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Bolivia ¿Transición votada?

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Sebastián Gódinez Rivera

La nación andina fue una sorpresa no solo a la opinión pública, sino a la Ciencia Política tras las elecciones del 17 de agosto. Si bien, un ballotage entre la oposición era casi un hecho, los resultados para la Cámara de Diputados y el Senado fueron los que más conmocionaron. El desplome del Movimiento Al Socialismo (MAS) de Evo Morales abrió un debate que debe ser analizado en la Ciencia Política, puesto que rompió con el modelo de los partidos hegemónicos.

Partiendo de la clasificación de Giovanni Sartori, un partido hegemónico se caracteriza porque ocupa la mayoría de los espacios de representación. Esto se logra porque el hegemón genera un piso desigual para la competencia de la oposición. Asimismo, el politólogo consideró que para considerar a un país con régimen de partidos hegemónico, este debe ganar cinco elecciones generales consecutivas, lo cual ocurrió desde 2006.

Ahora bien, la oposición no solo excluyó al MAS del ballotage que será entre Jorge Quiroga y Rodrigo Paz. Sino que la división entre el presidente Luis Arce y el caudillo Evo Morales generó una fragmentación que le costó la segunda vuelta. Es importante analizar con cuidado el caso boliviano, puesto que al ser un país al borde de la transición, no es posible determinar el tránsito hacia otro tipo de reǵimen.

Al contrario, transitólogos como O´Donnell, Morlino y Schmitter consideran la transición como el intervalo de tiempo indefinido entre el reǵimen anterior y otra cosa. Bolivia fue catalogada por V-DEM como un régimen híbrido, es decir, una combinación entre autoritarismo en democracia. Esto significa que no es una dictadura como históricamente se le ha denominado.

El país andino sufrió una de las derrotas más estrepitosas en la historia de los partidos hegemónicos. México durante el PRI se consideró un régimen hegemónico, pero sus peores resultados no se dieron durante la alternancia del 2000 sino hasta 2018 y siguen. El Partido Unificado Obrero Polaco perdió la presidencia en 1989 frente a Lech Walesa y un año después, el propio partido votó su disolución.

Bolivia se encuentra entre estos dos ejemplos, puesto que no tienen por ahora la posibilidad de volver al poder y tuvo sus peores resultados. Las votaciones sin duda castigaron al hegemón y lo han reducido en el legislativo, pero eso no confirma su extinción en su totalidad, sino que cuenta con tres gobernadores. Además, el partido continúa con el motor político que es Evo Morales y ha declarado que iniciará un proceso de resistencia.

Esta nación es un caso único porque su fundador aún sobrevive, a pesar de que fue expulsado por la dirigencia cercana a Luis Arce. En la historia de los partidos la institución es un factor importante porque permite que el partido subsista a pesar de la desaparición del líder. A pesar del liderazgo de Morales, ocurrió una alteración en los clivajes, es decir,  la división de votantes por bloques de acuerdo a Lipset y Rokkan.

El votante del MAS no desapareció, ni se esfumó de un día a otro, sino que movió sus intereses hacia otra candidatura, en este caso a la de Rodrigo Paz. En una revisión de los departamentos Paz triunfó en bastiones donde el MAS obtenía la mayoría de votos. Esto no se debió solamente al candidato presidencial, sino a su compañero de fórmula Edman Lara.

Lara canalizó al votante masista, se mostró como un perfil más progresista que ha prometido apoyos sociales, respaldo al campo y ha sido pragmático en su visión de la economía. Asimismo, se ha vuelto viral debido a su interacción con la gente a través de Tik Tok e incluso ha sido desafiante con su compañero de fórmula a quien ha señalado que de no cumplir, está dispuesto a encararlo y reemplazarlo.

Este personaje conectó con los sectores masistas que ante la ruptura entre Morales-Arce optó por otra fórmula que hiciera frente a Jorge Quiroga. Mientras que los electores duros del MAS optaron por el sufragio nulo, lo cual demuestra que hubo una fragmentación. La base social del socialismo continúa existiendo, por ende, no es posible decir que se esfumó o que hay una derrota definitiva.

Al contrario, las instituciones política y anclajes que se eligieron durante el evismo continúan vigentes y pueden activarse en cualquier momento. Si bien, habrá una alternancia en el poder luego de casi dos décadas, esto no es sinónimo de transición. En estos meses ha habido señales de democratización, proceso caracterizado por el respeto a los derechos humanos y políticos. El régimen ha liberado tanto al gobernador de Santa Cruz, Fernando Camacho como a la expresidenta Jeanine Añéz.

Por otro lado, la transición aún es prematura porque el caudillo aún tendría la fuerza para movilizar un amplio sector en caso de que una decisión del presidente genere malestar. Morales es un experto en la movilización social, puesto que encabezó diversas protestas contra los gobiernos de Gonzalo Sánchez y Carlos Meza. El líder aymara no está derrotado e incluso podría fungir como un anclaje, es decir, estructura de poder que se mantiene.

Los anclajes pueden ser legales, sociales y económicos. Los primeros representados por leyes, constituciones y el poder judicial, los cuales hasta el momento son herencia de Morales. Las organizaciones sociales,  centrales campesinas y sindicatos afines a Evo pueden poner en problemas al nuevo gobierno si estos se sienten afectados en sus intereses; y el modelo económico en algunos casos es considerado porque surge durante las reformas al régimen.

En conclusión, la derrota del hegemónico MAS no es decisiva, al contrario, depende de los cambios que implemente quien resulte ganador el 19 de octubre. Sin embargo, la historia latinoamericana ha demostrado que muchos gobernantes post autoritarismo se niegan a tocar las fibras del régimen porque hay varios intereses y deciden gobernar con ellos. La única certeza es que en Bolivia habrá una alternancia en el poder, pero aún es prematuro afirmar que la transición se consolidó.

De

Para DeReporteros

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