Columnas

Claudita y Mexiquito

Sebastián Godínez Rivera

El oficialismo insiste en pintar un país que no existe: una economía pujante, los índices de violencia van a la baja, hay empleo para todos, no hay inflación, el sistema de salud funciona y el dinero alcanza para vivir dignamente. Es una realidad que la silla presidencial le ha quedado grande a Morena desde 2018, cuando López Obrador gobernó y ahora Sheinbaum ostenta el poder.

Para la mayoría gobernante México ya es una potencia y su proyecto político es la punta de lanza de la transformación; la destrucción del Poder Judicial es una forma para volver al país el más democrático del mundo; desaparecer a las agencias reguladoras como el INAI, COFECE, MejoraEdu entre otros, es una victoria porque el antiguo régimen los había capturado. Salen a festejar que la opacidad ahora es una regla, prometen una nueva secretaría que hará transparente al gobierno, pero no será así.

Claudita festeja diariamente y desde su conferencia pregona una transformación falaz; ella festeja al pueblo, promete más democracia y se molesta por las críticas de la deriva autoritaria que México ha emprendido. La presidentita sólo convence a sus seguidores que todo ha mejorado, lamentablemente, la gran nación que ha resistido saqueos, escándalos y violencia ha quedado atrás y hoy solo hay un Mexiquito.

Mexiquito es el país de Claudita, sus habitantes no cuestionan los hechos de corrupción, al contrario los ven como necesarios para la transformación; linchar a periodistas y académicos es esencial, porque no quieren aceptar el cambio que votó la mayoría. Sin embargo, son tan felices con sus grilletes y cadenas que piden más; claman a viva voz manto mesiánico de la 4T porque no se dan cuenta que siguen sosteniendo a la misma mafia política que en el pasado denunciaron.

Mientras en otras partes del territorio la gente es víctima de la inseguridad, queda desprotegida ante la colusión con las fuerzas del orden, padece la incertidumbre no solamente laboral, económica, sino que la individual. Las preocupaciones ya no son si podrán comprar la canasta básica, pagar su casa, mantener los estudios de sus hijos, sino que a esto se suma, el no saber si volverán a casa.

En política exterior no estamos mejor; al contrario, la amenaza arancelaria ha generado volatilidad en los mercados e incertidumbre en la economía mexicana. Tras el anuncio del Día de la Liberación, como lo llamó el presidente Donald Trump, la presidentita salió ilesa, pero no por capacidad negociadora, sino porque ha cumplido cabalmente con las peticiones de Washington.

Claudita celebró que no se pusieron aranceles al país, sin embargo, anunció un programa ramplón de 18 medidas que están ligadas a todos, menos a consolidar otros mercados en el mundo. En su anuncio solo pude comparar su mensaje, plagado de populismo e ilusiones, con otros ex presidentes populistas como cuando José López Portillo anunció la nacionalización de la banca; cuando López Mateos nacionalizó la industria eléctrica; y cuando López Obrador prometió que con una estampa religiosa México estaría a salvo del Covid-19.

Mexiquito y Claudita son tal para cual, pues con una varita mágica, buenas intenciones y escenarios ficticios, el país crece. 

La realidad golpea el rostro de líderes mundiales que toman en serio las amenazas arancelarias, las recesiones y el ascenso de la polarización; sin embargo, en Mexiquito eso no pasa. Solo algunas voces cuestionan, pero son los vestigios del viejo régimen; a quienes preocupa la democracia solo es una bandera electorera y no le preocupa el pueblo.

Por cierto ¿Y Claudita?…

De

Para DeReporteros

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