Por: Miguel Ángel Mata Mata
NOCHE DE PAZ
Sonaron cuatro balazos y la gente salió a ver. Dos hombres estaban tendidos. Los mataron la noche de la Navidad. Uno era Roberto Ramírez Ruiz, el otro su colaborador.
Los testigos los vieron. Se infiltraron entre los danzantes. Buscaban al presidente del patronato. Le metieron varios balazos. En un instante murió.
También mataron al joven José Vidal Nava. Truncaron su juventud. Dejaron otros heridos.
Ya no habrá juegos ni risotadas. La Feria de la Navidad y el año Nuevo se ha suspendido.
La gente dice que ese crimen encierra todo un misterio y que el crimen quedará impune.
No es por mala leche, contra la autoridad. Otros asesinatos han ocurrido y la justicia ha sido vencida por la impunidad.
Mataron a Ricardo Taja, siendo candidato del partido del gobierno y no hubo justicia.
Decapitaron a Alejandro Arcos, querido alcalde de Chilpancingo, y la gente cree que han encerrado a un chivo expiatorio.
Le metieron dos balas en la cabeza al magistrado Edmundo Román Pinzón, y nada ha pasado.
Han comparecido todos los funcionarios del gobierno ante los diputados, pero al fiscal que debiera encerrar a los asesinos nadie le ha llamado.
Ese es, dice la gente, el gran misterio.
¿Por qué?
EL TEOPANCALAQUIS
Derivado del náhuatl, «teopan», que significa «templo», y «calaqui», que significa «entrar», Teopancalaquis se puede interpretar como «la entrada al templo».
Curiosa coincidencia es que, los pueblos originarios de México, desde antes de la llegada de los españoles, también tenían fiestas relacionadas con el ciclo solar y la agricultura.
Cosas del sincretismo, y la misma religión, algunas de esas fiestas, han sido modificadas, pero conservan su esencia.
Una de ellas es la que, cada año, se celebra en Chilpancingo el mismo día 25 de diciembre, Día de la Navidad católica. Se llama Teopancalaquis, y se ha convertido en una hermosa tradición religiosa y cultural producto del mestizaje.
Ha sido en la noche del Teopancalaquis, cuando danzantes, tigres y tlacololeros irían a visitar el templo, la casa de Dios.
Ha sido esa noche cuando asesinaron a Roberto Ramírez Ruiz.
Ya no llegó al Templo. No llegó a la Casa de Dios.
LOS SATURNALES
Hoy dijimos adiós a Sol Invicto que, por estos días, llega al punto mayormente alejado de la Tierra para comenzar su renacer hasta acercarse, lo más posible, por allá del mes de junio.
Cenamos, bebimos y nos dimos regalos, unos a otros. Esa ceremonia la practicaban los romanos, entre los días 17 y 25 de diciembre, en honor al Dios de la agricultura, Saturno.
Las fiestas se llamaban Saturnales y eran un festival que tenían los antiguos romanos para celebrar lo que ellos llamaban «el renacimiento» del año, cuando se cumplía el solsticio de invierno, que en el calendario juliano (que rigió al imperio y a Europa durante siglos) se celebraba, curiosamente, el 25 de diciembre.
«Esta celebración se hacía en honor del dios Saturno (por eso el nombre) y se caracterizó siempre por la relajación del orden social y por una atmósfera de carnaval», según señala la historiadora australiana Marguerite Johnson, en diálogo con BBC Mundo.
LOS DE GUERRERO
Curiosa coincidencia entre dos conmemoraciones en el Día de la Navidad para quienes profesamos la religión católica.
Curioso que, como en los saturnales, el Teopancalaquis, de este año pasará a la historia como el día en que se relajó el orden social.
Se ha suspendido la Feria porque los danzantes, tigres y tlacololeros no llegaron al Templo, a la Casa de Dios.
Ese mismo Día de la Navidad hubo en el país 54 homicidios, según información del gobierno federal. La entidad con mayor cantidad de ejecuciones fue Guerrero, con seis.
¿Cuántos homicidios deberán pasar para que el Fiscal de Guerrero rinda cuentas?
¿Cuándo podremos regresar al Templo, a la Casa de Dios, sin que nos asalte un balazo?