Columnas

Lukashenko el tirano rojo que congeló Bielorrusia

Sebastián Godínez Rivera

Bielorrusia es una nación ubicada en la zona oriental de Europa, su historia desde sus inicios ha estado ligada a la extinta Unión Soviética y luego a la Federación Rusa. Este país inaugurará el año electoral en el viejo continente, pero hay pocas esperanzas o indicios de un cambio porque el presidente Aleksandr Lukashenko se ha convertido en pilar del país y figura central del sistema político.

El ejecutivo bielorruso se presentará a sus séptimos comicios desde 1994 que llegó al poder. El 26 de enero se llevarán a cabo las elecciones, sin embargo, estas no cuentan con los elementos básicos de integridad o los estándares internacionales para considerar que la competencia es equitativa, limpia, igualitaria y con diversidad de información para que la ciudadanía se informe. El proceso electoral inició de forma accidentada, luego de que la institución encargada de las elecciones negara la posibilidad de competir a 3 candidaturas.

El poder de Lukashenko comenzó a crecer desde 1994 que ganó la presidencia del naciente país. Esto no ocurrió de forma espontánea sino que el mandatario ha puesto en práctica lo que aprendió cuando el país pertenecía a la Unión Soviética y que ha replicado desde casi 30 años. Un rasgo paradójico, pero distintivo de Bielorrusia es que el presidente no pertenece a ningún partido político, sino que es independiente; no obstante, mantiene el poder político en el congreso, los tribunales y todos los espacios públicos.

Mientras otros autócratas han formado partidos políticos para mantener el poder, pero no es así con Lukashenko. Tras la caída de la nación soviética en 1991 y la fundación de Bielorrusia independiente, en 1994 tuvieron lugar los primeros comicios independientes y los únicos. El líder bielorruso se presentó como independiente y ganó; un año después presentó una nueva Constitución con la cual desde el primer momento acumuló poder.

Desde 1994 hasta 2020 que fueron las últimas elecciones, el mandatario ha sometido a la oposición reprimiéndola, encarcelándola y sometiendo a los medios de comunicación. Lukashenko, dio forma al régimen a su imagen y semejanza para moldearlo a su antojo y mantener el poder. Sus poderes son plenipotenciarios, es decir, nada se mueve sin que el líder lo autorice lo cual permite que haya violaciones a la libertad, la división de poderes y sofocando el pluralismo. En 1995, legisladores intentaron destituirlo, pero el presidente llamó a un referéndum que ganó y con esto se presentó a una reelección automática, clausuró el parlamento y extendió sus poderes.

En 2001 se presentó a nuevas elecciones las cuales ganó sin oposición; su proyecto ahora buscó acercarse a Rusia y profundizar la economía socialista. Lukashenko convocó a otra consulta para eliminar la frontera de la reelección que sólo permitía dos gobiernos, el líder ganó y estableció un mandato de cinco años, pero con la posibilidad de reelegirse indefinidamente. Para 2006 hubo nuevas elecciones, la oposición llamó a ocupar las plazas públicas para presionar al oficialismo, pero el gobierno optó por la represión.

En 2010 nuevamente se celebraron comicios y Lukashenko ganó con el 70%, proclamado su triunfo procedió a encarcelar a las nueve opositores que compitieron contra él. Al estilo clásico soviético, el presidente hace constantes purgas en la élite militar, el gobierno y las instituciones y con ello impide la posibilidad de que sectores se organicen en su contra. Para 2015 y 2020 se celebraron elecciones nuevamente y como era de esperarse ganó.

El país se ha quedado petrificado en el tiempo y es dependiente de Rusia, la economía socialista repite los patrones de acumulación para una élite y las carencias en la mayoría. Por otro lado, Biolorrusia se ha convertido en el patio de Lukashenko, porque él tiene la última palabra en todos los aspectos, esto ha llevado a que la Unión Europea, Estados Unidos y el mundo occidental cuestionan su liderazgo, su actuar y las instituciones que son leales. Esta nación es uno de los casos donde el autoritarismo emana del propio líder y no de un partido o conjunto de personas, como ocurre en otras latitudes.

Incluso para este año puede que haya candidatos opositores, sin embargo, luego de siete competencias electorales el régimen ha demostrado que no reconocerá ningún triunfo por la vía pacífica. Lukashenko es el modelo de autócrata soviético que está ensoberbecido por el poder y está dispuesto a imponer su voluntad por cualquier medio. No obstante, actualmente tiene 30 años en la presidencia y 70 años de edad; el factor físico del líder siempre es un elemento que ni todo el control político puede controlar, lo que seguramente ocurrirá en algún momento en Bielorrusia.

Por otro lado, la dependencia de este país hacia Rusia es un factor a tomar en cuenta, puesto que varias de las ex naciones soviéticas pertenecen al área de influencia de Vladímir Putin, lo que impide una democratización en toda la extensión de la palabra. Que los países de Asia central y Europa Oriental sean tan cercanos a Rusia, implica que la tensión con occidente sea constante, pero también un escenario difícil para presionar. Seguramente, tras los comicios del 26 de enero, el presidente mantendrá el poder sin problemas, no obstante, es posible que haya una ebullición social.

PD. Desde finales del 2024 hemos visto que existen movilizaciones y acusaciones en contra de Rusia que es señalada por influir en las elecciones. Protestas en Georgia, Rumanía y la invasión a Ucrania son caldos de cultivo que podrían presionar a las naciones de esa zona.

De

Para DeReporteros

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