
Sebastián Godínez Rivera
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca inauguró una nueva etapa en el reacomodo del tablero iliberal de occidente. No es una novedad que la Unión Europea haya sido excluida de las negociaciones de paz. La estrategia de negociación se asimila mucho al entonces pacto Molotov-Ribbentrop fue un acuerdo de no agresión entre la Unión Soviética y la Alemania nazi, firmado el 23 de agosto de 1939. Este pacto abrió el camino para la Segunda Guerra Mundial, pero entre sus cláusulas se incluyó:
- El pacto de no agresión entre la Unión Soviética y la Alemania Nazi.
- Cooperación económica entre ambas naciones y expansión territorial.
- División territorial de los países de Europa del este.
Este tratado no solo buscó mantener al margen a la Unión Soviética de la guerra, sino que el moldeamiento del continente estaba centrado en satisfacer el apetito expansionista. En el siglo XXI, Trump quiere evitar un choque con Putin y sabe que la forma de hacerlo es accediendo a sus demandas, sacrificando partes de Ucrania. Hago hincapié en que los métodos para controlar gobiernos se han vuelto más sofisticados, ya no es con una absorción total, pero sí con personajes alineados a Rusia.
No es una novedad que Putin ha logrado que personajes nacionalistas prorrusos accedan al poder en varios países como Bielorrusia con Alexandr Lukashenko; Rober Fico Primer Ministro de Eslovaquia; Viktor Orbán de Hungría; Rumen Radev ejecutivo de Bulgaria; Aleksandar Vučić presidente de Serbia; y en Rumanía el candidato nacionalista, Calin Georgesc, tiene amplias posibilidades de dirigir el país. Al revisar el mapa del este, Ucrania es de las pocas naciones que aún no se han plegado a los designios del presidente ruso, logrando así consolidar su área de influencia.
Desde que Rusia era una monarquía, Ucrania ha sido objeto de ataques rusos y sueños imperialistas debido a su posición geográfica que une el este con la zona de los Balcanes; cuenta con penínsulas en el Mar Negro; además de que Rusia tiene en mente el paso de un gasoducto por ese país. Los problemas abarcan desde la anexión de Ucrania en 1783 al imperio ruso; la instalación de un gobierno socialista en 1930 que pugnó por la anexión a la naciente Unión Soviética; gran hambruna y la muerte de ucranianos por Iosif Stalin; y tras el golpe de estado de 1991 los ucranianos fueron la primer repùblica soviet en independizarse.
Por otro lado, Ucrania se encuentra en lo que geopolíticamente se denomina área de influencia, es decir, espacio en el que una potencia influye ya sea económica, política y socialmente. Sin embargo, desde los años noventa Ucrania ha intentado mantener su independencia y alejamiento de Rusia, aunado a que ha presenciado el ascenso de líderes alineados con el Kremlin. Ucrania ha intentado consolidar una democracia liberal, alejada de la influencia de Rusia.
Por eso no es nuevo que Putin tenga los ojos puestos sobre su vecino, aunado a que la llegada de Trump y su manotazo sobre la mesa, tenga que ver con negociar una paz entre autoritarios. El intento de una “PAX ILIBERAL” busca reducir la tensión entre ambas potencias y así como en el tratado Molotov-Ribbentrop, ceder ciertos espacios a cambio de que Rusia detenga su expansionismo y la guerra.
Aunado a lo anterior, Trump llamó dictador a Volodimir Zelenski, debido a que su mandato culminó en 2024, pero no han convocado a elecciones. El republicano declaró “Zelenski es un dictador, con un país sin elecciones y si sigue así podría quedarse sin país”. La declaración no es un hecho aislado, al contrario, es la esencia de la negociación, lo que se espera es que haya comicios en los cuales perfiles ligados a Rusia ganen el cargo y se vuelvan un gobierno alineado con el Kremlin.
La exclusión de la Unión Europea (UE) tampoco es casualidad, puesto que esta entidad supranacional impulsaría el modelo liberal y europeísta en Ucrania, lo cual tensaría la relación con Putin. A pesar de la Conferencia de Munich y la reunión de varios líderes europeos, Estados Unidos no quiere tener en la mesa a la UE. Así como en 1941 negociaron Hitler y Stalin un acuerdo de no agresión, Trump y Putin buscan poner fin a la conflagración.
Rusia con la victoria futura de un gobierno prorruso cesaría las presiones y agresiones contra su vecino. Mientras que los Estados Unidos de Trump lograrían la paz con dos repercusiones que trazarían un nuevo orden occidental: 1) el republicano sería visto como el arquitecto de la paz en el este; y 2) con el cese de las hostilidades, la Unión Europea perdería su papel como mediador en el continente y el modelo europeísta-liberal quedarìa herido de muerte.
Sin embargo, Volodimir Zelensky salió molestó de su reunión con Trump y J D. Vance luego de una discusión frente a los medios de comunicación. El republicano le dijo a su homólogo ucraniano que no estaba en posibilidad de negociar y que Estados Unidos quería la paz; mientras que Zelensky señaló que no saben lo que es enfrentar una invasión. Luego, Trump arremetió diciendo “estás jugando con la tercera guerra mundial”. La reunión terminó mal porque el ejecutivo oriental demostró que Trump se unió con Rusia para someter al país. PD. La reunión terminó de forma abrupta y ya no se firmó el acuerdo Estados Unidos-Ucrania en el cual la segunda permitía la explotación de minerales extraños al primero.
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Para DeReporteros