de que fue invitado a México, pero aún no confirma que vaya a venir.

El gringo y el ruso, muy enemigos y todo, pero a la vez saben que deben mantener el juego de Willy el Coyote y el Perro Ovejero, fingiendo que son enemigos cuando en realidad están más cerca de lo que el mexicano supone, pese a escenarios violentos como en Ucrania.

Por tanto, no se ve que el ruso quiera retar a un conflicto mayor para ser peón de un dictadorcito tiploso que se cree muy listo, tanto como para querer mangonear a los dos máximos líderes mundiales.

El mexicano se cree que el FBI no va a llegar por él después del inacabable rosario de delitos que ha cometido, principalmente permitir a los narcos producir y meter fentanilo a Estados Unidos.

Pero que se acuerde de cierto ex presidente hondureño que por menos de eso ya se está pudriendo en cárceles gringas.

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