Metropoli

Con esta resistencia aprendimos a abrazar al dolor: familias buscadoras

* Desaparecer no es normal. Madres buscadoras fue presentado en la Feria del Libro Universitario realizada en la Unidad Iztapalapa de la UAM

Desaparecer no es normal. Madres buscadoras da cuenta del naufragio que madres, esposas, hijas, hermanas y sobrinas han tenido que atravesar en la infinitud de expedientes, en las marchas donde los dolores se convierten en consignas, en la pega de fichas que muestran los rostros de esos amores a los que buscan por sus propios medios a pesar del cansancio, la precariedad y el Estado, refirió María de Lourdes Meraz Alfaro.

En la presentación de este título, como parte de las actividades de la Feria del Libro Universitario realizada en la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la escritora refirió que el tema del texto es uno de los que más lastima al país, con cifras que van creciendo a un ritmo estremecedor.

Señaló que, por su lamentable vigencia, el fenómeno de la desaparición forzada ha sido estudiado en sus causas, circunstancias y repercusiones, pero en esta ocasión, se buscó darles voz a mujeres mexicanas a través de sus testimonios de vida, pues es en la intimidad de sus historias donde la cualidad abstracta de las estadísticas cobra una dimensión humana.

“En la publicación nos comparten a través de sus palabras en primera persona lo que los registros oficiales no pueden mostrar, la forma en que una herida de esta magnitud los sacude y trastoca todo: el cuerpo, el sueño, los impulsos, los hábitos, el paso del tiempo, la vida como se conocía hasta entonces”, sostuvo.

Editado por Documentación y Estudios de Mujeres A.C., dijo, es apenas un grano de arena para visibilizar esta realidad, un esfuerzo que se sabe debe ser acompañado con el trabajo colectivo y el cumplimiento de deberes de las instituciones y autoridades correspondientes, que muchas veces no han estado a la altura de la tragedia.

Durante su intervención, Lizeth Cardona Martínez, compartió la historia de búsqueda de su padre, que ahora forma parte de esta obra, quien desapareció en marzo de 2009 en el municipio de Piedras Negras, Coahuila, al lado de otras 11 personas.

“Han pasado 16 años desde que inició esta búsqueda. A partir del 2009 comenzó un largo camino que continúa hasta la fecha. En 2016 mi madre falleció en la búsqueda de su esposo, pero ahora mi hermana y yo hemos tomado de tiempo completo su búsqueda y de las más de 128 mil personas que están en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas”, explicó.

Cardona Martínez indicó que, pese a que estas cifras por sí solas son estremecedoras, hasta el momento no se sabe exactamente el número de personas desaparecidas, pues se ha encontrado que muchas familias no se atreven a denunciar por miedo y por amenazas.

“Aunque pensaríamos que esa cifra ha disminuido, lamentablemente sigue habiendo desapariciones en cualquier parte del país, aunque cada estado y municipio tiene su propia circunstancia […] Según el análisis de contexto se sabe que antes desaparecían personas que venían de otros estados, generalmente hombres en edad productiva que se buscaban para trabajo forzado, pero eso también ha cambiado, comenzaron a desaparecer mujeres, niñas y niños”.

Dfe igual forma, describió que su labor no se reduce a la búsqueda, pues además han emprendido trabajos de diálogo con el gobierno, modelos de interlocución con representantes del Estado, mesas de diálogo, búsquedas en vida, pega de fichas y acciones de memoria como la iniciativa Corazones robados.

“Hacemos un corazón en tela, bordamos el nombre de la persona para entregarlo a su familia y con ello decirles que no están solos en su búsqueda. El arte del bordado es una herramienta de resistencia y de memoria para poder seguir nombrando a esas personas desaparecidas que tienen a una familia que los espera y que los busca”.

Finalmente, Rosa Isela García Rivero habló sobre su camino de indagación sobre el paradero de su hermana, quien en 2017 desapareció en el municipio de Tecámac, Estado de México, entidad con un historial de violencia hacia las mujeres que cuenta con una declaratoria de Alerta de Violencia de Género. 

“Nos vamos convirtiendo en casos de larga data donde las autoridades nos dicen que no hay línea de investigación. Son procesos muy difíciles y muy duros en los cuales las familias enfrentamos a autoridades indolentes, impunidad, indiferencia social, revictimizaciones constantes y a tomar la búsqueda por nuestra propia cuenta porque sabemos que ellos no lo harán”, puntualizó.

Detalló que la desaparición no se trata solamente que una persona no esté, sino la anulación de su existencia, la transgresión a sus derechos humanos y prácticas tan extremas que resultan al reducir a alguien a tal grado que no quede más que polvo.

“Creo que este libro expresa dolor, coraje y frustración, pero también mucho amor, porque en estos años cuando tienes un desaparecido lo buscas porque lo amas y detrás de cada mujer que está buscando hay toda una familia que también lo espera […] A veces, como familias, es muy difícil abrir este dolor con algo tan íntimo, pero estas formas de memoria son importantes para que no queden en el olvido. Escribir también nos permite escuchar, sentir, aprender y sanar, pues con esta resistencia aprendimos a abrazar al dolor y a vivir con él”.

Fotos: Cortesía

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