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Sebastián Godínez Rivera
El 10 de enero de 2025 el mundo presenció uno de los fraudes más grandes de la historia mundial, me refiero a la toma de protesta de Nicolás Maduro Moros como presidente de Venezuela por tercera ocasión. Carente de legitimidad de origen, es decir, de elecciones libres, competitividad, integrales, informadas y legítimas; sin estos elementos los comicios carecen de certeza.
Sobre todo, los regímenes que son considerados como autoritarismos competitivos, en los cuales la incertidumbre electoral es una variable que debe ser tomada en cuenta y que en 2024 jugó en contra del chavismo. El oficialismo nunca esperó el nivel de organización por parte de la oposición, ni la coordinación al interior y al exterior del país; el chavismo jugó mal sus cartas y los cuestionamientos de la elección le estallaron en la cara.
En su discurso inicial, Maduro se dedicó a denostar a la oposición que hasta la fecha ha conservado las actas en las cuales Edmundo González Urrutia ganó la presidencia. El hijo pródigo del chavismo, no reparó en gastos para ofender y cuestionar a los actores nacionales e internacionales a los que acusó de impulsar un golpe de estado. Este discurso se ha vuelto popular para los populistas de izquierda, quienes conciben en Estados Unidos a un enemigo histórico.
Maduro Moros desde los polémicos comicios del 28 de julio de 2024 ha visto su poder disminuido, y esto no es una afirmación ideológica, sino científica. Los problemas que ha enfrentado en materia de gobernabilidad y la presión internacional quien ha implantado sanciones económicas contra el país. Venezuela inició el 2025 de forma tensa debido al nulo respeto de la voluntad popular en las urnas, por la tentación autoritaria del chavismo.
El líder autoritario de la nación sudamericana no desaprovechó la oportunidad para insultar a líderes mundiales que cuestionaron el resultado; entre los mencionados fueron el presidente de Panamá, Raúl Mulino y el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau. Esta es una constante de los líderes autoritarios personalizan la disputa política y mantienen un discurso nacional populista con el que defienden la supuesta soberanía y la revolución.
Un hecho lamentable para el mundo fue presenciar el ascenso del tirano nuevamente, pero aún más cuestionable fue la posición internacional frente al autoritarismo. La Ciencia Política y los teóricos de las transiciones señalan un rol importante del concierto exterior como motor para la democratización; el paso de las dictaduras a democracias en el siglo XX la presión de las naciones es un elemento que puede favorecer y cerrar puertas para la permanencia de un líder autoritario en el poder.
Maduro presionó a la oposición mediante el secuestro de Rafael Tudares, yerno de Edmundo González Urrutia para evitar que entrara al país. Por otro lado, los cercos policiales, las fichas de búsqueda contra la oposición y el uso de las fuerzas del orden fueron los mecanismos con los que el chavista se afianzó en el poder. Él sabe que su tercer mandato inicia con una crisis de legitimidad y que podría repercutir en la gobernabilidad.
Lamentablemente, Nicolás Maduro ha tomado nota de lo que ocurrió desde 2024 y no debería sorprender al mundo que el tirano afiance sus técnicas represivas. Incluso su discurso llamando a la paz ha quedado de lado, al mencionar que Nicaragua, Cuba y Venezuela podrían tomar las armas para defender sus revoluciones. Asimismo, ha agregado que estaría dispuesto a liberar a Puerto Rico del gobierno estadounidense, lo que ha tensado al entorno geopolítico. Algunos tiranos se enfocan en discursos bélicos para desviar la atención y crear un enemigo en común.
Mientras tanto, una transición mediante las elecciones no será posible en Venezuela, esto ha quedado demostrado. Tampoco la creación de acuerdos entre el oficialismo y la oposición; el diálogo se ha cerrado y los canales pacíficos no han sido suficientes para que se respete la voluntad de los y las venezolanas. Los regímenes autoritarios terminan siendo rehenes de sus propias políticas y grupos; quien crea que el chavismo gobierna por sí solo vive en la ingenuidad.
Los grupos de poder y de interés en las naciones autoritarias mantienen a los gobiernos y también son los causantes de sus caídas. Sin embargo, si estos no se ven impulsados a la transición entonces se mantendrán intactos. Hasta el momento las elecciones de 2024 representaron un sismo en el edificio chavista, pero no lo suficiente para derrumbarlo.
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Para DeReporteros