Columnas

El santo señor de Macuspana

Por: ARMANDO RÍOS RUIZ

El viernes, la Presidenta Sheinbaum aprovechó su reunión mañanera con periodistas —algunos lo son—, que no conferencia, para protestar por las menciones que se han hecho de su antecesor, el santo señor de Macuspana, por los sucesos de los últimos días que lo involucran con el rancho de Teuchtitlán, Jalisco, con señalamientos por todos lados de narco Presidente, frase que le fue gritada frente a su palacio imperial del Zócalo, cuando era el mandamás.

Es de muchos mexicanos conocido, así como de habitantes de múltiples partes del mundo, que en ese lugar fueron encontrados cientos de pares de zapatos y pertenencias de jovencitos, mujeres y hombres, que fueron llevados allí con engaños, para entrenarlos en las bellas artes de la delincuencia, como amedrentar, secuestrar y asesinar, amén de otras actividades delictivas, en donde eran reducidos a cenizas cuando no servían para eso o caían mal al verdugo.

La señora quiso minimizar un caso que debería causarle una vergüenza sin paralelo, con el argumento de que por una fotografía habían armado un escándalo y asediado al ex Presidente. Al mismo a quien mejor tendría que reclamarle airadamente y con mucha razón, por tenerla hoy metida en demasiados problemas, tanto al interior como en el exterior del país, que se antojan sin solución por su visible incapacidad para encontrar el remedio.

Bueno. Desde luego que hay solución que ya ha puesto en práctica. Primero decir que no permitirá que nadie se meta con nuestra soberanía y luego conceder todo lo que le piden. Como seguramente ocurrirá en otro escenario anunciado por Ron Johnson, el futuro embajador, quien ha mencionado que gustaría de una embestida frontal a los narcos mexicanos con el ejército de Norteamérica, pero aleatoriamente con el nuestro.

La Presidenta Sheinbaum inmediatamente respondió que no lo permitirá nunca y fue secundada por muchos mexicanos que aplaudieron su determinación. Pero hay quienes nos acostumbramos rápidamente a esas exclamaciones de valentía y a ver que, a la hora de la verdad, la valiente representante de nuestro país concede al pie de la letra. Lo ha demostrado a la velocidad de la luz.

La defensa a ultranza que hizo el viernes pasado de su maestro nos obliga a preguntarnos: ¿qué castigo merece por encubrir a su aún jefe? Han comenzado a aparecer por todos lados esos signos que señalan con precisión los alcances de sus desatinos, como su frase de abrazos, no balazos, que enseñoreó y desató una fiebre por el delito, porque en su sexenio hubo impunidad como nunca antes que, por cierto, hoy continúa para complacencia de ese gremio.

La presunción de que la criminalidad bajó 16 por ciento, prácticamente sólo porque la señora tomó el bastón de mando, no es más que una fantasía como la que acostumbran los morenistas. O como solía predicar la ex secretaria de Seguridad, la periodista Rosa Icela Rodríguez, quien solía armarse con un reporte que afirmaba que, en un mes, casi había acabado con la delincuencia.

Se palpa a leguas, que pidieron a su diario preferido, La Jornada, el que más dinero recibe del gobierno, que publicara por ahí una noticia ambigua, mal concebida, para desvirtuar los hechos del rancho, que de todas formas ya están en el conocimiento de propios y extraños, con el dicho de que no se encontró ningún crematorio, que sí advirtió un colectivo de madres buscadoras.

También aconsejó: ¿por qué no hablan mal de Calderón y de García Luna? Las respuestas menudearon. Muchos mexicanos ya son conscientes de que los que tienen el poder político no son superiores a nadie. Son tan falibles como cualquiera e innumerables veces inferiores. La misma presidenta refleja su ineficiencia cada vez que abre la boca. Presumir que es científica no la ayuda. La torna ridícula. La supuesta ciencia no le sirve. Depende en todo de su benefactor.

Le respondieron con tino: ¿Y por ella no deja de hablar mal de los anteriores? Bueno. Existe eso que se llama fijación. También tiene otros clientes cuya vida pone en peligros con sus repetidos y enfermizos denuestos.

ariosruiz@gmail.com

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Para DeReporteros

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