Sebastián Godínez Rivera
La nación centroeuropea ha sido uno de los casos de estudio en los que los populistas autoritarios se han hecho con el poder. El partido Ley y Justicia del ejecutivo Andrzej Duda había gobernado de forma hegemónica desde hace casi una década, empero, tras los comicios legislativos de 2019 en los que los conservadores de Plataforma Cívica lograron la mayoría para investir gobierno.
Donald Tusk se convirtió en el Primer Ministro y ha protagonizado disputas con el ejecutivo debido a sus posturas radicalmente opuestas. Cabe destacar que Polonia ha sido un caso especial desde que fue analizado por el politólogo Giovanni Sartori. Él acuñó la categoría de partido hegemónico para explicar la situación de Polonia durante el gobierno comunista y México bajo el PRI.
La existencia de un hegemón dentro del sistema político implica que existen otros partidos que compiten frente a este, pero no tienen la posibilidad de ganar. Están ubicados en distintos circuitos de competencia, los cuales legitiman al régimen, pero tienen poca probabilidad de ganar el poder. Polonia desde 2015 ha transitado hacia un modelo hegemónico, similar al del autoritarismo comunista que limitó la libertad de expresión, coptó el Poder Judicial y estableció una mentalidad, no una ideología.
La mentalidad de acuerdo a Juan Linz es más flexible que la ideología, la cual es característica de los regímenes totalitarios. Ley y Justicia ha difundido una serie de valores, acciones y posturas que no implican el sometimiento de toda la voluntad o el pluralismo; muestra de ello es la victoria y la existencia de una oposición que ostente la jefatura de gobierno. En Ciencia Política, esto se denomina cohabitación y proviene de la tradición francesa, en la que el presidente es de un partido y el Primer Ministro pertenece a otro.
Por otro lado, en la literatura polaca se ha acuñado el concepto de democratura de Adam Michnik, el cual se caracteriza por ser un gobierno autoritario que ha surgido después de una administración envuelta en escándalos de corrupción. En la teoría, Polonia es un caso de estudio interesante para revisar, porque ha dado señales de la reducción de la fuerza autoritaria y que ha puesto en jaque al oficialismo.
Autoras como Ana Alonso han expuesto que la difícil cohabitación entre la jefatura de gobierno y la jefatura de Estado está en “El pseudo presidencialismo es un pecado original en el sistema político en Polonia porque fuerza una cohabitación muy compleja”. Las facultades de veto y bloqueo de la presidencia frente a las decisiones del Primer Ministro es un elemento a tomar en cuenta el desequilibrio de fuerzas dentro del sistema.
Duda se enfocó en la creación de un Estado Iliberal, retomado de la Hungría de Viktor Orbán, quien propone que el liberalismo no sea el eje central de la política, sino el soberanismo, No obstante, esto va más allá, debido a que en la teoría una democracia iliberal es un régimen que combina el autoritarismo y elementos de pluralismo para ejercer el poder. La relevancia del caso es polaco reside en que las elecciones presidenciales están propuestas para mayo de 2025.
Una posible victoria de la oposición en la presidencia, no solo sería un caso de estudio porque sacaría del poder a uno de los partidos nacionalistas más fuerte de Europa. Además, cimbraría a ka oleada populista y nacionalista que ha surgido en el viejo continente; y específicamente existe una inclinación pro Putin de los mandatarios de los países exsocialistas.
Polonia está mostrando que los gobiernos autoritarios no son para siempre, sino que tienden a un desgaste más rápido que los autoritarismos del siglo XX. La competencia electoral será una prueba de fuego para el nacionalismo polaco y que una derrota podría tener efectos en otras naciones que han apostado por personajes iliberales. Nada está escrito aún, pero Duda y Ley y Justicia han sufrido un desgaste por el ejercicio del poder, lo cual es normal.
Considero que este país podría convertirse en uno de los casos de estudio emblemáticos para las y los politólogos quienes no hemos respondido a la pregunta de por qué hay una seducción por el autoritarismo. Esta nación presenció el derrumbe del comunismo y en una corta transición a la democracia optó por el regresó de liderazgos fuertes; ahora a 9 años del ascenso de Ley y Justicia, es perceptible un malestar con el oficialismo.
¿Será Polonia quien dé la materia prima para que las y los politólogos demos una respuesta a la expansión del autoritarismo?