Columnas

Francisco, el Papa reformador

Sebastián Godínez Rivera

El 13 de marzo de 2013 el mundo volcó sus ojos hacia El Vaticano, cuando el cónclave eligió al sucesor de Benedicto XVI quien abdicó al papado. El hecho fue de relevancia mundial no solo por su sucesor, sino porque América Latina por primera vez daba un Papa al mundo. Jorge Mario Bergoglio fue electo como cabeza de la Iglesia Católica y en su primer salida al balcón papal declaró “El deber del cónclave era dar un obispo a Roma, mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo”, hoy tras once años y medio de papado, el Papa Francisco partió de este mundo.

Conocido por ser el primer pontífice latinoamericano no sólo fue el rostro de la Iglesia Católica, sino que impulsó una serie de reformas que muchos llamarían progresistas. Algunos sectores más conservadores lo vieron como un izquierdista radical, mientras que otros lo percibieron como un aire de renovación ante la crisis de legitimidad, confianza y de valores que vivió la fe católica.

Francisco impulsó diversas reformas desde que asumió la titularidad del Estado Vaticano; una de sus actos más simbólicos fue rechazar el Anillo del Pescador y optó por utilizar uno de plata, en símbolo de austeridad. Un gesto que en la política se asocia al populismo, pero que visto desde las anteojeras religiosas fue un acto de cuestionar la opulencia de sus antecesores. También optó por vivir en Casa Santa Martha, una residencia dentro del Vaticano y no quiso habitar en la tercera planta del Palacio Apostólico del Vaticano, el famoso Apartamento Papal.

Esto se entiende porque el pontífice pertenecí a la orden franciscana, la cual tiene en sus principios el arraigo de la austeridad, rechazar la riqueza y pregonar el apoyo mutuo, Mucho se ha escuchado de la pobreza franciscana, la cual se refiere a vivir con lo mínimo en aras de entender el dolor de otro. Un dato curioso es que cuando México era conocido como el Reino de la Nueva España, los franciscanos fueron expulsados porque esta orden tiene un cuarto principio y es que no deben obediencia directa al Vaticano.

Ahora bien, independientemente de estos gestos, el Papa Francisco impulsó diversas reformas en su papado que buscaban limpiar la imagen de la iglesia. Francisco llegó a considerar que la fe se había burocratizado y esta continuaba siendo excluyente. La Curia Romana, se encargó de descentralizar el poder de la Santa Sede y fortalecer a iglesias locales, esto como un acto de repartir el poder y con ello dotar de mayores facultades a las parroquias que son la primera línea de contacto en varias partes del mundo.

También realizó una reforma de simplificación administrativa, puesto que consideró que había órganos que duplicaban funciones y argumentó que “el poder de la Iglesia es el servicio” y que estas entes había sido vistas como fuente de poder. En cierta medida debilitó el centralismo cartólico y esto enfureció a varios sectores que comenzaron a señalar de populista.

Otros cambios que impulsó fue el endurecimiento de las reglas para enjuiciar cardenales y obispos por abusos. Recordemos que desde finales de los años noventa la Iglesia Católica fue objeto de escándalos debido a los abusos contra menores que se descubrieron en distintas latitudes. En 2020, Francisco decretó la supresión del secreto pontificio en casos de abusos sexuales del clero y a la obligación de los religiosos de reportar casos a su jerarquía. Intentó limpiar y sanear a la fe católica que había resultado lacerada por todos estos lamentables eventos y que varios de sus antecesores hicieron caso omiso.

En materia de corrupción y transparencia realizó una auditoría del Instituto para las Obras de Religión, conocido popularmente como Banco Vaticano, y reforzó el control sobre inversiones y licitaciones. En 2014, creó un Secretariado para la Economía con  la cual implementó medidas anticorrupción y reglas para inversiones, en esta hazaña logró cerrar 5.000 cuentas bancarias sospechosas en el Vaticano.

También realizó cambios sin precedentes, puesto que fortaleció la presencia de la mujer dentro de la Iglesia, ya no solo como monjas o las mantuvo en un papel secundario sino que abrió la posibilidad de que mujeres ocuparan cargos de decisión en la estructura del Estado Vaticano. Este micro país, como se conoce en Relaciones Internacionales, es una monarquía absoluta presidida por el pontífice en turno y el Papa al ser el Jefe de Estado designa directamente a las y los funcionarios.

Perfiles como Alessandra Smerilli, secretaria del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, Emilce Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, Barbara Jatta, directora de los Museos Vaticanos y Cristiane Murray, subdirectora de la Oficina de Prensa del Vaticano fueron algunos de sus nombramientos más relevantes. Ningún pontífice había hecho nombramientos como estos, símbolo de que los tiempos cambiantes obligan a la iglesia a una apertura.

El nombramiento que más resonó fue el 15 de febrero de 2025, cuando Raffaella Petrini fue designada como gobernadora del Vaticano, el segundo cargo de mayor relevancia en ese país y Petrini fue la primera mujer en ese cargo. Petrini es licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Libre Internacional Guido Carli y doctora por la Universidad Pontificia Santo Tomás de Aquino.

En otro tenor, Francisco también fue un Papa político, es decir, cobró relevancia internacional y su voz resonó en medio de conflagraciones, actitudes autoritarias y un mundo que viró hacia modelos iliberales. Desde la Santa Sede el Papa tendió lazos con Europa del este, África y América Latina; algunas de sus participaciones más relevantes fueron la condena a la guerra ruso-ucraniana y el conflicto sino-palestino; impulsó las negociaciones entre Cuba y Estados Unidos en 2014 para la normalización de relaciones diplomáticas.

Abrazó causas y denunció los abusos de las compañías de armas que matan a miles de personas en todo el mundo. Fue uno de los defensores y críticos más duros de los gobiernos autoritarios y las medidas que criminalizaban a los migrantes. Cuestionó al ejecutivo norteamericano por su cruzada contra migrantes y declaró “Hay que protegerlos porque Jesús también era un migrante”; firmó acuerdos para la designación de obispos en China y buscaba que el Partido Comunista Chino no tuviera tanta injerencia en los nombramientos.

En el Foro de Davos, cuestionó a los líderes mundiales al no hacer nada ante la inminente crisis climática y priorizar las riquezas personales. Durante la campaña presidencial de 2022 en Argentina fue insultado por el hoy presidente Javier Milei; en 2020 el ex presidente Jair Bolsonaro respondió al pontífice que el Amazonas es de Brasil y este podía hacer lo que quisiera (ante la tala de este). Francisco también visitó otras latitudes que no habían sido pisadas por pontificios como África y Asia meridional.

Hoy el mundo, católicos y no católicos despiden a Francisco I, un hombre que marcó una era; líderes democráticos como Emmanuel Macron y Pedro Sánchez, autócratas como Erdogan de Turquía y Vladimir Putin de Rusia y algunos líderes estridentes como Javier Milei y Donald Trump han reconocido el papel del Papa. Todos y todas han despedido al primer latinoamericano que dirigió la iglesia católica. Francisco se fue en medio de un mundo convulso por la economía, la política y los derechos.

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Para DeReporteros

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