Columnas

Un cuento de Navidad 2024

«La Grilla en Rosa» de Fabio  (versión navideña con jiribilla)

En la fría habitación que ocupa como paracaidista y cuidadora de Palacio Nacional, la presidentE estaba congelándose junto a Largo, el Primer Marido del régimen de simulación que es el actual maximato. No había manera de que hubiese calor, primero por el frío y distante carácter de la titere, y segundo porque parece que Largo se murió desde hace mucho, pero nadie le ha avisado que debe seguir la luz y dejar este plano astral a gente que sí está viva.

Ambientalista como es, la presidentE prendió una chimenea, pensada originalmente para Benito Juárez, y usó la leña y los cadáveres de árboles y animales talados y cazados en las interminables obras del mejor tren del mundo, ese mismo que ya depredó y le partió la crisma a la Selva Maya. Si no compra cremas para la cara, menos va a comprar un calentador decente. Congruencia, le llama ella.

Estaba quemando los cadáveres de dos jaguares cuando empezó a escuchar gritos en una de las calles laterales de Palacio Nacional. De repente, un ánima entró por la ventana mientras seguían los gritos: era el espíritu de la Zopi, la no primera dama, y ya no esposa del dueño del maximato. La presidentE se dio cuenta que no eran gritos, si no que la Zopi estaba «cantando» la más reciente canción que el lambiscón Armando Manzanero para que la «interpretara» con su encantadora voz de urraca.

-¿Qué transa?, ¿qué haces aquí? -preguntó la títere con el más científico de sus vocabularios.

-Sólo salí a desaburrirme, porque eso de ser la no primera lo-que-sea no es divertido, además de que ya no puede hacer recomendaciones idiotas al vejete para que las aplicara como políticas de gobierno, como la exigencia de disculpas a España por la Conquista.

-Yo sigo el cuento, y ya dije que voy a estar friegue y friegue con eso todo el sexenio.

-Jajajaja, mi legado vive. Soy una malvadona.

-Bueno, ¿y qué se te perdió por aquí? Porque te recuerdo que ya no vives en Palacio.

-Uy, qué genio… Bueno, la cosa es que vas a recibir la visita de tres espíritus, de modo que déjate de muladas y me los recibes bien. A’i la vemos.

La Zopi se fue berreado «Somos Novios». Mientras, la presidentE se aseguró que Largo todavía respirara. En eso llegó el primer espíritu, de ánimo festivo y rijoso.

-¡Al diablo laj injtitucionej! -fue su saludo, y siguió -: ¡Yo voy a salvar a Méjico del neoliberalijmo! ¡Acabaré la corrupción, gobernaré para todoj…!

-¡Amo! -gritó feliz la presidentE- ¡Qué bueno que te veo, porque hace falta tu sapiencia para componer el desmadre que me dejaste!

-Joy el ejpíritu de las Navidades Pajadas. Vine a recordarte lo felij que fuijte en tus tiempos de izquierdosa antigringa que estudió en Ejtadoj Unidoj, no en Cuba. ¿Te acuerdas cómo hasta el diario saliste haciendo tus numeritos de protesta en un campus universitario gabacho?

-Mis primeras grillas…- suspiró la presidentE- ahí conocí a Largo, cuando cerré la UNAM junto a otros delincuentes todo porque querían cobrarnos más de veinte centavos por la inscripción a una licenciatura.

-¡Y cómo olvidar cuando me ayudajte a hacerle al cuento en el fraude que inventé en 2006, cuando Calderón efectivamente me ganó por ser yo hocicón y soberbio! Ahí ibas, junto al mugroso Noroñas, llevando en un diablito cajas enormes «llenas» de pruebas de fraude, que a la mera hora eran cajas vacías.

Ambos rieron de buena gana.

-Esoj añoj jirvieron para que te moldeara como la títere que eres ahora: irracional, abyecta, obediente hasta el vómito. ¡Qué orgullo! Pero bueno, ya basta de pachanga. Viene el otro güey y yo debo ir a Palenque a seguir contando todos los millones que le robé, le robo y le robaré a México y los millones que me dieron mis patrones del narco.

El espíritu de las navidades pasadas se fue entre una nubecita de humo. El segundo espíritu se apareció casi enseguida, con una banda presidencial atada con cadenas y candados a un cuerpo grasoso y garnachero. Venía burlándose de una masacre y limpiándose los mocos con la Constitución.

-El narco es pueblo – fue su saludo a la presidentE, mientras el espíritu de las navidades presentes orinaba sobre las tumbas de los pacientes que dejó sin tratamientos y medicinas, y vertía insultos a los cientos de miles de mexicanos que dejó morir en la pandemia.

-Pensé que sería otro el espíritu que me iba a visitar.

-Yo no te cree para pensar, sólo para obedecer, y si no lo haces, te echo a diputados, senadores, a mis patrones del narco, a la secta y a mi constitución para sacarte del puesto a la primera que no hagas las órdenes tal como te las dicto. El bastón de mando podría transformarse en supositorio de la obediencia.

-Como que vienes muy agresivo, ¿no te parece, Amo?

-¿Qué dijiste, marioneta deshidratada? Estaba distraído pensando en qué nueva transa voy a hacer para apoderarme de todo el país y heredárselo a mi hijito el Chompiras Andy.

-Que me estás tratando con dureza.

-¡Qué se calle, marioneta rezongona! Naciste, como dijo alguna vez un virrey sobre la población mexicana, para callar y obedecer. Y así vas a seguir todo el sexenio o así te va a ir, porque yo y sólo yo soy el que manda y el que es presidente. Son tus navidades presentes.

El segundo espíritu nomás se fue sin despedirse, dejando un penetrante olor a pedo de garnacha de chorihuevo que provocó arcadas a la presidentE. El olor casi hizo que Largo despertara de su catatonia.

Un brillo anaranjado apareció en la habitación, anunciando al tercer espíritu, el mismo cuerpo garnachero pero en un traje de prisionero, totalmente desprovisto de la soberbia, las burlas y la risita irritante que siempre tenía; aunque las mentiras seguían ahí.

-¿Amo? Pero, ¿qué te pasa?

-Yo joy inojente. Yo no robé a nadie, yo me preocupé como nadie por la salut de los mejicanos, yo acabé con la corrupción, yo no soy narco, mij hijoj no je enriquejieron ni hijieron negojios en mi sexenio. Joy un pobre viejo enfermo cuyo pecado fue jer el segundo prejidente máj popular del mundo…

-¿Me está hablando a mí, Amo? No hay nadie más, aparte de Largo, aquí con nosotros.

En ese momento, otros entes aparecieron alrededor del tercer espíritu de la Navidad. Eran agentes de la DEA, del Departamento de Estado de Estados Unidos, su amigo Trun y otras autoridades estadounidenses. Lo que escuchó la presidentE fueron los alegatos de defensa de su creador.

-Los narcoj no me dieron dinero, el narco no me financió, ellos no hicieron ganar a mi partido en las elecciones y yo no les regalé el país -decía el caudillito a los gabachos, y cada que hablaba aparecía un legajo enorme de pruebas que demostraban lo contrario.

Todos los entes voltearon a ver a la presidentE directo a los ojos. Lo entendió de inmediato: sus navidades futuras van a ser iguales por seguir defendiendo narcos como el gobernador de Sinaloa y no atacar a los cárteles. Ha sido siempre cómplice, y eso tiene una factura que hay que pagar.

El tercer espíritu se fue gritando con su voz irritante de cotorra que «¡Cadena perpetua no! ¡Joy el mejor prejidente de la historia de Méjico y delinquía siempre sin castigo! ¡A la cárcel no!» mientras los estadounidenses los cargaban de los archivos de sus crímenes y de cadenas.

La presidentE empezaba a pensar en dejar de seguir el librito que le dejaron para obedecer sin cambiarle ni una coma. Pero la mano de las navidades presentes le acomodó un zape amansalocos que la regresó al trance de obediencia sin voluntad en el que vive.

-Tus deseos son órdenes, Amo…

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