
Sebastián Godínez Rivera
El arquitecto de la India autoritaria, el Primer Ministro Narendra Modi, ha mostrado el músculo en las elecciones de la capital, dejando ver que en política las derrotas y las victorias no son para siempre. Tras los comicios generales de 2024, sus índices de votación se vieron reducidos, ante la oposición del Partido del Congreso ligado a Mahatma Gandhi. Modi obtuvo 44% de la votación, es decir 293 escaños frente al 41.90%, traducido a 234 asientos en el parlamento por parte del Congreso Nacional Indio.
El año pasado su victoria fue agridulce ya que no reunió los votos necesarios para hacerse con la mayoría, sino que necesitaría de sus aliados para encabezar el país. Mientras que la oposición se fortaleció y se sintió fuerte al convertirse en un contrapeso y arrebatar 60 escaños al oficialismo. Modi tuvo que buscar apoyo con la Alianza Democrática Nacional y así es como ha conseguido estar a la cabeza del gobierno una vez más. Sin embargo, el 2025 le ha demostrado que su maquinaria electoral sigue cosechando triunfos.
El miércoles 5 de febrero se convocaron a las y los indios para votar en la provincia de Delhi, los resultados de la Comisión Electoral de la India (CEI) muestran que el partido de Modi ganó 48 escaños de 70 del parlamento local y el resto le pertenecen al Partido Aam Aadmi. Es la primera vez en treinta años que el Partido Popular Indio ( Bharatiya Janata o BJP) gobernará esa zona, lo cual significa un triunfo aplastante para el oficialismo quien ante los ojos de varios analistas del mundo, el BJP era un gigante con pies de papel.
La oposición reconoció su derrota en un tweet: «Felicito al BJP por esta victoria y espero que cumplan todas las promesas por las que el pueblo los votó. Hemos trabajado mucho en el campo de la salud, la educación y la infraestructura en los últimos 10 años. No solo jugaremos el papel de una oposición constructiva, sino que también permaneceremos entre el pueblo y continuaremos sirviendo».
Cabe destacar que la victoria de BJP en la capital se debe más a la mala imagen del partido que gobierna Delhi que del actuar de Modi. Como todo instituto político que ejerce el poder, sufre un desgaste que merma su capacidad para mantenerse como una opción viable. Asimismo, el Partido Aam Aadmi (AAP) fue señalado en varias ocasiones de corrupción contra Arvind Kejriwal, quien fungió como Jefe de Gobierno de la capital.
Kejriwal fue encarcelado por su supuesta implicación en una trama corrupta relacionada con las licencias de venta de licor en la capital india, llegando a comandar durante varios meses el Gobierno de Delhi desde prisión. Bajo esos señalamientos el instituto político acreditó un desgaste que lo llevó a perder el poder. El Tribunal Supremo permitió la liberación de Kejriwal bajo fianza, luego renunció al puesto de jefe de gobierno y se lo entregó al líder del partido.
La oposición cuestionó el arresto de la cabeza de la entidad y señaló al Primer Ministro de abrir carpetas de investigación antes de los comicios regionales. También criticaron que se ha hecho un uso faccioso de las instituciones para debilitar a la oposición y que el oficialismo se mantenga como la fuerza gobernante en varias partes del país. Empero, los cuestionamientos están ahí, al punto que la ciudadanía reconoció que el AAP estaba marcado por la corrupción y el contubernio de los principales líderes partidistas.
Aunado a esto, el triunfo no solo es una cuestión de prestigio para el BJP, sino que también era visto como una forma de proteger la imagen de Modi en el exterior, al poder controlar posibles protestas contra el gobierno central, que eran apoyadas por el AAP. Sin duda la victoria del BJP es muestra de que a nivel nacional ha bajado su fortaleza, pero en cuanto a un análisis regional se siguen cosechando triunfos, principalmente en espacios donde no ha gobernado desde hace más de una década.
De
Para DeReporteros