
De Frente
• El corrido de Simón Blanco y los tacos de perro
• En MC se les apareció Yoshio Ávila
Por: Miguel Ángel Mata Mata
LAS CRÓNICAS MAL CONTADAS
Una historia mal contada es, a final de cuentas, una historia. Mal contada se convierte en una verdad. Aunque sea mentira.
¿De quién es la culpa por torcer la historia?
No. No es del indio la culpa, ya lo ha sentenciado el dicho. La culpa es de quien lo ha hecho compadre.
SIMÓN BLANCO
Antonio Aguilar hizo famoso el corrido, sin agravio y sin disgusto, de lo que pasó en Tres Palos, municipio de Acapulco.
La letra de la melodía, de Delfino Villegas Lemus, narra que Simón no hizo caso y le respondió a su madre: “Mamá, no seas tan cobarde”.
Ni a su mamá le dijo eso ni Simón fue a un baile, ni vilmente lo asesinaron para, a partir del corrido, ser un héroe, al que el gobierno respetaba.
El corrido se ha convertido en algo así como un himno de los acapulqueños ¿Quiénes no lo hemos cantado al calor de un mezcal o una caguama? Mienten si dicen lo contrario.
Resulta que la gente vieja de Tres Palos, municipio de Acapulco, entre quienes se hallan los Bailón, los Olea y los Martínez, tienen otra historia.
Ni cayó en las redes el León. Ni lo dijeron los Martínez. Ni Bailón, vilmente, lo mató. Ni fue a una fiesta.
La historia, contada por el pueblo, cuenta una versión distinta a la que se ha hecho famosa.
Resulta que Simón Blanco, relata la otra versión, se alquilaba y fue contratado para matar a un español que llegó al pueblo, quien instaló una tienda, donde vendía de todo, y mas barato, que el resto de los comerciantes.
Muerto el perro no se acabó la rabia. Cerraron la tienda y los otros comerciantes felices y contentos. Pero…
Simón llegó al velorio del español, no llegó a ninguna fiesta. Uno de los Martínez, que era compadre de Simón, le pidió abandonar el lugar, pues ya todos sabían que él había matado al español y el comisario era otro Martínez, hermano del compadre de Simón.
El gatillero, ebrio, se opuso. Peleó con otro ebrio, el compadre Martínez, quien lo había contratado como gatillero. En el forcejeo se disparó accidentalmente una pistola y Simón cayó muerto. Ese Martínez se fue al monte, donde lo halló la cruda etílica, y moral, por haber matado a un compadre.
Al día siguiente, otro Martínez, su hermano, quien era el comisario, lo fue a buscar y hacerlo preso por el crimen. Al negarse a ser preso porque consideró que era una injusticia, y que matar a un compadre era ofender al eterno, pelearon y, otra vez, por accidente, una pistola sonó. El hermano cayó muerto.
Al ver a su hermano muerto, el comisario se pegó un tiro en la cabeza. Ningún misterio estaba encerrado cuando, a los tres días de muerto (Simón) los Martínez fallecieron.
Y así es la historia, según el pueblo, y los viejos de Tres Palos, municipio de Acapulco.
Simón jamás fue un héroe al que el gobierno respetaba. Era un gatillero que por poco se alquilaba.
Pero, la historia, mal contada, ha hecho héroe al villano y villanos a los héroes.
¿Quién escribió esa historia mal contada?
Eso pasa. Eso pasa. Eso pasa, cuando las cosas se cuentan al revés.
LOS TACOS DE PERRO.
En el Acapulco original, el del centro de la ciudad. En la esquina de las calles Eduardo Mendoza y Mina, cerca de donde se vende el mejor café del mundo, Café Wadi, hubo un puesto de tacos que se hizo famoso.
Ahí, en ese lugar, todas las mañanas, los acapulqueños devoraban los tacos servidos en un expendió de lámina que, con letras gradototas, decía: “Tacos de Perro. El Chino”.
El Chino, un descendiente de filipinos, como muchos en Acapulco, no tenía empacho en gritar, a cada rato: “¡Tacos, tacos, tacos de perrooooo! ¡Venga y pida sus tacos de perrooooo! ¡Tacoooos de perrooooo!”.
Un éxito, el negocio al que, cuentan muchos viejos de Acapulco, llegaron y reiteran que esos tacos eran los mas ricos de la región. Hasta que algo pasó.
Resulta que El Chino comenzó a ganar muchos pesos. Eso lo hizo guapo, muy guapo, a los ojos de algunas mujeres que descubrieron la guapura del taquero… en el bolsillo del taquero.
La ayudante del taquero era su legítima esposa. Con ese olfato, y misterioso instinto femenino, descubrió que su marido la engañaba como a una china.
Ante el reclamo por la infidelidad, El Chino, empoderado por las ganancias perrunas obtenidas, ladró, enojado: ¡Hazle como quieras!
Guau, guau, guau. Craso error.
Digámosle La China, por ser esposa de El Chino.
La China fue a las oficinas de la salud pública. Le creyeron y solicitaron el apoyo de elementos de la policía local. Ella los llevó hasta su casa. El Chino aun dormía, bien empiernado, con el amor pagado de turno.
Lo despertó la escandalera cuando los genízaros tiraron, a patadas, la puerta de una bodega. Ahí contaron, al menos, los cuerpos de veinte perros, en canal, listos para ser cortados y cocinados, como si fuese barbacoa de res.
“¡Perra vida que llegó a su fin!
No había delito que perseguir, por lo que El Chino fue dejado en libertad. La noticia corrió, como corre una manada de canes en brama. La China le pidió perdón. Él prometió no engañarla, otra vez.
Chino y China se fueron del puerto. Nadie sabe si venden tacos, otra vez, ¿En dónde?
— ¡Tacos, tacos, pásele a sus tacos!
LOS CRONISTAS
Las dos historias anteriores forman parte de cientos de crónicas escritas por el reportero Abel San Román Ortiz, quien apenas hace una semana ha tomado su lugar en el firmamento. Si lo quieren ver volteen su mirada al cielo.
Una, la de Simón, es falsa en el corrido, pero fue corregida por el cronista San Román. La segunda, la de El Chino, es tan real como un ladrido de perro.
Abel, como lo hicieron, en su momento, Manuel Galeana Domínguez, Carlos Ortiz Ortiz, o lo hace Anituy Rebolledo Ayerdi, han escrito crónicas de hechos que dieron y dan identidad al pueblo de Acapulco.
Ahí están sus crónicas en la hemeroteca. Pueden consultarse los viejos periódicos Trópico, La Verdad, El Gráfico, Ultima Hora, La Opinión, Diario del Pacífico, Diario 17, Novedades, Sol de Acapulco o, en la actualidad, El Sur.
Ahora que el ayuntamiento de Acapulco ha convocado a un concurso para designar al cronista de la ciudad, sabemos que se han inscrito, al menos, nueve personas que quieren cobrar como tales.
Legítimas sus aspiraciones salariales. La convocatoria, ilegal porque no aparece en la ley orgánica del municipio libre pero que, dice el director de cultura, él la ha interpretado a su manera, no les ha pedido, a los suspirantes, al menos una mínima crónica de sus anhelos salariales.
Los cronistas, arriba mencionados, han sido cronistas honorarios de la ciudad. Han sido, como Catón (Fuentes Aguirre), en Coahuila, lo mismo que los de ciudades como Veracruz, Culiacán o Guanajuato, reporteros que aportan sus historias cotidianas a la ciudad. El, o los municipios, no les pagan.
Los aspirantes, y suspirantes, a cronistas que atendieron esa convocatoria en Acapulco, jamás han sido reporteros ni han escrito lo que el pueblo de Acapulco cuenta, en sus íntimas historias como, por ejemplo, las dos historias arriba escritas.
Es posible que hayan leído mucho sobre la historia breve de quinientos años de la ciudad y crean a pie juntillas en los relatos que, como el de Simón Blanco, son conocidos como verdades.
Pero desconocen las tripas de esas historias íntimas con las que se teje la identidad de un pueblo.
El ayuntamiento de Acapulco tiene la gran oportunidad de darle al cronista honorario de la ciudad, Anituy Rebolledo Ayerdi, un nombramiento oficial como cronista, antes de cumplir con los anhelos de quienes ya se vieron con salario y con el nombre de cronista, antes de su hoy anónimo nombre.
Anituy Rebolledo no necesita competir con quienes han mostradlo kilos de títulos académicos o fotografías y ridiculums vitae para pretender abordar la nómina municipal.
Es una infamia pretender igualar a Anituy con farsantes del reporterismo y la crónica, aunqu7e su aspiración al salario es legítima.
Ya hemos perdido, con Abel San Román, a un excelente cronista a quien el municipio, a pesar de que él fue director de la desaparecida comisión editorial, jamás reconoció ¿Qué esperan?
Recordemos aquella frase, atribuida a Ignacio Manuel Altamirano, cuando alguien le gritó, por la calle:
— “¡Adiós, licenciado sin título!”
A lo que Altamirano respondió:
— “¡Adiós, título sin licenciado!”
No sea que, por tener el poder temporal, el ayuntamiento sea el responsable de que, en lo sucesivo, por culpa de la ignorancia suinba y crasa del director de cultura municipal, saludemos a futuros cronistas sin crónicas escritas.
Podríamos, entonces, por ejemplo, escuchar y leer historias falsas de Acapulco, con agravios y disgustos, sin ofender al eterno.
Como ha pasado en Tres Palos, municipio de Acapulco.
SE LES APARECIÓ YOSHIO ÁVILA
En el Partido, Movimiento Ciudadano, de Guerrero, tenían todo listo para que el grupo encabezado por la diputada local, Erika Lorena Luhrs Cortés, se quedase con la dirigencia municipal de Acapulco.
Amehd Salas y Julie Peláez, pupilos de la diputada, serían ungidos como dirigentes municipales, el pasado fin de semana, durante un evento llevado a cabo para tomar la protesta a otras dirigencias municipales. Todo estaba listo y aceitado.
Pero se les apareció el Joven Maravilla, Yoshio Ávila, y han sido sus seguidores, Vicky Trani y Luisa Fontova, quienes se encarguen de los trabaos de MC en Acapulco, a pesar del berrinche de quienes ya se decían dirigentes.
La decisión ha sido tomada por el comité nacional de MC en donde valoraron que ha sido el joven Ávila quien logó incrementar los votos en el puerto.
— Hechos son amores, reflexionaron, y no buenas razones.