Por: ARTURO SUÁREZ RAMÍREZ
El lenguaje es el medio en el que se realiza toda comprensión auténtica. Hans Georg Gadamer
En este mismo espacio le he platicado cómo se ha ido descomponiendo el ejercicio de comunicación iniciado por Andrés Manuel López Obrador. Una conferencia de prensa que, en su momento, resultó inédita: un encuentro entre el poder y la prensa de cara a la sociedad.
Pero las mentiras del Pejelagarto y de su equipo, las acusaciones contra sus adversarios, el rencor y las ganas de destruir terminaron por desgastarlo. Aun así, Claudia Sheinbaum decidió, por recomendación de sus propagandistas, continuarlo.
Poco tiempo pasó para que se quitaran la máscara, para que quedara claro que eran simples soldadillos del régimen, esperando órdenes para activar la estrategia mediática, defender las acciones oficiales y atacar a quienes critican, sobre todo a los del pasado.
Lo que debería ser una alta tribuna lo convirtieron en un programa de baja calidad, entre “piratas” y “vaqueros” acosadores que, contagiados de poder, se atrevieron a decirle a un comunicador que “antes hubieran amanecido con moscas en la boca”. Ahí, entre los “doctores honoris causa” de supuesta honestidad a toda prueba, los hemos visto convertirse en gestores y coyotes, y eso se nota.
Hace unas semanas, la plataforma Latinus presentó un reportaje sobre cómo operan los “youtuberos” e “influencers”, quienes llegan a cobrar hasta 150 mil pesos por formular una pregunta a la presidenta Claudia Sheinbaum.
Pero el asunto no termina ahí: si se necesita facturar, también se puede, porque con ellos todo es posible. Se saben protegidos desde Palacio Nacional, y eso no es un tema menor. El tal “Lord Molécula” —que, por cierto, no sabe cuál es la diferencia entre una partícula y una molécula— se pavonea por haber obtenido un grado de maestría, mientras le lava la cara al gobierno de Tamaulipas, como ya lo han señalado quienes lo padecen.
Aunque se “encabronen”, no basta ser honestos para hacer periodismo; se necesita oficio, técnica y principios. Claro que el país vivió una época oscura de periodistas corruptos al servicio de los partidos en el poder, pero lo que ocurre ahora es un simple cambio de nombres y formas: ahí están los “comunicadores” de Jesús Ramírez Cuevas.
Es natural que el poder intente manipular a sus gobernados, sujetar a medios y periodistas; prometieron que las cosas iban a cambiar y se presentaban como “voces ciudadanas”, pero resultaron ser simples gestores con tarifa por sus servicios.
Con ellos no pasará nada, van a seguir operando. Pero, afortunadamente, de todo ello se toma nota, y el tiempo y la historia los juzgarán, ojalá en las aulas de las facultades de comunicación. Esos “comunicadores”, la opacidad que practican, la posibilidad de la censura y un Poder Judicial a modo con el que cuenta la 4T son signos inequívocos de que hemos retrocedido. Pierden las audiencias, la credibilidad, la posibilidad de que la “mañanera” sirva para algo distinto a la propaganda.
Si las preguntas tienen precio, el discurso público se convierte en mercancía, y entonces sobran discursos y falta verdad… Pero mejor ahí la dejamos.
Entre palabras
Rosa Icela Rodríguez estuvo en el Senado de la República y ni el beso le dio a Adán Augusto. ¿Quién quiere estar cerca de él?
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Hasta la próxima.
De
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