Por Guillermo Barba*
Tras una pausa oficial de seis meses, el Banco Popular de China (PBOC) retomó su agresiva estrategia pública de acumulación de oro, comprando grandes volúmenes desde noviembre. Esto ocurre en un contexto donde el precio del oro alcanzó un máximo histórico de 2,790.15 dólares por onza troy a fines de octubre, antes de caer un 5 por ciento en noviembre. Sin embargo, el metal precioso a pesar de esa corrección sigue mostrando un incremento del 30 por ciento en dólares y de más de 55 por ciento en pesos.
Se cierra así el que ha sido en lo que va del siglo uno de los mejores años para el rey de los metales, pero cuyos fundamentos apuntan fuerte a una subida aún mayor en los próximos años.
En este contexto, Beijing, que lidera las compras netas de oro a nivel mundial, ha acumulado hasta agosto de este año 2,165 toneladas, equivalentes al 4 por ciento de sus reservas extranjeras. Estas adquisiciones reflejan una prioridad estratégica que trasciende la volatilidad de los precios en el mercado internacional.
Esto, además de que se sabe que el gobierno de Xi Jinping acumula oro desde hace más de 10 años de forma secreta, por lo que a ciencia cierta no se sabe cuánto en realidad están acumulando. Sólo sabemos lo que Beijing nos quiera contar.
Varios son los factores internos parecen estar detrás de esta fiebre del oro china, entre ellos que la economía de ese país enfrenta presiones significativas: una crisis inmobiliaria prolongada, un mercado bursátil poco confiable, menores niveles de consumo y la devaluación del yuan. Todo ello ha generado incertidumbre económica tanto entre los inversionistas como entre la población.
Ante la falta de opciones de inversión domésticas atractivas y las estrictas restricciones para mover capitales al exterior, los ciudadanos chinos han recurrido al oro como refugio seguro. En este sentido, el PBOC no solo busca reforzar sus reservas, sino también satisfacer una creciente demanda interna, asegurando el acceso al metal precioso a través de sus compras masivas.
Pero no todo es interno. La política de oro de Beijing también responde a un panorama internacional cada vez más incierto, pues los conflictos en Ucrania y Medio Oriente, así como la creciente inestabilidad geopolítica, han erosionado la predictibilidad de las relaciones internacionales. En estos escenarios, el oro actúa siempre como un activo refugio, lo que ha disparado su demanda y sostenido su precio al alza.
Sin embargo, el plan de China para adquirir oro no es solo una respuesta a eventos coyunturales, sino parte de una estrategia de largo plazo para reducir su dependencia del dólar estadounidense y minimizar su vulnerabilidad ante sanciones económicas de Occidente.
Asimismo, la estrategia del PBOC tiene un objetivo aún más profundo: fortalecer al yuan como una moneda de referencia internacional que pueda competir con el dólar en algunas décadas.
En los últimos años, China ha reducido sus tenencias de bonos del Tesoro de Estados Unidos, disminuyendo su exposición de más de 1 billón de dólares en 2022 a 768.3 mil millones de dólares en mayo de 2024. Paralelamente, ha aumentado sus reservas de oro, lo que sugiere un intento deliberado de diversificar su cartera de reservas y preparar el terreno para un yuan respaldado al menos en parte por oro físico en territorio propio.
Este enfoque no solo busca proteger la economía china frente a sanciones y aranceles, como los propuestos por Donald Trump en su posible retorno a la Casa Blanca en 2025, sino también desplazar al dólar como moneda dominante en el comercio internacional.
Por otra parte, la acumulación de oro de China también se alinea con su liderazgo dentro del bloque BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Este grupo, que busca promover un comercio internacional menos dependiente del dólar, ha crecido en años recientes con la inclusión de nuevos miembros como Irán, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos, conformando el BRICS-Plus.
Una estrategia con implicaciones globales
Como podrá comprenderse, la renovada fiebre oficial del oro de China no es una simple maniobra económica; es parte de un plan estratégico para rediseñar el orden financiero mundial. Al acumular oro y reducir su exposición al dólar, Beijing está construyendo los pilares para un sistema económico alternativo en el que el yuan pueda competir con el dólar como moneda de reserva global, al menos, entre sus socios del bloque BRICS.
Eso sí, hay que tener cuidado de no caer en la propaganda que se ha viralizado respecto a una supuesta “divisa única” de los BRICS que estaría respaldada por oro. Nada de eso.
El gobierno de Sudáfrica mismo ha confirmado – tras presiones de Donald Trump-, que un proyecto de esa magnitud no existe. Y es que sería virtualmente imposible crear una moneda única entre socios tan dispares, distantes y con debilidades institucionales obvias que merman la confianza internacional.
No hay que confundirnos. El oro está volviendo a tener un rol preponderante en el sistema monetario mundial y constituye un activo de reserva indispensable para los dos grandes bloques – Occidente y los BRICS-, lo que puede y DEBE ser aprovechado por inversores privados, personas y empresas, que deben tener sus propias reservas de este activo como inversión indispensable.
*Economista y autor de TOP MONEY REPORT
Guillermo Barba se posiciona en el Top de Influencers financieros de EUA, España y Latinoamérica